Capitulo 8 - Revelaciones inesperadas

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—Yo soy...— su voz sonaba un poco más infantil, como si fuera un niño. —Yo soy el Dios del sol.

Mi rostro mostraba confusión. No entendía nada.

—No puede ser...— susurre totalmente consternada viendo la figura de la que era mi esposo tomada por un ser completamente diferente a él.

— ¿Ni...ke?— poso su mirada sobre mí, era intimidante y me miraba con curiosidad y asombro, sopesando en algo que no conocía. Un sentimiento extraño invadió mi cuerpo sin mi consentimiento. ¿Ahora que me sucedía a mí?

— ¿Cómo sabes mi nombre? — pregunte recelosa ante su escrutinio.

Intento acercarse pero instintivamente me aleje evitando su contacto. Un temor horrible lleno mi pecho al pensar en lo que pudo haberle pasado al Livius, no entendía esa preocupación, solo sabía que venía desde mis más profundos instintos enterrados en lo más profundo de mi.

— ¿Quién eres?— volví a preguntar. Me miro de nuevo. — ¡Responde! ¡¿Quién eres y como sabes mi nombre?!— estaba comenzando a impacientarme.

Se irguió en señal de orgullo y me miro completamente a los ojos. —Soy el Dios del Sol, Livi Efrikia, que sepa tu nombre no es algo que deba importante Nike. Solo debes saber una cosa. Voy a recuperarte.

¿Qué? ¿De que hablaba ese hombre?

Mire hacia él, seguía con sus ojos azul incandescente en el cuerpo de Livius formando una combinación peligrosa para tranquilidad. Esos ojos eran hermosos, definitivamente, no había palabras para describirlos. También Livius tenía unos ojos hermosos, los únicos que podrían rivalizar con estos. Iguales de mágicos y astutos.

Sacudí de mi cabeza esos pensamientos, este no era el momento adecuado para alabar los ojos de los demás.

—Para recuperarme, necesitas haberme tenido, y no recuerdo nada de ti en absoluto. — murmure intentando parecer valiente, pero ni si quiera se inmuto. Sus ojos recorrieron mi cuerpo para finalmente fijar su marida sobre mis ojos.

Aun...— su voz sonaba infantil, pero increíblemente madura formando una mezcla de deseo y ternura que sacudió mi cuerpo entero. Me miraba con un algo que no podía identificar y que realmente no deseaba descubrir.

— ¡Sal de su cuerpo!— exigí con determinación. Esto comenzaba a darme algo de miedo. ¿También podría apoderarse de mi cuerpo?

—No, no puedo.

Lo mire sin entender. Y entonces me di cuenta.

— ¡Sal de mi mente!— exigí.

—No estoy "Técnicamente" en tu mente.

—Eso no importa. Fuera de aquí, y devuelve a Livius— el me miro con algo que pude identificar como dolor. Peor ignore, pensando que era imposible.

— ¿Por qué lo quieres devuelta? ¡¿Es que acaso lo amas?!— de nuevo alzaba la voz. Los cimientos del castillo retumbaron y yo caí de bruces al piso. Lo mire con temor y el me miro con enojo. — ¡Responde!— me exigía. Yo pude haberle respondido que no, y esa era la verdad. Pero... ¿Por qué algo dentro de mí no me dejo pronunciar palabra alguna?

—No tengo por qué darle cuentas a alguien que ni siquiera es humano— Pude por fin responder, la voz salió más fría de lo que pensé. Me fulmino con la mirada y una luz emano del cuerpo de Livius.

Sonrió.

Era igual de bipolar que Livius.

—Recuerda que algunos instintos que tenga el no serán suyos. Estamos tan mezclados que ni siquiera podrás distinguir de quien es el sentimiento verdadero. Mientras el té odia, yo te deseo. Intenta afrontar estos dos sentimientos tan pesados. Querida Nike.

—Si eres un Dios, como dices serlo. ¿Por qué tomar el cuerpo de Livius?— interrogue mirándolo a los ojos retándolo. Aunque me intimidara, no dejaría que otro hombre la viera débil, ya había sido suficiente que Livius la viera así.

—Porque él es yo, y yo soy el.

—Eso no me dice nada.

—Eso es tu problema. — justo después de que termino de decir esas palabras, la luz, que hasta entonces había rodeado el cuerpo de Livius, se elevó dejando ver solo un brumo de nubes blancas incandescentes aunque algo que podía distinguirse en ellas, era esos ojos azules. —Nos vemos, Querida Nike.

Un escalofrío volvió a recorrer mi cuerpo al escuchar esas palabras. El cuerpo de Livius estaba tendido en el piso como si estuviera muerto. Algo en mí se asustó y llegue a él, su piel estaba más blanca de lo normal, e incluso estaba algo trasparente. Mire con horror como un hilillo de sangre descendía desde su boca a sus pómulos dirigiéndose al suelo.

Intente levantarlo pero era demasiado pesado. Lo sentía frio bajo mis manos y el miedo hizo retorcer mi estómago.

Pero... ¿Por qué?

Ella lo odiaba por que la había comprado a su madrastra y lo odiaba por su actitud. Pero no entendía la necesidad de ayudarlo. El miedo de perderlo. Un sentimiento salvaje y nuevo para ella.

—Livius— susurro mientras unas pequeñas lágrimas caían de sus ojos. No se sentía triste pero su cuerpo reaccionaba sin su permiso, su voz se quebraba a voluntad propia y un sollozo escapo de su garganta sin poder evitarlo.

—Ton...ta— escucho un susurro proveniente de Livius. Tuvo una sensación de alivio cundo lo vio abrir los ojos de nuevo. Unos ojos que borraban el recuerdo del antiguo color que llevaba hace unos momentos.

— ¿Livius? ¿Eres tú?— pregunto con la voz ahogada. Aun sin saber por qué.

— ¿Quién... más podría ser?— dijo entra jadeos y con dificultad. —y... me estas aplastando.

— ¿Eh?

—Me estas... aplastando. Tonta.

Sus mejillas se colorearon por la vergüenza al darse cuenta de su posición. Él estaba en el piso y ella estaba sentada sobre el con la cadera de Livius entre sus piernas y su pecho pegado al de el, mientras lo miraba.

—Tan despistada como siempre.

Le llamo la atención ese comentario mientras se quitaba de encima del cuerpo de Livius. No recordaba que hubieran compartido tanto como para que el dijera eso.

— ¿Por qué?— pregunte.

— ¿Qué cosa?— me respondió mientras él se levantaba del suelo.

— ¿Por qué dices eso?

—Yo no he dicho nada.

—Pero si hace un momento tu... entonces el volvió su mirada hacia ella y encontró el mismo color azul de aquel extraño visitante.

Estamos tan mezclados que ni siquiera podrás distinguir de quien es el sentimiento verdadero.

Entonces recordó lo que Livi le había dicho hace unos momentos.

—Nada, olvídalo— lo dijo mientras observaba con el ceño fruncido el piso.

Cada vez que lo miraba recordaba lo que paso esa tarde. Y asi pasaron 3 semanas...

Continuara...

¿Qué dijeron? Ya los deje sin cap. Jaja pues es que ando algo atareada por que ire a una convención y pues el cosplay y tod lo demás qme mantuvo ocupada L espero lo disfruten ñ.ñ

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Ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora