Parpadeé tras mis gafas de sol observando los estudios a los que hacía un mes que no entraba, los de zapeando. Por fin la hija pródiga estaba de vuelta, modestia aparte.
Estaba deseando verlos a todos, abrazarlos y que me cuenten qué tal han estado todo este tiempo.
Tras respirar hondo por última vez, comencé a andar decidida hacia el edificio y entré a él. En mi pequeño paseo hacia la sala de juntas me encontré y saludé a varios cámaras y guionistas a los que también se les echa de menos. Cuanto más me acercaba a mi destino, más fuerte podía oír las voces de mis compañeros hablando, en especial a Cristina, que parecía tan eufórica como siempre.
Al llegar, me paré, me apoyé en la puerta y observé cómo todos hablaban entre ellos muy emocionados. Ninguno pareció darse cuenta de mi presencia.
Entré en la sala, dejé el casco en la mesa haciendo ruido para que se percataran de mí y, quitándome las gafas de sol cual película, hablé.
-- Vaya, parece que hoy estamos todos contentos.
Cristina fue la primera en llegar a mi lado para abrazarme mientras repetía infinitas veces mi nombre.
-- Hombre, Morgade, ¿cómo tú por aquí?-- saludó Frank levantándose cual señor mayor y acercándose a mí para darme un par de palmadas en la espalda.
-- Mujer, Frank, soy mujer. Pues nada, ya sabes, hay que trabajar para ganarse la vida-- contesté con una sonrisa. No pude abrazarlo porque Cris seguía abrazada a mí impidiendo que separase mis brazos del tronco.
-- Cristina, va, suelta a Ana, que yo también quiero abrazarla-- pidió Irene haciendo pucheros a mi lado.
-- Bueno, vale-- cedió la morena soltándome-- pero cuando acabéis la secuestro un rato hasta que empiece el programa.
Acto seguido me besó en la mejilla con cariño y se apartó con Frank un poco para dar paso a los demás. Irene me abrazó con fuerza y me besó mejilla contraria a Cristina.
Luego Sara, Miki, Leo y Quique hicieron lo mismo comentando si había menguado un poco o había perdido vista. Cabrones. Son muy adorablemente cabrones.
La última en la sala, que aún no había dicho nada, era la rubia de ojos verdes, azules según algunas personas, que robó mi corazón hace mucho mucho tiempo.
-- ¿Cómo vas, Morgade?-- saludó algo tensa dándome una palmada en la espalda. No esperaba un abrazo amoroso, pero tampoco una palmada en la espalda. Bueno, ella sabrá.
-- Bueno, voy, que ya es algo-- respondí dándole una de mis mejores sonrisas.
Me pareció que iba a decir algo más cuando Pedroche me cogió del brazo con una mano, con la otra mi casco y empezó a tirar de mí hacia la puerta.
-- Me la llevo, que tenemos que hablar de cosas nuestras. Luego la acosáis a preguntas vosotros.
-- Luego hablamos, entonces-- me despedí como pude de todos y fui tras la morena hasta mi camerino.
Entramos, cerró la puerta y antes de que terminara de dejar las cosas y quitarme el abrigo ya me había atibarrado a preguntas. He de confesar que de la mitad no me enteré. Intentando que se calmara un poco, o mucho, mejor, cogí sus manos con las mías y la senté a mi lado en el pequeño sofá.
-- A ver, Cristina, respira hondo y relájate.
-- Es que no puedo. Hace mucho que no se nada de ti-- se intentó excusar poniendo cara de cachorrito.
-- Hablamos cada día por whatsapp.
-- ... No es igual. Yo quiero tenerte a mi lado.
Puede parecer una tontería, pero esas palabras me llegaron al alma. Cristina puede parecer una persona muy infantil, tonta y poco inteligente de cara a las cámaras pero, fuera de ellas, es la persona más tierna que conozco.
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Segundas oportunidades.
FanfictionUna nueva etapa en la vida de Ana va a comenzar. ¿Podrá Silvia ayudar a su amiga? Y ¿qué pintan Anna y Ruth en todo esto? [2015-2016]