El 1 de noviembre era siempre doloroso para Marc. Nina lo sabía bien y se encargaba de llevarlo cada año al cementerio donde Juliette yacía desde 1999.
No le habían renovado el carné de conducir, yo misma le acompañé a la revisión y oí los pitidos de error de la máquina de simulación, así que ese año fue Nina quien condujo su viejo Mercedes al cementerio más cercano. Yo, les acompañé buscando una distracción de la noche anterior.
A las cuatro, cuando Gemma había vuelto a caer rendida escuchando historias de conejos y princesas, me acompañó a casa sin una palabra. Las bolsas bajo sus ojos y los continuos suspiros hacían obvio que estaba exhausto física y mentalmente. No era momento de seguir hablando, así que me limité a abrazarlo como despedida. No le había dicho lo mucho que sentía lo de sus padres, así que por una parte quise dárselo a entender, por otra simplemente me apetecía volver a sentirle cerca, a sentir sus brazos y el olor a suavizante. "Gracias", susurró antes de romper el abrazo. Acto seguido, como muchas otras noches, desapareció en la oscuridad.
Durante el trayecto me hallé pensando qué haría Harry si las cosas fuesen mal. Yo tenía una familia a la que acudir si fracasaba, la pequeña Gemma solo tenía un centro de menores esperándola en Inglaterra. Entendía ahora la presión por ganar los combates, por qué lo vigilaban los servicios sociales y su expresión indescifrable. Era la expresión de alguien que había salido de la tristeza, que había superado el sufrimiento, que aceptaba la vida y tenía como única meta salir adelante. Y mi corazón sufría con el pensamiento. Sufría por esa niña que había perdido a sus padres a los cinco años y por ese chico que además de perderlos había tenido que ocupar su lugar a los diecisiete.
El sol no había aparecido, no era un día para la luz. Sin embargo, el viento soplaba fuerte agitando los árboles y despeinando mi pelo.
Me llevé mi bloc y mis lápices para mantenerme ocupada mientras daba a Marc el espacio que necesitaba. Con un ramo de rosas blancas y a paso incierto se alejaba hacia la tumba de su difunta esposa. Me senté bajo uno de los sauces llorones que cubrían el cementerio (sin duda no había un árbol más apto para un sitio así) y entonces vi en la lejanía cómo se quitaba el sombrero y caía rendido sobre sus rodillas junto a la tumba, muy posiblemente rompiendo a llorar. El cáncer se había llevado a Juliette hacía ya veinticinco años. Era una mujer muy querida en Koekellberg, pues había sido maestra escuela y ya se sabe el cariño que se les coge a los que llevan a cabo este oficio. "Cuando Dios decidió llevársela", Marc no pudo soportar vivir en lo que había sido su hogar, así que decidió derrumbar la planta baja de su casa, reformar la segunda y montar un local. Así nació Juliette's.
Según Nina, el dolor no era el mismo, pero seguía ahí.
Comencé a observar mi entorno en busca de inspiración ¿Cómo se dibujaba la tristeza? Porque era lo único que sentía. Tristeza por Harry, por Marc, por aquel hombre encerrado en el sótano de los Martin...
Amelle seguía enfadada. No sé si conmigo, con ella misma, con Harry, con todos o con nadie, pero no la había vuelto a ver desde que nos dejó en el portal sin siquiera un saludo. Se había encerrado en su cuarto y nos privó de su presencia incluso para el desayuno. Yo entendía su reacción, sin embargo ella no entendió la mía.
Una de las estatuas llamó mi atención: "Familles Leemput et Jacobs". Una mujer joven, reclinada sobre la tumba y envuelta en una túnica lloraba desconsolada. La estatua era la imagen de mis sentimientos. Empecé trazando las líneas de su rostro.
—Vamos a tener que llevárnoslo a la fuerza— Nina se sentó a mi lado, alternando su atención entre mi dibujo y el pobre Mark.
—¿A la fuerza?
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Cierra los ojos (Harry Styles AU)
FanficEn un mundo en decadencia, reinado por la pobreza, el clasismo y la discriminación religiosa, dos jóvenes se conocen en inusuales circunstancias y entablan lo que es en principio una relación amistosa llena de misterio y diferencias. Esta fanficti...