La gente se había reunido alrededor de la cancha de baloncesto rodeada de aquellas placas de un estilo más propio a un campo de Hockey que a uno de baloncesto. Cuatro camas elásticas se encontraban en el suelo bajo cada canasta y los jugadores corrían por la pista pasándose la pelota y saltando en las camas para alcanzar el objetivo. Todos buscaban el mate perfecto, la jugada más bonita y complicada mientras los defensas placaban una y otra vez contra ellos tratando de impedirles llegar al aro. El Slamball siempre fue un juego de extremo contacto donde las lesiones estaban a la orden del día.
Aomine se acercaba a la canasta. Corría hacia las colchonetas bajo ella y dio el salto en una de ellas y pese al primer golpe de uno del defensa del equipo contrario que lo tiró hacia atrás, rebotó su espalda en la colchoneta y lanzó en un tiro imposible encestando sin problema.
El público se volvía loco con los mates y tiros de Aomine y pese a sentir cierta satisfacción por los gritos eufóricos cuando le veían jugar, no podía negar que le dolía el golpe del defensa. El Slamball no era el tipo de baloncesto que él había soñado, siempre quiso ir a la NBA y ahora estaba jugando a Slamball, recibiendo golpes a cambio de un salario. No se parecía en nada a la NBA, allí buscaban ganar partidos, aquí sólo buscaban ver las jugadas más difíciles para deleitarse con la habilidad de los jugadores. Quizá Aomine era perfecto para eso por sus tiros imposibles, por su velocidad a la hora de llegar, por esas jugadas que siempre las convertía en algo difícil e inigualable.
Miró hacia las gradas viendo allí a Tetsu que apoyaba sus manos en los hombros de su hijo Daisuke que no podía dejar de mirarle con aquellos ojos preocupados. Quería decirle que estaba bien, pero no era del todo cierto, le dolía el costado por el último golpe recibido de la defensa.
Aomine se despertó de golpe encontrándose en el sofá de su casa, se había quedado dormido y aún no entendía cómo. Trabajaba muchas horas por la noche en aquel bar y quizá fue el cansancio, hasta en su día libre era imposible de recuperarse por completo del cansancio. Recordó la última conversación con su hijo. Daisuke le había gritado y se había enfadado con él por el tema del Slamball pese a que hacía años que lo había dejado atrás. No entendía el motivo y aunque el niño se había encerrado en su habitación, quería arreglarlo con él.
- ¿Daisuke? – preguntó y al no obtener respuesta fue hacia su dormitorio.
Abrió la puerta con lentitud encontrándose a su hijo cambiándose la sudadera y con el balón en el suelo. Supo enseguida que había salido fuera a esas horas aprovechando el cansancio de su padre.
- Dai... ¿Cuántas veces tengo que decirte que no me gusta que salgas a estas horas? Es peligroso.
- Lo siento – dijo el niño poniendo cara de no haber roto nunca un plato – necesitaba ir a hacer un par de lanzamientos para despejarme.
- Haberlo dicho y te habría acompañado – comentó Aomine – En serio, no vuelvas a salir solo.
- Estabas muy cansado y no quise molestarte.
Aomine se acercó hacia la cama y se sentó en el colchón viendo cómo su hijo se subía a la cama y se tapaba con las mantas observándole sabiendo lo mal que se sentía por la discusión de antes.
- Yo... no voy a volver a jugar, Dai – le dijo Aomine – Lamento si te ha dado esa impresión pero no entiendo de dónde la sacaste.
- Te he visto hablando con ese tal Takumi... tu antiguo entrenador en Slamball. Creí que quería que volvieras a jugar en su equipo.
- Te prometí que no volvería a jugar y no tengo intención de faltar a mi palabra. El Slamball se ha terminado.
- ¿Por qué vino entonces a buscarte? – preguntó Daisuke curioso.
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Baloncesto callejero (Kuroko no Basuke, AkaAo)
FanficHistoria escrita por dos autoras: Kaoru Himura y Fullbuster. Resumen: Aomine y Akashi tienen una relación desde el instituto pero cuando terminan la universidad, deciden optar a una plaza para un equipo de baloncesto profesional. Akashi, motivado po...