Capítulo 2 (Parte 2/2)

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Me topo al instante con su mirada, que, sorpresivamente para mí, parece asombrada.

Intento tomar nuevamente el picaporte y abrir la puerta para irme.

—No, no, no. Espera —se apresura a decir, colocando una mano sobre la puerta e impidiendo que me vaya ahora mismo.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto confundida y un tanto asustada.

Sólo recién me dispongo a echar un vistazo alrededor: no es un baño, ni la cocina, ni ninguna otra parte extra del restaurante, como había en La Nueva Esquina. Es una habitación ni muy grande ni muy pequeña, que está repleta de utensilios de limpieza en cada una de sus paredes.

—Sabía que si me veías, aunque sea un poco, vendrías hacia aquí —dice, como para sí mismo—. Eres muy curiosa.

—¿Que qué haces aquí? —repito.

—Me he enterado de que es tu cumpleaños.

Sam me dirige una media sonrisa y va quitando lentamente la mano de la puerta, dejando de bloquearme el camino, con una cautela y una mirada que quieren decir «Espero que no intentes irte esta vez». Pongo la mano nuevamente en el picaporte y abro la puerta.

—¡No, espera! —vuelve a colocar su brazo, encerrándome de nuevo mientras azota la puerta ya con una leve molestia en su expresión.

—¿Estás loco? —Pregunto— No voy a esperarte ni un minuto. Intentaste matarme, estás demente...

—No intenté matarte —reclama interrumpiéndome, arqueando las cejas y viéndome como una exagerada.

—Bueno... me atacaste. Pudiste haberme matado.

Abre la boca para contestar, pero al instante la cierra con una exhalación cansada. Se lleva dos dedos a los ojos cerrados, como si deseara poder entrar en razón conmigo.

—¿Podemos hablar? ¿Eh? —Pregunta, mirándome fijamente— ¿Puedo quitar mi mano de la puerta sin que salgas corriendo?

Definitivamente, si abre esa puerta saldré corriendo. Pero, sé que será más veloz y logrará bloquearme el camino de nuevo y, sinceramente, ya no tolero tenerlo tan cerca de mí, con su brazo rozándome el hombro. Me pone de los nervios.

En respuesta, suspiro y levanto las manos, como si estuviera indefensa ante un arma.

—Bien —dice él, extrayendo la mano, nuevamente, con lentitud. Se me queda mirando un momento para comprobar que no hago nada, y entonces mete una mano en su bolsillo—. Toma. Como he dicho, me enteré de que es tu cumpleaños y no quería...

—¿Cómo te enteraste?

Parpadea, sorprendido de mi brusquedad.

—Tu amiga... —ladea la cabeza, sin terminar la frase.

Me golpeo una mano contra la frente.

—En fin —intenta proseguir—, creí que no sería muy amable llegar sin un obsequio, ¿no es así?

Extrae la mano, con una pequeña cajita azul de terciopelo muy bonita.

—¿Qué es? ¿Veneno?

Me mira con ojos aburridos y luego suelta una carcajada irónica.

—Qué chistosa. Qué graciosa, en serio —vuelve su atención al regalo—. La verdad es que no, es sólo una mini bomba.

Ruedo los ojos y coloco nuevamente mi mano en el picaporte como advertencia.

—¡No, no! —exclama, sacudiendo una mano. Luego ríe— Era una broma, por el amor de Gea. Deja de pensar que quiero lastimarte o algo así.

—Será mejor que seas rápido, me están esperando allí afuera.

Hawa: Debemos salir a flote | #2 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora