Capítulo 14: Hogar

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Aomine no podía creerse aún que estuviera precisamente Akashi en su casa. Primero entraba su cara en una caja de cereales, tenía que aguantarle verle jugar por la televisión y ahora estaba allí, ya no sabía qué hacer para quitárselo de encima. Ese chico no se marcharía ni aunque le tirase agua hirviendo.

Desde el sofá donde Akashi le había dejado tumbado con el hielo en la rodilla, podía verle en el baño al final del pasillo buscando algo entre los cajones, seguramente algún antiinflamatorio o alguna crema que pudiera ponerle y bajar la hinchazón de su pierna. Su hijo más feliz que una perdiz, seguía a Akashi por toda la casa hablándole sobre baloncesto.

- Esto es un desorden – dijo Akashi mirando el pequeño armario metálico del baño - ¿Es que no sabes tener un cajón para las medicinas? Tienes todo desordenado.

- Lo pongo donde cabe – dijo Aomine.

- Como siempre. No has cambiado nada.

- Supongo que ya no vivo con un quisquilloso.

- Claro... ahora vives con el tigre Kagami que al parecer... es igual de desordenado que tú – le aclaró - ¿Dónde tienes los antiinflamatorios?

- En la balda más alta del armario – le dijo Aomine sonriendo y Akashi le lanzó una mirada de odio al ver que a esa balda, él no llegaba.

- ¿Va en serio?

- No es mi culpa que seas un tapón.

Akashi buscó con la mirada una banqueta a la que poder subirse mientras Aomine sonreía desde el sofá hasta que su hijo le llevó la banqueta a Akashi con una gran sonrisa. Era increíble que hasta su hijo se compinchase con aquel individuo. Resopló frustrado al ver que Akashi conseguía llegar y bajaba el antiinflamatorio.

- Dai... ¿No tienes que hacer deberes? – preguntó Aomine.

- Sólo quedan unos pocos, puedo hacerlos luego – dijo sin apartar la mirada de Akashi.

- Hazlos ya, Dai.

- Pero, papá... Es que está Akashi aquí y quiero aprovechar el tiempo con él. No siempre puedo estar con mi ídolo.

- A tu cuarto a acabar los deberes – le ordenó Aomine viendo la frustración de su hijo cuando torcía los labios.

- Si los acabas rápido, te llevaré a jugar al parque – le dijo Akashi sacándole una gran sonrisa al niño quien se marchó como un rayo a la habitación a terminar su tarea.

- ¿Ahora vas a enseñarme cómo educar a mi hijo o qué? – le preguntó Aomine.

- Sólo quería ayudar. Estás pagando tu cabreo con él y no es justo. Ambos sabemos que detestas que esté aquí, así que págalo conmigo. ¿Podemos hablar de lo que te molesta en realidad? – preguntó Akashi.

- Tú eres el que me molestas – le dijo Aomine con sinceridad – Te largas a Estados Unidos sin decir nada y ahora vuelves de la misma manera. Tengo que aguantarte en todos los lados. ¿Crees que me apetece verte después de lo que hiciste? Estabas muy bien en Estados Unidos, ya te había olvidado y ahora apareces aquí como si nada y no entiendes que no quiero saber nada de tu familia, ya me hicisteis bastante daño, no quiero más y desde luego no permitiré que se lo hagas a mi hijo. ¿Por qué narices has vuelto? ¿Qué buscas en Japón?

- He venido buscando tu perdón – dijo Akashi – sé que fui un capullo y lo lamento, pero déjame compensarte por todo el daño.

- No tienes ni idea del daño que hiciste cuando te marchaste – dijo Aomine con una mirada dura que Akashi jamás le había visto poner.

Baloncesto callejero (Kuroko no Basuke, AkaAo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora