Capítulo 39

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Tres días pasan desde el baile de graduación. Tres días y desde entonces Jim no me ha hablado, ni siquiera para preguntarme algo sobre aquella noche. Los ignisios en el Gremio no parecen tener intenciones de acercarse a mí, ni siquiera para decirme que estoy mal posicionada en la fila del almuerzo o para dirigirme una mirada cuando voy a los sanitarios. Sea lo que sea que Kendrick haya dicho o con lo que los haya amenazado, está funcionando, pero no de la forma que desearía. No me insultan, no me hacen preguntas... y definitivamente no hacen escándalos en el comedor y comienzan a arrojarme cosas, pero no me miran como antes. Creo que incluso hubiera preferido alguna mirada de sospecha o recelo antes que estos vistazos de reojo que obedecen una orden de su líder.

Pero todo esto acabará esta noche. Todo acabará cuando sepan que gracias a mí y mis amigos detendremos los planes de Seymour y Abner. Deberá acabar esa estúpida convicción de que los estoy traicionando, de que soy muy diferente a ellos y de que eso les provoca un gran peligro. Lo haré bien esta noche; lo haré bien ahora que sé mejor cómo funciono, cómo debo actuar.

Las antorchas encendidas del pasillo hacen que las sombras de mis piernas se vean largas y dobladas mientras me alejo de mi dormitorio. Con el frío que ha estado incrementando estos días, ningún ignisio está ahora en los balcones del Gremio, así que cuando me escabullo en uno y arrimo la puerta, me encuentro sola bajo el sol que comienza a caer sobre las copas de los árboles. El viento sacude las hojas y yo alzo mi teléfono simplemente para contemplarlo por un instante. Por alguna razón necesito hablar con mamá antes de ir con los demás a la casa de Frank; necesito oír su voz... necesito alguna otra cosa que me calme. Si me voy esta noche sin haber hablado antes con ella, siento que algo me faltaría en el pecho, que algo me desconcentraría.

Marco su número y ella atiende, y me paso unos buenos quince o veinte minutos dialogando con mamá. Ella pregunta cómo estoy cada vez que encuentra la ocasión y entonces creo que, por alguna extraña razón, deseo que se dé cuenta de que algo pasa. No puedo decirle nada sobre nuestra infiltración a la casa del sublíder hawa, y tampoco quiero hacerlo para no generarle preocupación... pero necesito que sienta en mi voz que estoy asustada. Necesito que, sin preguntarme al respecto, me regale palabras de aliento, de contención... de fuerzas. Mamá siempre ha sido buena en eso.

Para cuando ya parece que la conversación está llegando a su fin, luego de desviar el tema hacia el baile de graduación como si fuera el único asunto bonito, me encuentro aún mirando hacia el atardecer y mamá suspira al otro lado de la línea.

—Sé que estarás bien, Audrey. Siempre has sabido hacer buenas elecciones. Tan sólo falta un tiempo más, y estoy segura de que ya estarás en casa —«Mentiras», pienso. Pero no sé si está mintiendo o si realmente piensa que eso puede ser verdad—. Te estaré esperando para entonces... Siempre estoy esperándote, por si acaso.

Trago saliva.

—Sí...

Entonces me pregunto si también siempre esperaba así a Maron, a mi padre. Si siempre se quedaba con esa esperanza y esa certeza de verlo de nuevo...

Aunque, al final, eso nunca ocurrió.

—Volveré pronto —prometo sin mucha emoción. 

 

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Hawa: Debemos salir a flote | #2 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora