Al fin llegó el momento de empezar. Salí súper emocionada para hacer frente a muchísimas personas y, mientras me paseaba escuchando los aplausos de todo el mundo, busqué con la mirada a cierta morena. A pesar de hacer cientos de cabezas morenas, la vi en seguida. Rápidamente sentí su mirada en la mía y le sonreí.
Casi dos horas después de contar tonterías y momentos embarazosos de mi vida, como irte de fiesta y pasarte bebiendo, me tuve que despedir de aquel maravilloso público, aunque en unos minutos saldría a saludarlos.
Al par de minutos de ir a la parte trasera del escenario, oí una voz pidiendo entrar. Yo me asomé y la llamé para que viniera. Ella vino y me abrazó como si fuera de cristal, una vez más. Mientras me cambiaba de ropa, ella me contaba sus momentos favoritos de la función y decía que se había quedado con ganas de más. Yo le pedí que esperara unos minutos mientras salía con la gente y ella asintió.
Al volver no iba vacía. Me habían dado dibujos y cartas a mansalva. Doy gracias de ser importante en la vida de algunas personas y conseguir hacerles pasar un buen rato. A veces se pasan con los regalos ya que los compran y no son precisamente baratos. Los he regañado más de una vez. Pero aún así los aprecio muchísimo y los guardo con gran cariño.
-- Veo que mi pueblo te adora, Anita-- observó Ruth al verme volver.
-- Casi tanto como a ti-- sonreí sacándole la lengua.-- Por cierto, no me has dicho qué haces aquí.
-- ¿Te acuerdas que te dije que tenía una firma de discos? Era hoy. Y, como no había visto nunca tu función y quería verte, he venido-- explicó mientras ambas salíamos por la puerta trasera tras guardar los regalos en mi mochila.
-- Y supongo que solo es una mera casualidad-- ella solo respondió haciendo un gesto con su mano.-- ¿En qué hotel te quedas?
Me miró como si hubiera dicho la tontería más grande posible.
-- ¿Olvidas que mi madre vive aquí? Vamos las dos a mi casa.
-- Ah, claro. Lo siento. Vamos a tu casa, sí-- asentí tras recordar su procedencia.
- ...
- ...
- ...
-- ¿Cómo que "vamos"?-- reaccioné bastante tarde, sí. Hoy estoy algo espesa.
-- Hoy vienes a mi casa conmigo, Anita-- dijo como si fuera lo más normal del mundo-- mientras le hablaba a mi madre de tu actuación y de lo mucho que te quiero, pidió conocerte-- yo la miré sin creerlo del todo.-- Es verdad, ha sido cosa de mi madre.
-& Supongo que no tengo más remedio. Que conste que lo hago por no hacerle un feo a tu madre, Lorenzo.
-- Te doy las gracias en su nombre ahora mismo, Morgade.
-----
Y así fue como, veinte minutos después, me encontraba bajando de un coche y mirando fijamente a la casa que había delante de mis ojos. No parecía muy grande, aunque sí acogedora. Ruth rápidamente me cogió del brazo y me arrastró hacia la puerta para luego llamar. Estaba algo nerviosa, no conocía a su familia de nada y ahora dormiría con ellos.
No habían pasado más de diez segundos cuando la puerta se abrió y una mujer de mediana edad nos mirara sonriendo al instante.
-- Hola, mamá-- saludó la morena a mi lado separándose de mí para abrazar a su madre. Al separarse siguió hablando.-- Mamá, Ana. Ana, mamá.
-- Soy Eva-- se presentó dándome un par de besos. Luego nos hizo entrar a casa.-- Ruth me ha hablado mucho de ti.
Miré de reojo a la susodicha y vi como miraba a otro lado algo nerviosa. Reí. Reí hasta que mi estómago rugió. Qué oportuno.-- Lo siento.-- susurré avergonzada.
Ahora era el turno de madre e hija reírse mientras me hacían señas para que las siguiera a la cocina. Allí cenamos las tres cosa ligera hablando del programa que compartimos y de lo bien que lo pasamos con los demás. No fue hasta que empecé a bostezar sin quererlo que empezamos a recoger y Eva nos mandó a la cama como buena madre diciendo que mañana seguiríamos hablando.
Ruth me guió a una habitación que supe que era la suya cuando entré. Era pequeña, pero acogedora. Como la casa misma. Había una cama, un pequeño escritorio, un armario y un par de posters en él.
-- Esta es mi habitación, como verás. Aquí he pasado muchos años-- habló entrando. Yo la seguí.-- Voy a buscarte un pijama.
Iba a comentarle que yo llevaba ropa cómoda para dormir, pero parecía hacerle ilusión prestarme uno. Como si esto fuera una fiesta de muchachas quinceañeras en las que se peinan las unas a las otras y hablan de la persona que les gusta. A decir verdad, nunca estuve en una.
Cuando me dio el pijama, me llevó a la habitación de al lado y me dijo que dormiría ahí. Al igual que la suya, era pequeña y solo tenía una cama, una mesilla y un armario. Sinceramente me dio igual el espacio de la habitación o lo vacía que estaba. La dueña de la casa me había aceptado y eso ya me llenaba.
-- El aseo lo tienes aquí-- me dijo la morena señalándome la siguiente habitación y última del pasillo. Puedes ir tú primero, yo mientras me cambiaré.
Yo asentí y entré en el aseo con mi pequeño neceser. Intenté no tardar mucho. No me gusta ocupar un baño demasiado tiempo no siendo mío. Cuando salí, Ruth estaba esperándome en el pasillo con su pijama blanco ya puesto. No es la primera vez que la veo así, pero creo que hoy brillaba más que otros días.
Con una sonrisa, fui a mi cuarto y cogí el pijama que me había dado, blanco también. No quiero parecer una loca (por un beso de nadie) pero podía oler el aroma de la morena en él. Me lo puse y, aunque me estaba algo grande por ser ella más alta, me iba bastante bien.
Tras salir ella de baño, nos despedimos con un "buenas noches" y me acosté en la cómoda cama a intentar dormir.
-------
Treinta minutos habían pasado y yo seguía con los ojos como platos mirando el techo. ¿Cómo puede una persona tener sueño y no ser capaz de dormir? Sentía que me faltaba algo. Pero ¿qué podía ser?
Unos golpes en mi puerta interrumpieron mi indignación mental. Me levanté y me senté diciendo que pasara la persona tras la puerta. Ruth entró silenciosamente y cerró la puerta tras de sí. Luego se acercó a mí y se sentó en la cama.
-- ¿No puedes dormir?-- me preguntó.
-- Veo que tú tampoco. Y eso que es tu casa-- respondí bromeando a lo que ella me golpeó el brazo débilmente.
Un silencio nos invadió unos segundos en los que simplemente miramos a la nada y al todo en la habitación.
-- ¿Te importa si...?-- preguntó tímidamente señalando la cama.
Yo respondí echándome hacia un lado dejando espacio suficiente para que se acostara. Y eso hizo. Entonces quedamos como muchas veces ya: la una frente a la otra.
-- Buenas noches, Ana-- me dijo cerrando los ojos.
-- Buenas noches, Ruth-- susurré cayendo yo también en un profundo sueño, por fin.
------
OMG. Soy yo actualizando dos días seguidos. Pedid un deseo. XD
Como ya dije ayer, os lo debía. Así que aquí lo tenéis.
Sé que no está pasando mucho drama, pero esto es necesario. El tiempo tiene que avanzar de alguna forma. El próximo capítulo tendrá chicha, veréis.
Gracias por leerme, como siempre. : D
ESTÁS LEYENDO
Segundas oportunidades.
Fiksi PenggemarUna nueva etapa en la vida de Ana va a comenzar. ¿Podrá Silvia ayudar a su amiga? Y ¿qué pintan Anna y Ruth en todo esto? [2015-2016]