Era la segunda noche consecutiva que tenía a otra persona en mi cama. Parece mentira, ya que llevo casi un año sin nadie al lado. Nah, tampoco es tan triste como parece. Al menos cuando tienes amigos al lado.
Ambas llevábamos un par de minutos en silencio observando el precioso (ironía) techo. Pude oír como la mujer a mi lado respiraba profundamente.
Luego se aclaró la garganta haciendo que girara la cabeza para mirarla.
-- No sabía que tuvieras un tatuaje-- comentó mirando aún un punto fijo del techo.
-- ¿Cómo lo...?-- me sorprendí hasta que caí en la cuenta.-- Ah, claro, al entrar antes. Bueno, ya hemos aprendido algo hoy. Mañana más.
Ella llevó a sus labios una pequeña sonrisa y se giró totalmente para mirarme de frente.
--Supongo que tendrá su historia, como todos. Te diría que tengo uno pero se ve a kilómetros.
-- Depende de lo buena que tenga una la vista.
-- Acha, tú ya me entiendes.
-- Me encanta el acento murciano. ¿Sabes? Mi madre nació allí. Y el mes que viene voy a hacer Morgadeces-- expliqué sin que preguntara nada.
--¿En serio?
--¿En serio a qué?
-- En serio a todo.
-- Sí.
-- Sí ¿a qué?
-- Sí a todo.
-- Me siento vacilada-- rió.-- De todas formas, yo tengo una firma también el mes que viene en mi tierra.
-- Vaya, qué casualidad-- me sorprendí.
-- No existen las casualidades; solo lo inevitable-- recitó célebremente.
-- Ruth, a dormir.
-- P-pero no tengo sueño. Quiero hablar más contigo. Y, por lo que se ve en zapeando, a ti también parece gustarte hablar-- se quejó haciendo pucheros cual niña pequeña.
-- ¿Sueles ver zapeando?-- pregunté curiosa girándome al igual que ella para mirarla.
-- Cuando el trabajo me lo permite, sí. Parece haber buen ambiente, salvo por algún comentario de Anna hacia ti. Supongo que es guión, pero a veces pienso que se pasa.
Anna, otra vez. Sin darme cuenta mi cara cambió por completo, supongo que fui demasiado obvia ya que la siguiente pregunta de la murciana fue si estaba bien. Yo asentí, pero no se lo tragó.
-- Ana...-- empezó muy seria-- es la segunda vez que noto mucha tristeza en ti en el día que llevamos. Y las dos veces han sido cuando he mencionado a Anna. Te voy a decir lo que tú a mí hace unos minutos: cualquier cosa que necesites, me lo dices. Escuchar, hablar, partirle la cara a alguien... lo que sea. Te he cogido mucho cariño, Ana, y no quiero verte con esa cara sabiendo que puedo hacer algo para impedirlo. No tienes que decirme ahora si pasa algo; entiendo que sea difícil o que no haya confianza todavía, pero estoy aquí para lo que sea. No lo olvides.
Antes de poder evitarlo, un par de lágrimas salieron de mis ojos y cayeron a las blancas sábanas. Esas mismas palabras se las he oído esta mañana a Silvia. Rápidamente el pasado vino a mi mente y empecé a sollozar. Odiaba llorar con gente delante. No quiero parecer débil ni preocupar a nadie, pero no lo pude evitar. Hay veces que las cosas no salen como una quiere. Y ésta es una de ellas.
Ruth, al notar mis lágrimas, se acercó a mí y me abrazó como si fuera de cristal. Puse la cabeza en su pecho y sollocé unos minutos más. Lo último que recuerdo antes de caer dormida es que alguien, supongo que Ruth, me quitaba las gafas y me besaba la frente con cariño.
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Esta vez, cuando me desperté, no noté a nadie abrazado a mí sino todo lo contrario: yo estaba abrazando un cuerpo y tenía la cabeza en su pecho.
Haciendo un poco de memoria, recordé toda la conversación de anoche y supe que era la murciana la que me tenía en sus brazos. Espero que anoche no pensara que me gusta montar numeritos; no quiero que piense mal de mí.
Noté como se movía un poco y su pecho se acercaba más a mi cara. Dios Santo. ¿Todas las murcianas son tan pechugonas? ¿No les duele la espalda?
-- Ana, ¿estás despierta?-- preguntó aún medio dormida mientras llevaba una a mano a lo que supuse que eran sus ojos para restregarse.
Cogiendo su brazo para que no siguiera haciéndolo asentí afirmando.
-- ¿Qué hora es?
-- Hum... Las once-- contestó antes de bostezar.
-- Suerte que hoy no hay que madrugar-- comenté antes de, lentamente, alejarme de su cuerpo para sentarme en la cama.
Ella hizo lo mismo y se colocó a mi lado. Ambas mirando la puerta del baño. Preciosa la vista.
-- ¿Qué tienes planeado hacer hoy?-- preguntó tras un momento de silencio.
-- De momento ducharme y desayunar, que me muero de hambre-- contesté quejándome al igual que mi barriga.
Ella soltó una pequeña risa y volvió a preguntar.
-- ¿Te importa si desayuno contigo?
- Por supuesto que no. Tú siempre eres bienvenida a mi lado-- dije cogiendo su mano derecha con mi izquierda y dándole un apretón.-- Y si luego me acompañas al súper, mejor. Y ya compramos pasta de dientes, con sabor a fresa, para ti, peque.
-- Pues entonces manos a la obra-- anunció levantándose de la cama y poniéndose las zapatillas (pachanclas, según ella). Tenemos que ducharnos aún. Cada una en su ducha, eh.
Yo rodé los ojos e hice una mueca antes de levantarme y dirigirme al armario a por ropa.
-- En 20 minutos estoy lista. Espérame en el ascensor.
Ella asintió y, tras coger su llave y su cepillo se dirigió a la puerta. Antes de llegar a abrir me llamó para una última pregunta.
-- ¿Sueles dormir con gente? Porque ayer fue Silvia, hoy yo. No quiero pensar mal de ti, Anita, pero...-- antes de que pudiera terminar se encontró con un cojín en su cara, lanzado con mí grandiosa puntería.
Rápidamente me lanzó el cojín de vuelta y abrió la puerta para usarla de escudo por si volvía a por ella. Antes de que cerrara, la llamé y posó sus grandes orbes marrones en los míos.
-- Gracias-- susurré. No hacia falta decir nada más. Supe que sabía a qué me refería por su expresión.
Ella sonrió y se marchó cerrando la puerta con cuidado recordando que nos veríamos en menos de media hora. Luego, yo cogí la ropa y me dirigí al aseo para comenzar un nuevo día.
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Buenas, gente. Solo quería daros las gracias por leer esta historia totalmente ficticia, claramente, pls. XD (???)
Y este capítulo en especial que, a pesar de no estar muy contento con él, se lo dedico a mi hermana, que sé que le gustará.
Besos a todas, ale. XX
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Segundas oportunidades.
FanficUna nueva etapa en la vida de Ana va a comenzar. ¿Podrá Silvia ayudar a su amiga? Y ¿qué pintan Anna y Ruth en todo esto? [2015-2016]