Capítulo 2 Huellas de un pasado

56 7 0
                                    

Iruka... Iruka... Ese nombre, era lo único que oía en mi cabeza... Iruka... ¿Por qué me era tan familiar y desconocido a la vez?... Despertaba en mi un sentimiento de calidez y nostalgia... Pero, en mi vida, jamás había oído ese nombre...

comencé a ver varias imágenes borrosas... Una especie de lugar con... Cosas, de madera... Una de ellas, muy grande, sobre la cual se ponían más cosas raras... Era plana, y alargada, y tampoco sabía el motivo, pero tenía una imagen de una comida, puesta sobre ese objeto... Mesa... Esa palabra vino a mi mente por si sola... Supuse que así tenía que llamarse esa cosa de madera, alargada y con patas... En verdad, aquello parecía un recuerdo, intermitente... ya que lo veía borroso y difuminado... ¿Pero de que?... ¿De quién?... Yo, solo era Kiba, un cachorro recién nacido de lobo... ¿Quien sería Iruka?... No lo se... Señor... Mama tiene razón... Le doy demasiadas vueltas a algunas cosas... Pero creo, que esta si merece que le de vueltas... Mientras me preguntaba tantas cosas, y en mi cabeza, aparecían una tras otra, más y más incógnitas sin respuesta, me desperté por una brusca interrupción en mi sueño... Notaba mucho peso sobre mí... mire sobre mi espalda, y vi como mi hermano Shota, jugaba con una de mis orejitas, subido encima mía... En verdad, pesaba mucho, para ser solo un cachorro...

-Hermanito por fin despiertas...

Me dijo en un tono alegre, su voz, tenía un matiz animado y jovial, que invitaba a sentir simpatía por él, y su aspecto, no hacía más que resaltar, ese aura de simpatía, con una de sus orejas agachadas y la cabeza ladeada, la lengua por fuera, y esos ojitos soñadores y llenos de energía para jugar... No pude evitar que me sacara una sonrisa...

-Shota...¿Que haces sobre mi?...

Dije, aún acostumbrándome a hablar, y más a escucharme con aquella vocecita...

-Dormías profundamente, y yo tenía ganas de jugar... Así que intente despertarte, pero nada... Lo cual, me llevó a tomar la sabia y acertada decisión de saltar sobre ti y aplastarte con mi peso.

Me dijo estas palabras, en un tono tan lleno de inocencia, alegría y simpatía, que no pude evitar reírme, nunca lo había hecho, pero me di cuenta, de que aquel gesto, era el gesto base con el cual se expresaba, uno de los sentimientos más importantes en la vida... La felicidad... Me gustaba ese sentimiento... A día de hoy, echo de menos, esa mirada alegre y esas risas... Pero no quiero desviarme... Me sentía muy a gusto con Shota, se hacía fácil quererle... Mire a mi alrededor... Mi madre no estaba... Y alejado, tumbado en una sombría esquina, estaba Blade... Baje a Shota de mí, con suavidad, y me acerqué a el... 

-¿Blade?...

Le pregunte, en bajo por si dormía... el abrió los ojos, y me dirigió, directamente, una mirada fría y solitaria, de autosuficiencia tras la cual, había una extraña y gran fuerza de voluntad, aunque, en ella, no encontré más que un leve hálito de confianza y cariño... O de algún otro sentimiento, que no fuese esa gran y portentosa frialdad, la cuál descubrí, más adelante, que sería siempre, propia de el... Pero no todo en el, es tan frío ni distante, como pretende que sea... A mí, esa fachada, sólida como una roca, no me amedrentó... Entonces vi, en su mirada, algo tan efímero y leve, que creí imaginarlo... Un brillo de alegría, y admiración... Supuse, que no podría ser, ciertamente, más que una imaginación, ya que, acto seguido, se giró y se tumbó, dándome la espalda... No le dí mucha más importancia, y preferí no molestarle más... Volví con Shota, el cual, nada más ver que me acercaba, flexionó toda su parte delantera rápidamente y dejo elevada su parte trasera, poniéndose así, en lo que, enseguida, supe que era, la posición de juego, sonreí, y rápidamente le imité, el salió corriendo, y yo corrí tras el, tras unos segundos, ambos, caímos torpemente al suelo, riendo, aún no teníamos buen control de nuestro cuerpo, y a lo largo de un par de minutos, seguimos corriendo, y cayéndonos, pero volviéndonos a levantar, una y otra vez... Era como si, al caernos, no sintiéramos dolor, sino un sentimiento de superación y euforia tan grandes, que lo eclipsaban, y hacían que ni lo notáramos, incluso llegue a sentir la mirada levemente curiosa y animada de Blade, sobre nosotros... por lo que nos levantábamos una y otra vez, sin importar cuantas veces tuviésemos que caernos, porque, de los errores, se aprende, y, como dijo una vez alguien, que no recuerdo ni creo que recuerde nunca... ¿Por qué nos caemos?... Para aprender a levantarnos.

Esa frase, me ha acompañado a lo largo de mi vida, y creédme... A lo largo de mi historia... Advertiréis cuantas veces, me he aferrado a esas palabras, ligeras como una brisa, pero resistentes cual roble en mi mente, y en mi recuerdo imperecedero...

Wild SoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora