Cap 17: "Trae un amigo."

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Martes por la mañana me decían mi calendario y mi reloj al despertarme. Sinceramente, lo único que me apetecía en este momento era echarme en la cama y hacer nada. O la croqueta, si me apuras. Pero el deber me llama; hoy son los ensayos finales para mañana y yo realmente los necesitaba. No es que fuera una canción o coreografía complicadísimos, pero yo no había dado un palo al agua en toda la semana y necesitaba repasar antes del examen.

Me di una ducha rápida y con unos simples vaqueros y un jersey me dirigí escaleras abajo a tomar un café con los compañeros antes de irme.

-- Sigo sin entender por qué nos reúnen a todos durante todo el día en el estudio. Es decir, cada uno tiene su horario ¿no?-- se preguntaba El Sevilla.

-- Bueno, supongo que les gustará tenernos a todos por si hay algún problema o un cambio de última hora-- supuso Vicky.

-- Pues a mí me gusta que estemos todos-- saltó Silvia con su alegría habitual.-- Además, ¿qué otra cosa haríais mientras? ¿Ver la tele? Conmigo estáis mejor.

-- Baja modestia, que sube Silvia Abril-- se rió Pablo a su lado.

-- Pero lleva razón-- estuvo de acuerdo Edu.

-- Sí, pienso que estamos mucho mejor juntos. Si solo nos viéramos en las galas sería aburrido-- asintió Adrián.

-- Creo que eso es lo que en parte hace que este tipo de programa tenga éxito. El hecho de que los compañeros nos llevemos bien-- explicó Ruth sonriendo a todos.

-- Un poco de insulina, por favor. Mucho azúcar alrededor-- bromeó Falete antes de que todos rieran.

Todos salvo yo. No hablé en todo el desayuno. No por ellos ni porque no me interesara la conversación. Simplemente no podía. Mi boca no se abría. Mis cuerdas vocales no articulaban sonido alguno. Y mis ojos apenas veían más allá de la taza que había en mis manos.

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Cuando por fin mi cama volvió a abrazar mi cuerpo, seis horas después, tampoco me sentía mejor. Claramente no había estado en funcionamiento las seis horas completas; apenas un par de horas entre repaso de voz y coreografía en el escenario, pero el estar de un sitio para otro, sentada esperando durante infinidad de tiempo y sin tener nada en mente salvo que no te apetece nada cansa. Cansa mucho.

Ese día pude notar como más de un compañero me miraba con cara extrañada o de preocupación, pero no me preguntaron. Saben de sobra que no les diría nada aunque me pasara algo. Bueno, algo está pasando, y no es el autobús por la parada. Incluso si alguien me preguntara y yo quisiera contarlo no podría. No porque no quisiera sino porque no sabría que decir.

Que estoy cansada sería una válida respuesta. Aparte de no ser mentira. Cada semana que pasa parece que tengo más trabajo y, aunque eso es lo que quería en un primer momento, ahora mismo me arrepiento en parte de ello. No es que no quisiera estar en este programa o en cualquier otro, sino que en esta etapa de mi vida quizá no haya sido una buena idea perder la cabeza por mantenerse ocupada.

Otra respuesta podría ser Anna Simon. Sigo completa y absolutamente enamorada y no hay ni un día que pase en el que no quiera fundirme en un abrazo con ella. Pero ella no parece quererlo. Es más, cada vez siento que le importo menos.

Tengo a Silvia, en quién confiaría mi vida. Pero ella tiene su familia y su vida como para estar pendiente de mí. Y Ruth es una persona maravillosa y siento muchas cosas por ella, pero tampoco quiero comerle la cabeza con ideas o paranoias mías. Creo que en este momento la única persona que me puede ayudar soy yo misma. Y no sé cómo.

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La gala de hoy está siendo emocional de más. Justo hoy. Genial. En concreto, las imitaciones del Sevilla y de Ruth fueron una lágrima tras lágrima en casi todos los presentes. Aunque, en mi caso, ya llevaba las lágrimas a punto de salir de mis ojos antes de subirme a actuar. Deseando estaba de poder hacerlo y sentarme para que pudiera tranquilizante un poco sin tener una cámara en mis narices. Conseguí aguantar mientras cantaba y luego me alababan con buenas palabras. Eso es de lo que más me gusta de mí, parezco aguantar cuando realmente lo necesito.

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