Empujé la última albóndiga hasta el borde del plato. Tal y como había previsto, al ser viernes teníamos para comer las albóndigas restantes de nuestros días fuertes en Juliette's. Normalmente habría hecho lo posible por robarle a Nina una de las suyas (siempre me quedaba con ganas de repetir), pero ese día tenía un nudo en el estómago que me impedía incluso acabar mi ración. Eché un vistazo por la ventana. El cielo seguía teñido de un gris oscuro fuera de lo habitual, por lo que las farolas de la calle seguían encendidas aún y siendo mediodía. Al igual que yo, avisé a muchos otros asomando entre sus cortinas. Bruselas era gris, pero nunca tan gris. El sol llevaba días sin aparecer y estaba segura de que los más creyentes ya presentían el apocalipsis. Qué tontería, era claramente una simple oleada otoñal.
La voz del locutor de radio me hizo volver a mi plato de albóndigas. Nina había conseguido al fin sintonizar la radio. Se mantuvo unos segundos sujetando la antena, pero una vez más perdió la señal al soltarla. "Me rindo", gruñó harta y volvió a la mesa. Me miró extrañada y recogió su plato. Ese tiempo la tenía de mal humor y el no poder escuchar las predicciones del tiempo la preocupaba seriamente. Yo por mi parte solo rezaba porque si el mundo tenía que terminar, que fuese después de medianoche.
Se echó a la boca mi última albóndiga sin preguntar y recogió también mi plato. Debía de haber imaginado que no la quería después de diez minutos rulándola de un lado con el tenedor. Ella odiaba que jugase con la comida. Me levanté, retiré el nuevo mantel de flores y la acompañé mientras fregaba. "¿Todo bien, chica?" Reiteró por quinta vez la pregunta. La respuesta era siempre afirmativa, y no mentía. Estaba bien, demasiado bien, sólo tenía nervios y excitación anticipada, de lo bien que estaba.
Sólo era eso, si tenía sentido.
Afilé la punta de mi lápiz 8b y fui hasta el sofá. Nina reintentó sintonizar la radio mientras me disponía a garabatear. Hice una rápida caricatura suya frustrada. Carcajeó al mostrársela en la lejanía. Me sentí orgullosa de haberle sacado una sonrisa por primera vez en el día.
—Ahora iré a ver a la señora Bernard — dijo aún divertida—, no he ido a verla después del robo —había olvidado por completo ese otro gran misterio: el robo de la señora Bernard.
—Te acompaño —¿Habían encontrado al culpable? Quería hacerle algunas preguntas al respecto. Estaba segura de que el agente Dubois no hizo las adecuadas cuando me marché. Además, necesitaba una distracción. Los nervios aumentaban con el paso de los minutos y tenía la sensación de que sería una tarde muy larga si tenía que quedarme sola en casa.
—No, no... tienes que quedarte aquí —dijo rindiéndose otra vez en el intento de coger señal. Era imposible.
—¿Por qué?
—Hoy viene la nueva inquilina —abrí los ojos como platos.
—¿Qué?
—No me digas que lo has olvidado —no lo había olvidado, claro que no. Sabía que Mark había encontrado ya a una nueva empleada, y que tal y como habíamos planeado Nina y yo, cubriría nuestra plaza libre en casa. Pero, ¿hoy?
—¿Hoy?
—Claire te lo dije el miércoles —me lo había dicho el miércoles, cuando después de ver a Harry alejarse en la oscuridad de la noche subí al piso completamente perdida en el sonido de mi nombre procedente de su voz, baja y ronca, en su gesto sereno, en el brillo de sus ojos...
—Sí, sí, hoy es viernes... —frunció el ceño. Era normal que no me entendiese, yo tampoco me estaba entendiendo—. ¿A qué hora?
—Dijo por la tarde. No creo que venga antes de las cinco, aun así no quiero arriesgarme a que tenga que esperar —dijo mientras doblaba las futuras mantas de la susodicha—. Pobrecilla, viene de Francia, estará cansada...
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Cierra los ojos (Harry Styles AU)
FanfictionEn un mundo en decadencia, reinado por la pobreza, el clasismo y la discriminación religiosa, dos jóvenes se conocen en inusuales circunstancias y entablan lo que es en principio una relación amistosa llena de misterio y diferencias. Esta fanficti...