Capítulo 19 (Parte 2/2)

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—¿Estás lista?

—Anda ya.

—Oye, no querrás hacerme enojar. No te gusta eso.

Ruedo los ojos. Creía que Fénix era el único que usaba las palabras que yo decía en mi propia contra.

—Anda tú —dice él—, pon la palma también.

Vuelvo a imitarlo como una marioneta. Me quedo esperando y viendo con atención la mano de Sam.

Me quedo pasmada cuando comienza. Para mi asombro, poco a poco comienzan a dibujarse hermosas figuras en el agua. Las esquirlas de hielo se desprenden con lentitud desde su origen: la piel de Sam. El agua deja de moverse en esa zona y comienza a endurecerse en su superficie.

Sin tardar demasiado, el hielo llega sin problemas hasta mi mano provocándome una extraña mezcla de frío y cosquillas.

—Rápido —me dice Sam—, siéntelo.

—Ya lo siento —respondo apurada, ¿es algo que tengo que hacer velozmente antes de que se me pase el efecto o qué?

—Cópialo.

—¿Y cómo hago eso...?

—Deja de preguntar tanto e intenta hacerlo —insiste.

Bajo la mirada y comienzo a dudar acerca de qué hacer. ¿Debo mover la mano? ¿O debo dejarla quieta?

Por un momento le hago caso al consejo de Sam y trato de callar la voz de mi consciencia. Concentro todas mis energías en lo que siento allí, donde estoy en contacto con el frío del hielo. Mi mano comienza a adaptarse con facilidad, aunque el efecto no se ha ido. Comienzo a hacer un poco de tensión con los dedos, me enfoco bien en lo que quiero lograr, y...

—Perfecto. Así —comenta Sam, contemplando cómo lo ayudo a expandir el hielo por toda el agua de la fuente—. Sigue con eso, ya casi...

—¡Lo estoy logrando! —chillo, sin darme cuenta de que lo he interrumpido súbitamente. Al instante me percato de que no lo dejé hablar, pero ¡es que esto es increíble!

Sam se ríe por lo bajo mientras yo miro nuestra obra de arte con los ojos fascinados de una niña.

—Sí... lo estás logrando —masculla lentamente—. Como decía, ya casi completamos la fuente.

—¿Quieres congelar toda la fuente? —pregunto, desconcentrándome un poco de mi labor.

—No preguntes eso con ese tono —se queja, mientras las esquirlas de hielo siguen extendiéndose con un ritmo constante—. Deja de dudar de lo que puedes hacer.

Como tiene razón, cierro la boca, y trato de volver mi atención a nuestra tarea. Es que simplemente no puedo creerlo. Ni siquiera me ha dicho qué tengo que hacer ni cómo debo hacerlo. Tan sólo... le hice caso; me concentré en lo que sentía y traté de imitarlo.

Y todo surgió naturalmente.

—Creo que ya está —afirma Sam.

Se levanta, y entonces me levanto también. Me cuesta un poco despegar la mano del hielo, pero no rompo la estructura dura de la plana superficie.

Me quedo parada contemplando con ojo crítico lo que acabamos de lograr.

—Bien —dice él, después de un suspiro. Gira la cabeza para verme—, ¿quieres patinar?

¿Patinar?

Lo miro con el entrecejo fruncido, y entonces él se sienta al borde de la fuente y se comienza a quitar las zapatillas.

Hawa: Debemos salir a flote | #2 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora