¡Entiérrame a mí!

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Me quedé en el baño de chicas unos minutos más hasta que escuché que el pasillo volvía a llenarse de alumnos. Me llegó un mensaje de Sean en aquel momento;

Llegaré un poco más tarde, tengo que ocuparme de unos asuntos.

Le contesté diciendo que no pasaba nada, cogí mis cosas y salí del baño. Caminé hacia el despacho que hacía unas horas me habían enseñado los chicos. Pensé que podrían estar ahí, al menos tenía ganas de hablar con alguien porque no me podría ir a casa aunque quisiera; no sabía cómo llegar. Justo cuando estaba a punto de entrar, alguien me empujó con fuerza pero no me hizo daño. Tropecé y me apoyé en la pared, sorprendida. Miré a la persona que me había empujado; me sorprendí al ver que era Mike.

—¿Pero qué haces?—Hablé intentando mantener la calma.

—¿Estabas a punto de abrir la puerta?—Susurró, mirándome con rabia.

A lo lejos vi a Kevin y a los otros dos chicos.

—¿Qué pasa?—Preguntó Paul mientras se acercaban.

Todos me miraron y Mike soltó una carcajada histérica.

—¿Para qué querías entrar?—Preguntó mientras se tranquilizaba.

—Pensaba que estaríais ahí, os estaba buscando.—Hablé mirándolos a todos.—¿De verdad te has puesto así por eso?

Mike miró fijamente a Kevin y luego empezó a caminar por el pasillo. Nos quedamos unos segundos callados hasta que Liam habló.

—Se ha enfadado porque si hubieras entrado delatarías esta sala, no podemos entrar cuando los pasillos están llenos.

—Vaya tontería.—Hablé mientras les miraba.—Tenéis dieciséis años, dejad de hacer cosas de críos.

Caminé rápidamente hacia la salida. Me resultaba muy difícil calmarme; primero lo de Eleonor, después lo de Sean y ahora Mike. Salí del instituto y me senté en las escaleras de la entrada. No tenía a nadie a quién recurrir. Tampoco sabía en quién confiar. Vi que alguien se sentaba a mi lado, pero no reaccioné de ninguna manera. Entonces esa persona me puso una bolsa de patatas en frente de mi cara.

—¿Quieres?—Preguntó.

Le miré y me di cuenta de que era Kevin. Cogí unas patatas y me quedé en silencio unos segundos.

—Perdona, hoy me han pasado muchas cosas y estoy agobiada.—Dije finalmente.

—Tranquila, sé lo que es venir a un sitio en el que no conoces a nadie e intentar hacer una vida normal, lo que pocos saben es que siempre serás algún extraño.

Asentí con la cabeza.

—¿A quién esperas?—Volvió a hablar el chico.

—Me tienen que venir a recoger con coche.

Kevin suspiró y soltó una risa floja.

—¿Tu guardaespaldas?

Le fulminé con la mirada y me froté las manos. Estaba temblando y Kevin se había dado cuenta.

–¿Por qué Mike me odia tanto?—Intenté cambiar de tema.

—Es muy difícil de explicar, no tiene un motivo, simplemente él es así.

—Vaya, gracias por no negar que me odia.

—No le gustan los cambios.—Dijo finalmente.

Vi que Sean se acercaba con el coche y me sonreía. Volví a temblar, tenía miedo; ya no sabía quién era. Kevin me frotó el brazo.

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