Segundas oportunidades.

Cap 20: recuerdos lejanos.

*Punto de vista de Silvia Abril.*

Tras unos instantes en los que parecía tener un debate consigo misma, la rubia se hizo a un lado dejándome entrar en la pequeña habitación. Mientras ella cerraba la puerta y se sentaba en la cama doblando las piernas, dejándome la silla, pude notar que ya lo tenía todo recogido para marcharse. Al parecer he llegado justo a tiempo. Unos segundos, muy incómodos, pasaron y yo me aclaré la garganta moviendo la silla para estar frente a ella.

-- ¿De qué quieres hablar?-- preguntó mirando sus manos.

-- De Ana, por supuesto-- aclaré. Ella se tensó por unos instantes para luego relajarse y suspirar. Supongo que se lo esperaba.

-- ¿Le ha ocurrido algo? ¿Qué pasa con ella?

-- Anna, déjate de juegos. Sabes perfectamente a lo que he venido-- la corto sin ganas de broma alguna.

Rápidamente se levanta y empieza a andar por la pequeña habitación.

-- ¿Qué quieres que te diga? ¿El por qué rompí con ella? ¿El por qué no puedo darle una muestra de cariño? ¿El por qué no estoy a su lado cuando lo necesita? Pues no puedo decirlo porque no lo sé. No... No lo sé.

-- Anna-- la llamé más suavemente de lo que pretendía. Ella me miró y se sentó de nuevo intentando calmarse-- podría haber venido a eso, pero no lo he hecho. He venido a contarte algo más allá.

-- ¿A qué te refieres?-- se extrañó bastante perdida.-- ¿Qué quieres contarme?

-- Quiero que sepas cómo conocí a Ana y cómo fue nuestra relación al principio. Supongo que no sabrás la historia.

-- No, nunca me lo dijo-- negó con la cabeza.

-- Bien, entonces. Yo te la contaré-- ella asintió con cierta curiosidad en la mirada. Espero que ésto sirva para algo.

"Como supondrás, nos conocimos en el que fue programa de mi ahora pareja, antes amigo, Andreu. Cuando ella llegó la noté tensa y nerviosa, como un pez fuera del agua. En cuanto pude me acerqué a ella y le hablé. Ella me sonrió de vuelta y me agradeció la ayuda. Poco a poco empezó a conocer las cosas del oficio y a desenvolverse como si fuera algo normal.
Comenzamos a quedar al poco a tomar café o a simplemente a hablar la una con la otra. Ella es una mujer muy inteligente. Da gusto hablar con ella sobre cualquier cosa. Aunque supongo que eso lo sabrás.
Todo marchaba perfectamente. Ella ya trabajaba perfectamente, teníamos una amistad cojonuda y yo había empezado a salir con Andreu. Fue entonces cuando Ana empezó a comportarse de manera extraña. Bueno, no extraña. Ella estaba como siempre, pero yo notaba que había algo que sí había cambiado. Como es normal, le pregunté si ocurría algo, y ella contestó que no. Un clásico viniendo de Ana. Al poco tiempo lo descubrí. Entendí qué pasaba y el por qué de su repentino "cambio no cambio" solo notado por mí, al parecer. Pocos días después quedé con ella para ayudarla.

-- Ana, sé que hemos hablado de ésto y que dices estar bien pero, ya sé lo que ocurre. Y quiero decirte que no te dejaré-- hablé directa mirando a sus orbes marrones.

-- S-Silvia... Yo no...-- intentó excusarse, claramente nerviosa, mirando a todos lados.

La tomé de las manos fuertemente y hablé intentando calmarla.

-- Una no elige qué sentimientos entregarle a una persona. Y mucho menos si es el amor. No puedo corresponder a lo que puedas estar empezando a sentir por mí, pero sí puedo estar a tu lado y no dejarte sola en esto. Y eso es lo que haré, si tú me permites. No vas a pasar por esto sola. Las personas que hacen lo que estabas haciendo tú no acaban nada bien, créeme.
A pesar de estar intentando evitarlo, una lágrima cayó por su mejilla izquierda. Rápidamente la quité con la mano y la abracé con fuerza.