Capítulo 32: Serias advertencias

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Tras acompañar a Aomine hasta su dormitorio para que se duchara, pusiera ropa seca y convencerle de que se tumbara y descansara, Akashi se fue a su propio dormitorio a tomar una ducha de agua caliente y eliminar así todo rastro de cloro de su cuerpo. Cuando terminó y se vistió, se dirigió al jardín al ver a su padre y a su hijo en un rincón agachados.

- ¿Hace mucho que habéis vuelto? - preguntó Akashi acercándose a ellos.

Al oír la voz de Akashi, abuelo y nieto dejaron lo que estaban haciendo y se dieron la vuelta poniéndose de pie.

- No, hará unos cinco minutos – mintió Masaomi ocultando que tanto él como Daisuke le habían visto besándose con Aomine en la piscina.

- ¿Qué hacíais? - preguntó curioso el jugador de baloncesto tratando de mirar por detrás de los otros dos.

- El abuelo me estaba enseñando los nombres de algunas flores – contestó Daisuke con una sonrisa.

- No tenía ni idea que tuvieras conocimientos sobre botánica – le comentó Akashi a Masaomi.

- Un hombre de negocios tiene que saber de todo, ya que nunca se sabe con quién puedes hacer negocios en el futuro – le respondió.

- Dai, tu padre está descansando en su habitación, ¿por qué no vas con él y le haces compañía? Seguro que le gustará dormir un rato contigo y de paso, le vigilas por mí mientras estoy fuera. Le duele la pierna de nuevo – le aclaró al ver la cara de confusión del pequeño.

- Claro, cuenta conmigo, papá – le contestó sonriente.

- Ve con él mientras hablo un momento con el abuelo – le pidió revolviéndole el cabello y sorprendiendo a ambos que se dirigiera a Masaomi de aquella manera.

Daisuke asintió con la cabeza y salió corriendo hacia el interior de la casa, fijándose en el bolsillo del pantalón de su padre al pasar por su lado. Le había llamado la atención algo que sobresalía de color negro y la extraña forma que el bolsillo había adquirido por contener ese objeto. Cuando Akashi vio que el niño cruzaba las puertas correderas que delimitaban la casa del jardín, se giró hacia Masaomi para hablarle sin que el niño pudiera escucharles.

- Gracias – soltó sin más sorprendiendo mucho a Masaomi, que jamás había escuchado a su hijo dedicarle esa palabra – Gracias por haber ayudado a Aomine y haber estado con él.

Masaomi no supo qué responder, primero, porque todavía estaba anonadado, y segundo, porque no sabía qué le había contado exactamente Aomine y no quería meter la pata.

- Tengo que ir a hacer un recado. He mandado que hagan el almuerzo así que no os tenéis que preocupar de la comida. Regresaré a la hora del almuerzo para comer con todos – le informó Akashi antes de alejarse dejando solo a Masaomi.

A los pocos minutos, éste pudo reaccionar al fin cuando se dio cuenta del posible destino de su hijo y de lo que pretendía hacer. Quiso ir a detenerle, pero ya era demasiado tarde, el coche de Seijuuro acababa de cruzar los enormes portones, perdiéndose en la carretera.

Media hora más tarde, Aomine se despertó por la sed que tenía. Al abrir los ojos, lo primero que vio fue una cabellera rojiza frente a él y, por un instante, pensó que se trataba de Akashi que había decidido quedarse con él para custodiar su sueño y darle seguridad, pero, cuando bajó su mirada y vio aquellos alegres ojos azules observándole con felicidad, supo que se trataba de su hijo.

- Dai, ¿cuánto rato llevas aquí? No te he oído entrar – le dijo Aomine.

- Pues desde que papá me pidió que viniese a hacerte compañía porque él no podía – le contestó sincero sin tener ni idea de que había metido la pata al contar la verdad.

Baloncesto callejero (Kuroko no Basuke, AkaAo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora