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— Justin.— dijo Ryan mientras palmeaba mi espalda en un gesto de saludo. — Hola.— conteste. Estaba diferente y lo sabía. Pero era obvio, toda esta situación me tenía al tope. Ann era mí tesoro, ella era todo. Y no es tan fácil mentirle de esta forma, no cuándo es algo realmente decepcionante, ella contaba conmigo.

—¿Qué pasa, bro?— pregunto Ryan preocupado. — Es difícil, amigo.— suspiré.— Es malditamente difícil.

— Cuéntame, tu sabes qué estoy para lo qué sea.

Y así fue, le conté.
Él me escuchaba atentamente, él sabía que la había cagado, pero aún así estaba de mi parte incluso su apoyo. Y eso para mi valía mucho.

— Por dios, Justin.— suspiro.— Si que la has cagado. — ¿Que haré, Ryan? No puedo  hacerlo, decirle la verdad la destrozaría, Ryan ella es muy especial, no quiero perderla, no hay como ella.

— Ya lo sé, me tienes hasta las pelotas de qué ella es especial y mierdas así.— rodó los ojos.— Pero escucha, si de verdad te importa dile la verdad, obviamente la vas a lastimar y no entenderá el porqué lo hiciste.  Justin, si le mientes cagaras todo, se olvidará de ti. Y tu, la perderás por completo.

— No quiero lastimarla.

— Lo harás de todas maneras.— me miró fijo. Era verdad, mintiéndole o no la lastimaría, la decepcionaría. Y en cualquiera de los casos, podría perderla.

Perderla para siempre.

Eso me aterraba.

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