Segundas oportunidades.

Capítulo final. Segundas oportunidades.

¿Quién iba a decir que iba a entrar en una fiesta tras salir de otra? Hace dos semana que hablé con Anna y que todo ha vuelto a ser color de rosa. Hemos ido poco a poco no queriendo dar ningún mal paso, queremos que esta vez funcione. Hace un par de días fue la final de TCMS, en la que ganó Ruth, por supuesto, y luego hicimos una celebración como pocas. Idea de Silvia, claramente. Y hoy iba de lleno a otra fiesta, en este caso mía. O nuestra. O quizá sólo una excusa para juntarnos todos otra vez.
Anna y yo nos dirigiamos en su coche al restaurante de Dabiz, donde habíamos quedado. Esta vez sí pagaríamos; no nos gusta ir de gorra, aunque Anna a veces parezca que sí. Aparcando nos pareció ver algún coche de más, pero tampoco le dimos importancia. Al entrar todo el equipo de zapeando estaba ahí y algunos de tcms, como Silvia, que parecía haberse bebido tres cafés seguidos.

Saludamos a todo el mundo poco a poco y nos sentamos en varias mesas esperando a la gente que faltaba. Enseguida empezó a llegar gente y gente y gente. ¿Qué hacían tantas personas aquí? No es que me queje, porque los conozco a todos y son buena gente, pero no creo que sepan qué "celebramos".

Cuando me llegué a dar un cuarto de atresmedia estaba en el restaurante. ¿Qué demonios estaba pasando?

-- Eh... ¿alguien sabe por qué hay tanta gente aquí?-- pregunté tímidamente a mi mesa.-- No es por ofender pero...

-- Bueno, Ana, todos estaban en el fregao' desde el principio. ¿Cómo decirles que no a la fiesta? Además, pagan ellos, no te preocupes-- me contestó Silvia a mi lado dándome una palmada en la espalda.

-- ¿Cómo que "estaban en el fregao' desde el principio"?-- preguntó Anna esta vez a mi otro lado bastante confusa.

-- Eso te lo puedo responder yo si quieres-- habló una voz a nuestras espaldas. Al girarnos vimos a Susana, que parecía acabar de llegar.

Rápidamente me levanté a darle un par de besos y volví a sentarme para oír su explicación.

-- Como sabréis, en Atresmedia tenemos muchos grupos de whatsapp y demás para temas de trabajo. Un día, no recuerdo cómo, se empezó a hablar de vosotras.

-- ¿De nosotras? ¿Por qué?-- pregunté más confundida que antes poniendo cara de circunstancia.

-- Empezamos a hablar como hobbie al ver ciertos momentos y llegamos a la conclusión de que había pasado algo. No sois tan disimuladas como pensáis, An(n)as, que es vuestro nombre de pareja, lo eligió Anne.

-- ¿Anne Igartiburu? ¿Ella también?-- se sorprendió Anna abriendo los ojos como platos.

Susana asintió sonriendo y siguió.

-- Siento si os ha molestado un poco. Pero era todo tan obvio que no parábamos de teorizar en los ratos libres. Sois como una pareja en una serie de televisión. Calzona, Rizzles, Otalia...

-- No me puedo creer que toda esta gente se diera cuenta prácticamente antes de nosotras de lo que pasaba--;seguía Anna bastante sorprendida.

-- Tranquila, Susana. No nos importa que hayáis hablado o deseado que esté todo bien. Me alegro de haber podido ser parte de vuestro entretenimiento-- tranquilicé a la rubia, que parecía haberse quitado un peso de encima.

-- Sólo os deseamos lo mejor-- sonrió y, acto seguido, se fue a su mesa, con Ramón, Anne, Arturo y Karlos.

-- No me lo puedo creer. No sabemos disimular para nada. Aunque, bueno, tampoco hay qué disimular, sólo tenemos que vivir nuestra vida y ya. No nos escondemos, simplemente nos gusta ir por la sombra, ¿no?-- Anna asintió y me cogió de la mano. Son tan suaves...

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Una conversación normal inundaba mi mesa mientras comíamos tranquilamente. Al menos hasta que alguien habló con la pregunta del millón en estos casos. ¿Cómo no? Fue Cristina.