—Es lo que me preocupa, que me entiendas, que entiendas algo de mí mismo que yo no sé. Es frustrante. — Escuche esas palabras mientras todavía algo consiente, aunque no sé si fueron parte del sueño o solo mi imaginación.
Perdí la conciencia en mitad del jardín, por alguna extraña razón mi mente se oponía a perderla, sabía que estaba dejando pasar algo importante. ¿Pero qué? Escuche el susurro de unas palabras pero no recuerdo cuales eran. Pero eran importantes. Algo que Livius me había dicho. Sentí como me desplomaba al suelo. El cansancio de los últimos días me cobraba factura justo en este momento.
En el mundo de la inconciencia donde todo lo que yo deseaba se volvía realidad, donde podía ser yo misma sin miedo a que nadie me cuestione. Podía tener mis anhelados deseos. Usualmente siempre eran de mi mamá o mis hermanas. Una familia feliz pero hoy fue diferente.
Me encontraba en un bosque, la humedad se sentía en el aire, el suelo era oscuro, casi negro. Mis manos picaban por recorrer la tierra con ella, se veía tan suave, era blanda como si acabaran de removerla, sin el más mínimo esfuerzo las hundí en la rica tierra, la frescura de la lluvia me inundo. Podía percibir que la lluvia mojaba la tierra y la dejaba húmeda. Los árboles que se encontraban eran de un verde intenso pero también oscuro. Todo el lugar expresaba frescura y naturaleza. Lo que más amaba. El viento revolvía mi cabello. Cerré mis ojos absorbiendo a la naturaleza misma. En ese momento sentí algo cálido en mi nuca. Me encontraba acostada en el bosque y mi cabeza en el regazo de alguien. Una persona que me daba calidez. No abrí los ojos temiendo que todo se perdiera.
Una mano gentil masajeaba mi cabeza y acariciaba mi cabello. Sus dedos recorrían mi nuca en un movimiento consolador e íntimo. Desee acurrucarme más en esa persona y así lo hice. Abrí los ojos con cuidado intentado ver la persona que estaba conmigo, pero ahora mi vista era borrosa. No podía distinguir el rostro de esa persona. Era un hombre. Lo supe por su ropa y su cuerpo, que se veían claramente pero su rostro me era imposible de ver.
— ¿Quién eres?— no reconocí mi voz, sonaba ronca y adormilada; Como si acabara de despertar de un sueño húmedo, tan húmedo como el lugar donde me encontraba.
Un sonido fuerte, como el viento aullando; hizo que me zumbaran los oídos. Mis manos se dirigieron ahí intentando apagar el sonido, pero no funcionaba. Entonces la figura que se encontraba conmigo se inclinó hacia mí.
—Elige, entre él y yo, elige— Era un susurro de una voz extraña. Volvió a pronunciar unas palabras. —No puedes tenernos a los dos. Solo uno de nosotros. Ahora, elige, pequeña Nike.
Mi cuerpo reacciono sin mi permiso y mis labios se abrieron para dar una respuesta. Los músculos no me obedecían y el terror me lleno cuando escuche esa mi voz hablar.
—Yo elijo a Liv...
Lo demás se fundió con el eco de la noche y no pude escucharlo.
¿A quién había escogido? ¿Por qué tenía este sueño? Las preguntas me abrumaron. Y de nuevo el fuerte zumbido lleno el ambiente.
Desperté con un horrible dolor de cabeza. Aunque todavía no amanecía decidí levantarme. Pero antes de poner un pie fuera de la cama una mano sujeto mi muñeca haciendo que me sobresaltara en el acto. Vi la figura de un hombre en mi cama, el pánico me inundo. No podía ver la cara de la persona que estaba ahí, su rostro tenía sombras y no podía distinguirlo; Después me sentí estúpida, la más estúpida de todas. ¡Era Livius! Un suspiro de alivio se fugó de mis labios.
— ¿A dónde vas? — me pregunto. Su voz sonaba ronca y sexy. Censure el último pensamiento con una cachetada mental. ¡¿Es que estaba loca?! Supongo que tanto tiempo en el castillo me había afectado.
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Ojos azules
Romance"Nunca vi unos ojos tan hermosos y a la vez tan vacíos..." Una petición al Ducado de la Lluvia cambia la vida de Nike, que ha sido convocada para ser la esposa del temible Rey del Sol. Una vida de infortunio es lo que ha tenido Nike, sin embargo est...