Capítulo 18: Zorra

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Akashi estaba estático frente a la puerta del apartamento donde vivía Aomine, nunca se le hubiese ocurrido que pudiera haber estado cenando en un restaurante tan caro, no solamente porque dudaba que tuviese el dinero necesario teniendo en cuenta dónde trabajaba, sino porque sabía que no era fan de la alta cocina. Aomine siempre había preferido los restaurantes familiares o de comida rápida, recordaba que siempre se quejaba de la poca cantidad de comida que servían para lo cara que era y que aquellas minúsculas raciones no llenaban ningún estómago.

¿Por qué había tenido que ir precisamente el mismo día que su padre le tendía una trampa? Aquello era demasiado para ser simple casualidad. ¿Acaso era posible que su padre también estuviera tras la aparición de Aomine? ¿Pero cómo lo habría orquestado? Dudaba que su padre hubiese hablado con él o que Aomine hubiese aceptado ir, se odiaban mutuamente. Era posible que se equivocase al culpar a su padre también de ese incidente, quizás sólo había sido mala suerte.

Dejó a un lado esos pensamientos, ahora lo importante era tratar de explicarle a Aomine que Momoi no era su novia. Pensó en volver a tocar a la puerta, pero desechó esa idea casi al instante. Pondría la mano en el fuego a que Aomine no le abriría en ese momento, estaba demasiado cabreado con él. Lo mejor era marcharse y dejarle tranquilo por ahora, darle tiempo y espacio para que se calmara, ya intentaría hablar con él más tarde.

Salió del bloque de apartamentos y se metió en su coche para acudir a los entrenamientos. Suspiró al pensar lo tenso e incómodo que iba a ser reencontrarse con Momoi tras lo ocurrido la noche anterior. La había apartado un poco brusco debido a la sorpresa cuando le besó y después se marchó casi corriendo poniendo como excusa que no se encontraba bien. Quizás debería haberle aclarado en ese momento que no sentía nada por ella, que aquella cena formaba parte de un plan creado por su padre, pero estaba demasiado conmocionado como para razonar.

Sabía que debía dejarle claro que no había nada entre ellos ni podría llegar a haberlo, pero tenía dudas si era buena idea contarle toda la verdad. No le importaba que la reputación de su padre se arruinase o que cualquier negocio que tuviera entre manos con el padre de Momoi no llegase a buen puerto por su culpa, era lo mínimo que se merecía por meterse en su vida privada, solamente no quería hacer más daño del debido a Satsuki. Ya iba a romperle el corazón al rechazarla, ella no necesitaba que la humillase al decirle que le habían tomado el pelo, no tenía culpa de que su padre fuese un manipulador y la hubiese usado a su conveniencia.

Tras llegar a su destino y cambiarse la ropa en el vestuario, fue hasta la pista donde había algunos compañeros practicando tiros mientras esperaban a que llegase el resto del equipo. Iba a unirse a ellos, cuando una delicada mano le cogió de la muñeca impidiéndoselo.

- ¿Te encuentras mejor? - le preguntó Momoi preocupada.

- Eh... Sí, sólo fue una pequeña indigestión – le mintió.

- Me alegro – respondió aliviada – me quedé preocupada cuando te fuiste de repente, por un momento pensé que te marchaste por mí, por... el beso – murmuró sonrojada.

Akashi se sintió mal, no había pensado en cómo se habría podido sentir al dejarla allí plantada sin darle una buena razón. La cogió de la muñeca y se la llevó fuera de la cancha para tener un poco más de intimidad. No quería que hubiera espectadores cuando la rechazase ya que tenía la impresión de que Momoi acabaría llorando cuando lo hiciera y de esa forma, le evitaría el mal rato.

- ¿Por qué me has traído hasta aquí? ¿Pasa algo? - le preguntó la chica al verle más serio de lo habitual.

- Tengo que decirte algo.

Baloncesto callejero (Kuroko no Basuke, AkaAo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora