Ya tengo todo el plan trazado.
Nada puede salir mal. Nada «debe» salir mal.
Siempre supe que tratar bien al conserje de la escuela tendría sus beneficios. No como los demás alumnos, que tiran la basura a dos metros del contenedor sólo para que el pobre hombre tenga que mover el trasero y levantarlo; o como los que lo tratan como si fuera el esclavo de cualquier estudiante que asista a este colegio.
Una vez que me presta las llaves del baño de chicas, me quedo contra un casillero esperando el momento adecuado. Exactamente en un minuto Ebby visita el sanitario para poder tener el tiempo necesario y prepararse antes de la clase de Literatura, que es una de las más largas y la única que compartimos con aquel chico moreno que tanto le llama la atención.
Cuando la veo adentrarse en el sanitario, espero a que la chica que estaba adentro se retire y entonces entro yo. Ebby aún está ocupando una cabina del baño, así que aprovecho el tiempo y cierro la puerta con las llaves que el buen conserje me prestó.
Una vez me aseguro de que ya ninguna otra estudiante puede entrar, me apoyo contra los lavabos y espero. Suspiro y me aferro al frío mármol, nerviosa como si estuviera a punto de rendir una presentación oral. «Dios mío, Audrey. Es tu amiga. Has hablado con tu amiga millones de veces».
Escucho el pestillo y me enderezo, bien erguida. Ebby sale mirando el suelo y colgándose el bolso al hombro. Como estoy directamente enfrente de ella, no tarda nada en alzar los ojos y clavarlos en mi rostro. Frunce el ceño, y estoy muy segura de que lo hace porque no es muy normal salir del baño y encontrarse con alguien observándote fijamente.
—¿Audrey? —Pregunta, y entonces mira alrededor con aire curioso— ¿Qué estás haciendo aquí?
—Tengo que hablar contigo —suelto, y al instante añado—, y no dejaré que te vayas hasta que me escuches.
La mueca de Ebby se intensifica más, mientras pasa por mi lado con mucha lentitud y deposita el enorme bolso sobre la mesada de mármol. Abre el grifo y comienza a lavarse las manos.
—Tenemos clases ahora...
—Necesito —suplico—, realmente necesito que me escuches. Por favor.
Deja de hacer correr el agua y levanta levemente la mirada hacia mí.
—En serio lo lamento —confieso—. Lamento no haber estado con ustedes todo este tiempo, tal como solíamos hacerlo antes. Y, y... —tartamudeo, intentando fracasadamente de soltar todo lo que quiero decir al mismo tiempo— lamento mucho no incluirte más en mi vida. Siento no poder decirte todo lo que quieres, y te mereces, que te cuente. Lamento...
—¿Me has venido a buscar hasta el baño por esto? —es lo que pregunta.
—Sí, yo... —musito. El que lo haya dicho en voz alta hace que me dé cuenta de lo raro que es esto. Ni hablar del hecho de que he tenido que cerrar las puertas con llaves para que nadie nos interrumpiera— Quería poder hablar contigo como antes, que pudiéramos estar solas y... terminar con todo esto.
—¿Terminar con todo esto? —repite. No está furiosa, sino que distingo una extraña mezcla de tristeza y confusión en su mirada— Audrey, creo que es hora de que me escuches a mí. Nada ha sido como antes entre nosotras desde el año pasado. De un momento a otro te fuiste de tu casa; sin motivos, sin respuestas, sin fundamentos. Desapareciste por mucho tiempo, y apenas me enviabas mensajes para que supiera que estabas bien y que te ayude en una que otra cosa. Te creí, está bien, e intenté comprenderte y apoyarte en lo que sea por lo que estabas pasando. Hasta te conté que esperaría a que estuvieras mejor para que pudieras confesarme qué te estaba sucediendo... pero ese momento nunca llegó —enfoca la mirada mientras los ojos se le humedecen un poco—. Después, te saltas de mi auto en plena conversación y corres hacia un edificio en llamas como si alguien te estuviera llamando desde allí. Espero en la calle junto a Clark con el corazón en un puño mientras rogamos volver a verte aparecer por la puerta. Terminas saliendo en las noticias y todo el mundo no hace más que hablar sobre ello; y todos me preguntan a mí, como si yo tuviera las respuestas. Te juntas con un tipo al que apenas conozco, que ha comenzado a vivir frente a tu departamento y trabajar para tus padres en la granja de un día para otro —sacude la cabeza—. Está bien que hayas conocido a un muchacho, sabes que me alegra. Pero, si es por él que te has alejado tanto de nosotros, ¿cómo quieres que me tome la importancia que tiene él en tu vida?
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Hawa: Debemos salir a flote | #2 |
FantasyCOMPLETA - PRONTO EN LIBRERÍAS. Tras los intensos acontecimientos que han ocurrido últimamente, Audrey recibe la noticia de que deberá asistir al Gremio de los Ignisios para aprender a controlarse y a dominar sus inestables poderes... aunque quizás...