Día del funeral

113 12 14
                                    

El jueves pasó bastante rápido. No ocurrió nada interesante, sólo hablé seriamente con Elena sobre lo que me preocupaba y ella lo entendió, dijo que era el estrés. Aun así llamó a la psicóloga y me dijo que podía ir cuando lo necesitase. El viernes también pasó igual, por la mañana me recogió Alfred y en el instituto iba con Kevin y los demás. Liam nos pidió perdón por haber bebido, Mike se mostraba más amable conmigo, Kevin estaba como siempre y Paul era Paul, no hablábamos mucho. Y Sean... Él estaba completamente en otro mundo. No nos volvimos a ver, ni siquiera me llamó para preguntarme cómo estaba ya que Elena le contó lo del espejo. Pero es normal, le grité que me dejara en paz y es lo que hizo.
Ya era sábado, el día tan temido. Me puse un vestido negro que aún llevaba la etiqueta y sin querer me enganché la venda de la mano con la cremallera.

—Deja que te ayude.—Escuché que decía Elena acercándose.

Me ayudó y me sonrió.

—Saldremos en diez minutos.

Pensé en si Sean vendría al funeral. Tenía que venir. Salimos de casa y nos subimos al coche de Rafael. El trayecto fue largo, me sentía cansada y a fuera hacía mal tiempo; el cielo estaba de un color gris oscuro y hacía un poco de frío. Al llegar fui la primera en salir, ya que por los nervios sentía náuseas. Vi a bastante gente hablando. Muchas personas que no conocía, personas que parecían tener mucho dinero. Cuanto más nos acercábamos más gente me miraba. Miré a Elena pero no dijo nada, saludó a unas cuantas personas y siguió caminando. De repente un hombre se acercó a nosotros.

—Señorita Parish.—Habló y le dio un beso en la mejilla a Elena.—Tú debes de ser Liana.—Esta vez dirigió su mirada hacia mí.

—Sí, ¿usted quién es y de que conocía a mi padre?

Elena me apretó un poco el brazo, dándome a entender que estaba siendo un poco brusca. El hombre miró de reojo a Elena y intentó ocultar su cara de asco.

—Estudiamos juntos hace muchos años, era muy buena persona.—Al ver que no decía nada, continuó.—Lo siento mucho por su muerte, no imagino cómo debe de ser para ti.

—Por lo que cuenta le conoce más usted que yo, recuerde que hace muy poco que sé que tengo padres, así que creo que lo está pasando peor usted.—Hablé con ironía.

Quiso decir algo pero alguien le interrumpió.

—Buenas tardes.

—Oh, hola Sean, gracias por venir.—Dijo Elena.

Me giré para mirarle. Apreté mi bolso fuertemente con las uñas; sentía como me ponía nerviosa. Sean me miró fijamente durante unos segundos y me sonrió. Era una sonrisa forzada. Me estrechó la mano y nos quedamos en silencio. Después saludó al hombre que supuestamente estudió con mi padre y este se fue.

—¿Al final decidisteis ir a cenar a Riverside?—Preguntó Sean a Elena.

La miré unos segundos y después a él

—¿Vais a cenar juntos?—Pregunté alzando una ceja.

—No, los dos solos no.—Habló Elena.—Es que decidimos hacer una cena después del funeral, ya sabes, con más gente.

—¿Irán todos?

—Claro que no, sólo las personas más cercanas a él.

La HerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora