Capítulo 13 Necrófagos

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No había apartado la vista de aquella pequeña niña de cabello plateado y cuerpo propio de los humanos, el cual sin embargo poseía características propias de los lobos, como sus ojos ambarinos y avispados, las orejitas peludas sobre su cabeza y la cola mullida, ambas del mismo tono plateado que tenía su cabello; aparentaba tener... ¿Año y medio quizá? (Edad canina, serían unos 10 años ¿vale? no me matéis, ya me vale con los acosos ¬¬), estaba tan sumamente delgada que la idea de hacer algún movimiento brusco y acabar por herirla, simplemente me tenía aterrado. Lo que me sacó de mis pensamientos fue volver a escuchar la vocecita de la pequeña Shiro, suave pero alegre como el gorjeo de un jilguero, riendo quedamente.

-Cómo...-dije recuperando el habla- ¿Cómo sabes mi nombre, pequeña?

Ella me observaba con sus grandes y hermosos ojos dorados, rebosantes de curiosidad por lo que tenía ante ella en aquel momento, es decir, yo.(Obvio, ¿a quien no le gusta admirar a un gran y poderoso macho macho como yo?-....- ¿Qué? ¿Que eso es ahora pero no antes? Ah...).

-No lo sé, al verte, tu nombre vino inmediatamente a mi cabeza, como si fueses un viejo amigo, el cual no veo desde hace mucho.

Dijo entre susurros, al tiempo que deslizaba y entrelazaba sus finos dedos entre mi níveo y tupido pelaje, el cual al estar preparado para soportar los cruentos inviernos de mi montañosa tierra natal y no aquella espesa y sofocante humedad subterránea, más que servirme de ayuda en aquellos momentos, era un completo incordio, ya que prácticamente estaba asfixiándome con él, por lo que no me extraña que poco tiempo después, comenzase a desprenderse de mi cuerpo.

-Pero ya desde hace mucho predije que esto ocurriría y que tu llegarías a esta tierra, sin embargo, debes saber que todas las noches deseaba desde lo más profundo de mi ser que nunca llegase este día, y que tu no aparecieses nunca por aquí, porque eso daría a entender que algo muy grande está a punto de ocurrir, y tu tienes un papel clave en ello... O simplemente fuiste uno más atrapado en todo esto, y el destino te odia irremediablemente...

Su voz se vio quebrada por los sollozos que oprimían su garganta, y que ella trataba inútilmente de sofocar.

-Shiro...-Susurre cariñosa y dulcemente, deslizando mi lengua por sus mejillas, húmedas debido a las lágrimas que no dejaban de brotar de sus ojos- No estas sola Shiro... Mírame...-Levante con la punta del morro su cabeza, delicadamente- No te dejaré sola.

Ese fue el detonante para que, finalmente, estallase en lágrimas y rodease mi cuello con sus pequeños brazos, aferrándose fuertemente a mi, hundiendo el lloroso rostro en el cálido y mullido pelaje que recubría mi pecho, llorando y llorando desconsolada... La miraba fijamente, con el corazón encogido por la pena y la compasión que estaba sintiendo por aquella pequeña niña que irradiaba tristeza por haberlo perdido todo, ya que en cierto modo, me recordaba mucho a mí y cómo a veces deseaba fervientemente romper a llorar como ella lo hacía... Dirigí mi mirada hasta Serah, en cuyos ojos pude ver reflejados los sentimientos que atenazaban mi ser y mi corazón en aquellos instantes...

Al cabo de varios minutos, los sollozos de la pequeña cesaron, dando paso al sonido de su suave y acompasada respiración, así que dirigí mi mirada hacia abajo para ver cómo se encontraba, observando que había caído rendida del agotamiento, abrazada a mi (si es que era, soy y seré un amor^^), y esto era posible debido a que me había tumbado en el suelo para que pudiese arrodillarse y no tuviese que estar de pie... En relación al tamaño, ella mediría metro cincuenta de alto, su cabeza me llegaba por la base del cuello y sobre mi lomo podrían ir sentadas cuatro como ella, ya que en aquel entonces medía metro sesenta de largo y de alto metro sesenta (En aquel tiempo era un enano en realidad u.u). Entonces escuché la voz de Serah a mi lado.

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