Capítulo 16

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TOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOURRRRRR MUNDIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAL

¿Alguien va al concierto de Madrid o Barcelona?

¡Capítulo corto pero necesario!

Pronto el 17, I promise.

Nina no se acostaba nunca más tarde de las doce si no era por trabajo, sus párpados luchaban por mantenerse abiertos. Amelle, aun en shock, se paseaba inquieta de un lado al otro del pasillo. No había muchos más pacientes, solo un niño con un brazo vendado y sus padres y una llorando con su marido llamaron mi atención. La seguían con la mirada, preguntándose a quien esperaba tan inquieta, imaginando alguna catastrófica situación en sus mentes.

El por qué estaba yo en la sala de espera del hospital pensando en Harry en lugar de en la supervivencia de aquel hombre era un misterio, pero su mirada no se iba de mi cabeza: fría, inhumana, indiferente. Tenía parte de esa mirada del combate en el que derrotó a Julien Schneider, parte de la de cuando me descubrió huyendo en el deportivo y parte de la de cuando me quiso echar de su casa al revelarme su vida. Juntando todas esas partes formó la peor de todas. La única que me había decepcionado.

Abdel Awad, 30 años. Al parecer sin familia, no en Bruselas al menos. ¿Sería el hombre que el clan de Lucas había torturado aquella noche en el sótano de su tío? No lo sabríamos por ahora, o tal vez no lo sabríamos nunca, porque Abdel había caído en coma por traumatismo craneoencefálico. Así lo había denominado el médico, dejándonos en la duda de si la causa podría haber sido una brutal paliza. No teníamos pruebas evidentes, así que recurrir a la policía resultaría tan inútil como siempre.

Era la una de la madrugada. No había nada más que pudiésemos hacer por él esa noche, ni siquiera podíamos verlo, todo estaba en mano de los médicos y del destino. Decidí ser positiva al respecto. Saldría adelante. Era joven, no podía morir ahora. Si de verdad había alguien ahí arriba con el poder de juzgar si era la hora de alguien para marchar de este mundo, no lo dejaría ir todavía.

Con la promesa de que volveríamos a verle, abandonamos el frío, blanco y largo pasillo del hospital.

Por suerte no estaba a más de diez minutos en coche, lo que fue una gran ventaja cuando Pierre se quemó la mano izquierda y corrimos a urgencias. Tuvimos un corto trayecto hasta la casa de Marc, de allí pedaleamos hasta la nuestra, sin decir una palabra, con la misma ropa manchada de sangre, con la misma que habíamos trabajado durante todo el día, con el cansancio y la angustia de un día de trabajo y una noche de espanto pesando sobre los pedales. Y en mi caso, con las lágrimas a punto de rebrotar.

¿Quién se marcha así en una situación tan crítica? ¿Quién no ayuda a socorrer a alguien al borde de la muerte? ¿Quién tiene tan poca empatía?

Estaba exhausta, y subir cuatro pisos con tal agotamiento no era un camino de rosas. La idea de una ducha fue mi único impulso, y una vez bajo los chorros de agua, sentí un poco de alivio dejando correr parte de la tensión de la noche. Pero él no se iba.

Nos habíamos visto prácticamente todos los días en los últimos meses, y si había algo que tenía claro sobre Harry Styles, a pesar de haberlo observado en el ring, era su humanidad.

Ahora ya no sabía que pensar.

¿Dónde estaba el Harry que yo había conocido? ¿Estaría en casa arrepintiéndose? ¿Tal vez en el polideportivo descargando la culpabilidad contra un saco de boxeo? ¿Haciéndole la cena a su hermana y pensando en cómo había dejado de socorrer a alguien que lo necesitaba? ¿Bebiendo cervezas con Niall y planteándose que estaría pensando de él, yo, que le había pedido esa ayuda? Esto no era como aquella noche en la que no ayudamos a esa chica que me pidió dinero en la acera. Aquí no había ningún peligro para él ni para mí.

Cierra los ojos (Harry Styles AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora