Capítulo 33: Conexión

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No era el primer beso que compartían desde que Akashi había vuelto a Japón, pero de alguna manera, ambos lo sentían diferente. Quizás se debía a que no había ninguna carga sobre ellos, Aomine ya no se tenía que reprimir o sentirse culpable ya que no estaba comprometido con Takumi, era un hombre libre. Tampoco sentía el rencor, el dolor o las inseguridades que le atacaban antes por lo sucedido hace años o por lo que Akashi pudiera pensar sobre él.

Algo parecido sentía Akashi. Por fin había conseguido hacer ver a ese cabezota que no le importaba lo que hubiese hecho en el pasado para sobrevivir y para cuidar a su hijo, al fin había conseguido hacerle comprender que le amaba y que no había nada en el mundo que no hiciera por él. Tampoco sentía el peso de que Aomine le estuviera besando para huir de algo o entretenerle como había hecho en la piscina. Ese beso estaba libre de cualquier emoción negativa, en él sólo fluían los sentimientos que tenían por el otro sin restricciones. Era un beso que les recordaba a los mismos que una vez se dieron cuando eran jóvenes y no tenían preocupaciones, cuando todo era más sencillo.

Aomine rodeó la espalda de Akashi con sus brazos y se agarró con fuerza al chaleco que llevaba. Le amaba tanto y le había echado tanto de menos que sentía que se asfixiaba por culpa de sus propias emociones. Le necesitaba, necesitaba sentirse amado por él de nuevo, necesitaba que sus cuerpos se unieran y fueran uno solo, pero al mismo tiempo, no sentía ansiedad o prisa por conseguirlo, era una sensación contradictoria y extraña. Le amaba y quería hacer el amor con él, pero no iba a forzar la situación, solamente dejaría la mente en blanco para disfrutar de esos labios que adoraba y permitiría que pasase lo que tuviera que pasar, ya fuese que el beso sólo se quedase en eso o fuera a más.

Con ese abrazo, Akashi supo exactamente lo que Aomine quería, quizás era porque había llegado a conocerle tan bien que era capaz de entenderle sin palabras, o puede que fuera por la fuerte y extraña conexión que siempre habían tenido o simplemente era porque él deseaba exactamente lo mismo. Quería demostrarle a Aomine cuánto le seguía amando y anhelaba tenerle junto a él de nuevo y no dejarle escapar.

Sin romper el beso, Akashi fue guiando lentamente a Aomine hasta dejarlo tumbado sobre la cama de nuevo. Los labios de ambos siguieron encontrándose con lentitud, ni siquiera trataron de profundizar el contacto y dejar que sus lenguas se unieran, mientras las manos de Aomine abandonaron el chaleco del pelirrojo y bajaron con lentitud hasta alcanzar el borde de la camisa colándolas para acariciar la blanca piel solamente con la yema de sus dedos. A Akashi se le erizaba la piel debido a ese roce tan ligero que le provocaba agradables cosquillas.

El pelirrojo también se aventuró a explorar con delicadeza el cuerpo contrario y alzó levemente la camiseta de Aomine para acariciar suavemente sus abdominales. Ambos se dedicaron a regalarse caricias hasta que sintieron que necesitaban más contacto, por lo que se desprendieron de la tela que se interponía entre ellos. Aomine llevó sus manos hasta los botones del chaleco de Akashi y los desabrochó, cuando terminó, repitió la misma acción con los de la camisa.

Colocó sus palmas sobre los pectorales descubiertos, notando el rápido latir del corazón de Sei, y las movió hasta los hombros primero, apartando las prendas, y terminó de quitárselas recorriendo los brazos del pelirrojo hasta dejarlo con el torso descubierto. Akashi tiró al suelo su camisa enredada con el chaleco y se dejó acariciar por Aomine mientras le desvestía también alzando la camiseta que llevaba. El de piel morena se reclinó hacia delante y elevó sus brazos para ayudar a Akashi en su labor de desnudarle, siendo el único momento en el que sus bocas se separaron.

Cuando estuvieron en igualdad de condiciones, Aomine se echó de nuevo hacia atrás llevándose consigo al pelirrojo para pegar sus cuerpos y dejar que sus torsos desnudos se tocaran. Un suave jadeo se escapó de sus labios en el momento en que uno de sus pezones rozó el del hombre sobre él. Ese mismo roce combinado con el delicioso sonido que salió de la garganta de Daiki provocaron que el deseo de Akashi aumentara y su entrepierna terminara de despertar.

Baloncesto callejero (Kuroko no Basuke, AkaAo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora