Ya en las instalaciones, nos dijeron la canción que cantaríamos de nuestros respectivos cantantes y nos dirigimos a la sala de espera mientras Pablo se iba con Ángel, Vicky con Arnau y el Sevilla con Myriam.
-- La isla bonita-- susurré-- me encanta esta canción. Es de mi época. La de veces que la habré cantado.
-- ¿Quién no ha cantado esa canción? El problema es cuando tienes que hacerlo imitando-- suspiró Edu.
-- No están fácil como parece desde casa, eh-- rió Falete mientras buscaba en su móvil su canción.
-- Bueno, Ana, siempre puedes ver otras Madonna en el concurso-- me dijo Ruth a mi lado.-- Creo recordar que ha habido tres: Carolina en la primera, Llum el año pasado y en la segunda edición estaba la chica ésta rubia... Em... Anna. Anna Simon.
Rápidamente noté como la temperatura a mi alrededor bajó unos grados. Ese nombre causaba en mí casi lo mismo que la dueña del mismo. Sé que Ruth no sabe nada ni lo habrá hecho a posta, pero debo decirle que no hable de ella conmigo. Nunca.
Silvia, que siempre está al tanto y es rápida, desvió el tema a lo genial que lo hizo Llum y que debería haber ganado esa gala.
Hablando de Llum, ayer apenas estuvimos juntas y esta mañana se iría pronto, debería quedar con ella y Silvia un día para hablar. La de tiempo que hace que no coincidíamos. Llum es una de las pocas personas que conozco que "me conocen", válgame la rebundancia. No porque se le digan las cosas, sino porque es muy observadora. Y no va a pedir explicaciones ni a mandarte indirectas para que le hables sino que espera a que tú quieras decirlo. En eso es como Silvia. Todavía recuerdo aquella vez. Qué fácil era todo entonces.
Estaba tan metida en mis pensamientos que apenas me enteré de la conversación que estaban teniendo todos a mi lado. No fue hasta que los otros tres llegaron y nos tuvimos que ir más a ensayar que me "desperté".
Tras estar toda la tarde de una sala de ensayo a otra o a la de descanso, volvimos al hotel a cenar juntos, como siempre. Llevábamos apenas dos semanas y ya parecía con si lleváramos toda la vida así.
-- Hay que ver lo que cansa solo ensayar, eh. Estoy reventado-- se quejó Adrián estirando la espalda.
-- Puf... Si te quejas tú que eres joven, imagina nosotros-- saltó Pablo.
-- Uy, sí, calla, que tú eres ya una momia egipcia-- se rió el Sevilla dándole un golpe en el brazo.
-- Veremos a ver lo que aguantamos, espero que se le coja el ritmo y la costumbre a ésto-- comentó Vicky antes de beber un trago de agua.
-- Qué quejicas estamos hoy ¿no? Si todo esto no es nada, par favah-- irnonizó Silvia como siempre.
Edu, que estaba a su lado, le apretó un poco el abdomen y la pobre casi tira la mesa.
-- EDUARDO, que tengo agujetas.
-- ¿No decías que esto no es nada y que estás genial?- preguntó el moreno mientras se reía a más no poder al igual que toda la mesa.
-- Va, va. No me maltratéis a Silvia, que luego la toma conmigo robándome los chicles-- hablé por primera vez.
-- ¿Los chicles?-- se extrañó Falete mirándome, como todos, como si hubiera dicho algo raro. Bueno, la verdad es que lo dije.
-- Sí, bueno, es una broma de hace tiempo y lo ha ido cumpliendo. Es una tontería-- "expliqué" sonriendo a los buenos tiempos.
-- Cuando la conocisteis, Ana y Edu, ¿Silvia ya era así?-- preguntó curiosa Ruth.
-- Bueno...-- empecé.
-- Digamos que cada vez que sopla las velas de cumpleaños se pone un poco peor-- acabó Edu.
Todos asintieron seriamente como si hablaran de un tema serio hasta que Silvia interrumpió.
-- Sigo estando aquí ¿sabéis? Los chicles se los quito a Ana pero... Lo mismo mañana os levantáis sin otras cosas vosotros.
-- Silvia. A dormir-- le ordené.
-- Ana. A pastar-- me respondió.
Nos miramos como si las miradas pudieran matar hasta que llegó el postre y se le pasó, ya que era su favorito. Esta mujer nunca cambiará. Y espero tener razón. No quiero otra Silvia.
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Cuando nos despedimos y entré a mi habitación, me dirigí directamente al aseo a lavarme los dientes. Luego cogí el pijama y me puse a ponérmelo. No había terminado cuando llamaron a la puerta. ¿Por qué siempre me pillan con las cosas a medio hacer?
Supusiendo que sería Silvia, fui a abrir la puerta con el pantalón del pijama y solo un sujetador en la parte de arriba.
-- Silvia, ¿otra vez? Vas a dormir más conmigo que con tu...-- al abrir la puerta diciendo esas palabras no vi a Silvia. Vi a Ruth algo sorprendida con su llave y un cepillo de dientes en las manos. Mirándola unos segundos noté que ya llevaba su pijama puesto. Qué rapidez.
Recordando que yo estaba en proceso de ponerme el mío, miré mi pecho medio desnudo y rápidamente le dije que pasara cerrando la puerta mientras entré. Ella hizo caso y vino detrás de mí.
-- Lo siento, Ruth. Pensaba que eras...-- empecé poniéndome la camiseta del pijama.
-- ¿Silvia? ¿Dormís mucho juntas?-- preguntó sonriendo. En serio, esta muchacha es demasiado feliz.
-- No, qué va. Hace años sí, cuando trabajamos juntas. Pero llevamos unos años que no. Ayer estuvimos recordando, supongo-- expliqué riendo también.
Un pequeño silencio nos invadió mientras nos sentamos en la cama. Me fijé en su pijama, que era de los Minions. Qué monada.
-- Por cierto, ¿qué querías?-- pregunté mirando a sus orbes marrones.
-- Ah, sí. Quería pedirte pasta de dientes, que no me queda y no he podido ir a comprar-- pidió levantando el cepillo en sus manos.
-- Claro, por supuesto. Pero no tengo de fresa sino de menta, espero que no te moleste, peque-- dije levantándome hacia el baño acariciando su mejilla en el camino.
Aun estando de espaldas, noté como la murciana rodaba los ojos. Levantándose para seguirme habló.
-- Si lo dices por el pijama...
-- En parte-- la corté dándole la pasta, que cogió.-- Pareces una peque con ese pijama. Pero no te juzgo; yo tengo uno de Bob Esponja-- confesé.
Ella volvió a sonreír.
-- ¿Te importa si me lavo los dientes aquí? Es para no tener que volver a devolvértela.
-- ¿Tanto te molesta tener que verme?-- pregunté con la misma ironía que ella esta mañana en el coche.
-- No es eso. Es que no quiero molestarte.
-- Ruth, tú nunca molestas. Y esto lo digo en serio y para cualquier cosa: si necesitas algo, lo que sea, pídemelo-- hablé bastante seria.
Antes de que pudiera hablar, le dije que se lavara los sientes tranquila y que la esperaba fuera. Entonces me tiré en la cama mirando el techo.
A los 3-4 minutos salió y me hizo un gesto señalando la cama. Yo asentí y se tumbó a mi lado.
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Segundas oportunidades.
FanfictionUna nueva etapa en la vida de Ana va a comenzar. ¿Podrá Silvia ayudar a su amiga? Y ¿qué pintan Anna y Ruth en todo esto? [2015-2016]