Capítulo 20

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Creo que nunca corrí tan rápido por el Gremio. Hago el recorrido de forma tan automática que me sorprendo a mí misma una vez que llego a la oficina de Kendrick. Golpeo la puerta unas seis veces pero nadie me atiende. Sin perder el tiempo, vuelvo sobre mis pasos y me voy corriendo hacia las escaleras. Hago todo el viaje hacia el vacío pasillo donde se encuentra la habitación de Fénix. Cuando golpeo como una maniática, de nuevo, me doy cuenta de que no hay nadie aquí.

Sin pensarlo realmente, miro hacia abajo y noto aquel reflejo con efecto de arcoíris deslizarse por mis pies. Maldigo en voz alta, aunque aquí nadie puede escucharme, y me doy media vuelta con el corazón ya acelerado. No encuentro otra alternativa que ir hacia mi dormitorio. Al llegar al piso de chicas, me encuentro con un poco más de gente a la que había visto al llegar. Saco las llaves del bolsillo trasero del pantalón y agradezco no tener que volver a golpear una puerta.

No me he detenido a escuchar si había alguien adentro, por lo que me asombro bastante al entrar a la habitación.

Marshall es el primero que comenta algo al verme tan agitada.

—Vaya —exclama—, ¿pero de dónde vienes?

Me enfoco un poco más en el espacio. Él está sentado en la cama de Ashley junto a ella, Jota está sentado en la punta de la mía, y Fénix está a un lado, apoyado contra la pared. Me mira con el ceño fruncido y entonces me doy cuenta de lo sospechosa que me veo. Cierro la puerta y me vuelvo a guardar las llaves, esta vez con movimientos más tranquilos.

—¿Qué hacen todos aquí? —pregunto al voltearme.

—Kendrick acaba de soltarnos.

La voz que proviene desde mi derecha me provoca un pequeño sobresalto. No me había percatado de que Elliot se encuentra parado en la esquina, detrás del perchero.

Cuando me concentro en lo que dice, dirijo mi mirada hacia Fénix inconscientemente.

—¿Qué les ha dicho? ¿Qué sucedió?

¿Habrá hallado al culpable? ¿O habrá tomado a cualquiera de los tres para culpar a alguien y tranquilizar un poco a la gente del Gremio? No lo sé, no creo que sea capaz de inculpar a alguien inocente, ¿o sí?

—Nada sucedió —responde Ashley tras un resoplido—, no tienen pruebas de nada. No sé por qué los mandaron a llamar tan rápido.

—Porque quieren solucionarlo rápido —interrumpe Jota—. ¿Has visto lo paranoicos que se han vuelto algunos? No es nada fácil ver un... accidente como el que ocurrió con Daniel Browford. Deben calmar un poco la situación...

—¿Y se supone que deben calmarla cuestionando a la primera persona que se les cruce? —Elliot avanza unos pasos, y puedo notar en sus ojos saltones el enojo que siente.

—Yo no he dicho eso... —trata de explicar Jota.

—¿Y al menos les han explicado por qué los llamaron a ustedes? —pregunto.

—Sí, por culpa de la imbécil que entró a mi cuarto —farfulla Marshall—. Les pareció raro que yo me anduviera por estos pasillos tan tarde. Y, ¡oh, qué suerte la mía! Justo unas horas antes de que pasara lo de Daniel.

Mientras Marshall se queja, observo cómo Fénix agacha la mirada y se queda viendo el suelo.

—Al menos fue algo —interrumpe Elliot—, a mí me llamaron sólo por tratarse de mí.

—¿Al menos fue algo? ¡Es peor que tengan algo que usar como excusa! —exclama Marshall.

—¿Sólo por ser tú? —pregunto, interrumpiendo las quejas de Marshall. Me parece raro que sólo sea por eso.

Hawa: Debemos salir a flote | #2 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora