Capítulo 9: Familia feliz

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Akashi no había podido pegar ojo en toda la noche, la visita que le hizo a Aomine en el bar donde trabajaba la noche anterior no dejaba de reproducirse una y otra vez en su cabeza. Aunque Kagami ya le había advertido que Aomine no jugaba al baloncesto, oírselo decir de sus propios labios había sido más duro de lo que pensaba. Comprobar que le había destrozado tanto con su traición que ni reaccionaba ante un reto como el que le propuso le había dejado conmocionado. Es que ni siquiera le tenía estima a ese juego que tanto amó. ¡Lo había llamado baloncesto de niñas! Si hasta parecía más interesado en ese juego bruto que era el Slamball porque si no era así, no entendía por qué se había cabreado tanto cuando se había metido con ese supuesto deporte.

Se meció el cabello con frustración. Necesitaba saber más información sobre esos años que había estado lejos de Aomine, necesitaba saber qué había pasado en su vida todo ese tiempo. No sabía cómo averiguarlo porque estaba claro que Aomine no se lo iba a contar y parecía que no iba a conseguir esa información pronto del detective que había contratado. No conocer lo que había estado haciendo la persona que aún amaba lo estaba volviendo loco, puede que saberlo no fuese a cambiar nada la relación o mejor dicho, la no relación que tenía ahora con él pero lo necesitaba. Necesitaba comprender mejor a Aomine e intentar acercarse a él aunque fuese para ayudarle a recuperar su ilusión por el baloncesto pese a que su verdadero deseo era recuperarle.

De repente, la imagen de Kagami acudió a su mente. Él podría contarle lo ocurrido con Aomine, podría ayudarle a conseguir lo que buscaba aunque no iba a ser una tarea fácil. No podía acudir al resto de los jugadores de la generación de los milagros porque no estaba seguro de si habían seguido manteniendo el contacto con Daiki durante esos años o si en esos momentos estaban en la ciudad o incluso en el país. Tampoco sabía si estarían dispuestos a contarle lo que quería ya que después de lo que le hizo a Aomine, su relación con los demás se había enfriado. Alguna vez se había mandado algún mensaje con ellos o habían hablado pero de nada importante y durante poco tiempo.

Al menos con Kagami tenía más posibilidades de averiguarlo ya que, pese a que no había soltado mucho el día que se reencontraron, le había contado que Aomine ya no jugaba. Quizás podría sonsacarle información si le pillaba relajado y con la guardia baja y lo mejor para ello sería jugar contra él en un uno contra uno. Creía que si Kagami estaba más centrado en analizar sus tácticas y movimientos, se le escaparía alguna respuesta que le fuese útil cuando le fuese preguntando cosas de Aomine.

Se levantó del sofá y fue veloz hacia su dormitorio para sacar unas deportivas cómodas de su zapatero. Iría en ese momento a la cancha con la esperanza de encontrarse a Kagami por allí enseñando alguna jugada a Daisuke y así llevar a cabo su plan. El niño ya le dijo que vivía cerca así que pensaba que las posibilidades de que estuviesen allí eran altas. Se cambió el calzado y se dirigió a la entrada de su casa para coger la americana negra que había dejado sobre el sofá, su móvil y las llaves de su casa y del coche.

Salió de su mansión conduciendo su Aston Martin de color negro y se dirigió a la destartalada pista. Cuando llegó, vio que no solamente Kagami estaba allí sino casi todos sus antiguos compañeros de equipo. Aparcó su coche al otro lado de la carretera y vio que el pelirrojo parecía estar gritando a Murasakibara, quien le miraba con aburrimiento y comía una bolsa de patatas fritas mientras Midorima parecía enseñarle a Daisuke cómo tirar sus triples y, a un lado de la pista, se hallaban Tetsu y Kise charlando sentados en un banco. El único que faltaba era Aomine y se preguntó dónde podría estar ahora. ¿Tanto odiaba el baloncesto que ni siquiera soportaba ver a sus amigos jugar?

Decidió que ése no era el momento para pensar en aquello, que debía aprovechar la oportunidad que se le había presentado con todos sus antiguos compañeros y sin la presencia de Aomine para poder averiguar todo lo posible. Aparte también podría intentar limar asperezas con todos y ver qué había sido de sus vidas desde que se marchó a otro continente. Fue a salir del coche para ir a su encuentro cuando vio que desde el otro lado de la cancha aparecía Aomine que caminaba serio con las manos metidas en los bolsillos, por lo que se tuvo que quedar dentro del coche.

Baloncesto callejero (Kuroko no Basuke, AkaAo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora