Había decidido continuar mi viaje junto a Blade y a Shota... Ninguno de los dos había visto a nuestro hermano Akamaru o al resto del grupo en todo aquel tiempo... Yo aún no quería darlos por muertos, y Shota tampoco, pero Blade si que lo hizo, realmente aún no se cómo es que en aquellos días conseguía mantener así la compostura... Seguimos avanzando a lo largo de la Garganta, buscando la forma de subir de nuevo a nuestro territorio, o pasar al territorio vecino, cosa que, a los tres por igual nos aterraba.
Bien, llegados a este punto, supongo que también os estaréis preguntando qué fue de Serah... No lo sé, no la he vuelto a ver desde que la deje en aquella cueva, porque cuando volví por ella ya no estaba. Finalmente tras mucho buscar y siguiendo las pisadas recientes de los ciervos que bajaban hasta allí, alcanzamos una subida... Hacia el otro territorio... A decir verdad, no teníamos más opción que seguir aquel camino, Blade fue el primero, después Shota, y finalmente yo.
Transcurrió una larga y angustiosa hora antes de que llegásemos arriba, el paisaje era totalmente distinto a nuestro territorio, ya que lo único que alcanzaba a distinguir nuestra vista era la interminable extensión de una amplísima pradera yerma y sin vida, cuyo pasto lozano y verdoso era mecido por la silenciosa brisa nocturna, que se extendía más allá de lo que nunca pensé que fuese a medir el mundo.
-Las llanuras solitarias o el Páramo Inerte...
Oí decir a Blade, mientras acudían a mi mente recuerdos de la leyenda que solía contarnos nuestra madre, de aquél páramo se decía que, si entrabas en su inabarcable extensión, estabas condenado a morir de inanición o deshidratación, o incluso... Por otras causas poco realistas que nadie se atreve a mencionar.
-Lo primero que debemos hacer... Es ocultar nuestro color con uno más oscuro, sobre todo yo, un lobo albino canta demasiado en un sitio así.
Comencé a revolcarme en el barro que se encontraba a orillas de una pequeña laguna en el borde justo de aquel misterioso páramo, mis hermanos me imitaron y, tras un rato, nos pusimos en marcha ya con nuestro color camuflado por el barro, corriendo hacia el interior del páramo; esperaba poder hallar algo de comida o agua para que pudiésemos aguantar los tres, no comprendía este ecosistema, ni tampoco este territorio... Básicamente estábamos corriendo rumbo a nuestra muerte segura, o al menos eso me decía mi mente, pero mi corazón parecía no estar de acuerdo nunca con ella... Tenía un fuerte presentimiento de hacia dónde íbamos, de hacia dónde estaba guiando a mi única familia restante... ¿Por qué ese latido acelerado de mi corazón?¿Ese ansia por llegar a quien sabe dónde?¿Esa sensación de que algo malo iba a pasar inevitablemente?
Tras pasar horas corriendo haciendo unos leves altos para descansar, siendo la pradera ya acariciada por los primeros rayos de luz que traía consigo el amanecer, nos detuvimos a orillas de un pequeño lago, era el primer indicio de agua que veíamos en toda la noche por lo que nos paramos a beber, pero el hambre y el excesivo cansancio por correr tanto en llano, estando acostumbrados a las laderas escarpadas de la montaña, que era nuestro territorio, nos habían dejado exhaustos, así que caímos rendidos en cuestión de segundos... Esperaba poder descansar bien y recuperar fuerzas y sueño perdido, pero dormí mal, muy mal, la misma pesadilla se repetía una y otra vez, había fuego, mucho fuego, oía la voz de alguien gritar desesperadamente pidiendo ayuda... Una y otra vez trataba con todas mis fuerzas de buscar de donde venía esa voz.. "¡¿Quien grita?!" preguntaba una y otra vez, pero nadie respondía, solo era capaz de oír esos gritos, lo que hacía que la espiral de angustia en la que me había quedado encerrado me ahogase cada vez más y más...
Lo único que era capaz de distinguir en aquella horrible pesadilla, era un recinto entre las llamas, y escuchar la voz de alguien joven por lo que parecía, pero me era imposible entender qué decía... Me desperté de golpe, sobresaltado, estaba en un lugar oscuro, y no sentía el calor de mis hermanos cerca, por lo que comenzaba a estar asustado, "Calma Kiba... No te dejes controlar por el miedo", me repetía una y otra vez sin descanso, tratando de evadir el terror que me agarrotaba todos los músculos del cuerpo sin piedad. Pasaron, lo que creí que habían sido horas, hasta que percibí luz colándose por la entrada del sitio donde al parecer me encontraba, una cueva, pero solo fue durante efímeros segundos, porque después estallo un ensordecedor trueno... Escuché cómo la lluvia golpeaba furiosamente sobre el suelo, cerré los ojos, fue en ese instante cuando sentí una presencia detrás mía, me giré rápido gruñendo... Era Serah, lo que me sorprendió, gratamente he de decir(Dejad de poner esa cara... Era un cachorro inocente y no pensaba en esas cosas... aún ¬¬).
-¿Serah...?
Mi voz sonó más alegre de lo que hubiese querido... Pero en verdad la había echado de menos aunque hubiese pasado poco tiempo, y siempre se me había dado mal ocultar mis sentimientos, movía lentamente la cola de un lado a otro, esperando a oír su respuesta.
-Lo siento Kiba, no debí decirte... Todo aquello... No fue justo por mi parte...
Atisbé a ver en la oscuridad cómo agachó la cabeza, sonreí levemente, aliviado por fin por su disculpa sincera.
-No pasa nada... Pero, espera... ¿Dónde estamos? ¿Y mis hermanos?-Los busqué con la mirada, sin éxito, Serah apartó la vista, mirando a un lado...- ¿Serah?
-Solo fui capaz de salvarte a ti, Kiba... El clan que al parecer habita el páramo se los llevó... Peleé con algunos de ellos para protegerte mientras dormías, pero no pude hacer nada por ellos... Lo siento...
Aquello fue como una puñalada en mi ya destrozado corazón, ya había tenido bastante con perder a mi amada madre no pensaba perderles a ellos también... Tenía que sacarlos de donde quisiera que estuviesen retenidos, pero no sabía dónde estaban...
-Serah... ¿Tienes el olfato y el oído muy desarrollados verdad?-Dije de pronto, cuando una idea cruzó mi mente
Ella asintió.
-Así fue como te encontré...
-Entonces... Vas a ayudarme a encontrar y rescatar a mis hermanos-Estaba muy serio, hablaba clara y precisamente, dándole a entender que no era una proposición, sino una orden... Ella agachó la cabeza y asintió... Parecía... Asustada... Asustada de mí?- Perdona... No pretendía sonar tan brusco...
-No... Está bien, me parece justo...-Esbozó una leve y sutil sonrisa- Te ayudaré, Kiba.
Yo le sonreí al oír aquello... En aquellos instantes estaba completamente extraviado... Perdido... No sabía a dónde debía ir, ni cómo debía actuar, me sentía insignificante, en un mundo demasiado grande como para poder comprenderlo tan rápido como había entrado en él, y la cruda realidad me había golpeado sin piedad... Con mi ser atestado de misterios, dudas, temores... Que definitivamente algún día, haría desaparecer, no quería seguir teniendo miedo, no iba a seguir teniendo miedo... No iba a seguir escondiéndome... "Basta de ser cobarde", me dije, quería saber más de mí mismo, saber QUIEN era, y estaba decidido a averiguarlo... A averiguar por qué era distinto a los demás, por qué me sentía distinto, a quien pertenecía aquella voz de mi cabeza que me había ayudado... Y por qué tenia aquellos presentimientos... Solo... Quería saber.
Con estos pensamientos bien arraigados en mi joven y, por desgracia, inexperta y confiada mente, cruce una mirada de decisión con Serah, a lo que ella asintió, no había tiempo para quedarse esperando al amaine de aquella gran tormenta, por lo que echamos a correr bajo el potente torrente caído del cielo, que parecía querer frenar nuestra ida hacia el lugar, el cual después me arrepentiría profundamente de haber pisado.
"No hay noches profundas y frías u oscuridad aterradora, solo corazones incomprendidos y miradas hechizantes capaces de matarte"-Blade
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Wild Soul
Hombres LoboIruka Hatoshi, un nombre olvidado en el pasado, entre llamas, que aviva fugaces recuerdos y de vez en cuando, leves murmullos que con prontitud se acallan... La vida en el bosque, cazando y formando parte de una manada, todo parece tan idílico... Pe...