Capitulo 15: El viaje.- Intruso

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Capítulo 15 El viaje parte 2: La tormenta

¿Cuánto tiempo había sucedido desde la última vez que había usado mis habilidades? No sabía con exactitud, pero estaba segura que eran ya varios años. Un sentimiento de incertidumbre me inundo haciéndome dudar. ¿Y si no podía hacerlo? Negué con la cabeza, tenía que confiar en mi misma. No había nadie más que yo para poder contener la tormenta mientras pasamos la peor parte. Solo tenía que soportar una noche. Solo una noche. Sin embargo existía un problema y ese problema tenia nombre. Livius.

—¡Oye!— Sentí el tirón en mi brazo izquierdo. Salí de mis pensamientos al observar la expresión de molestia de Livius. —¿Qué te sucede? ¿De verdad tienes miedo?

No entendía de lo que hablaba, hasta que caí en cuenta de que estaba sudando en exceso y mis manos temblaban. De un momento a otro me sentí débil y mis rodillas no pudieron sostenerme así que caí estrepitosamente en el piso. ¿Qué me sucedía? No podía siquiera pronunciar una palabra.

Mire a Livius que me observaba confundido. Hizo una mueca y después se agacho. —No dejare que nada te pase ¿Bien?— sus palabras me tomaron desprevenida. ¿El creía que le temía a la tormenta? Aunque realmente era el caso mi temor no era por la tormenta, si no por algo mucho más grande. Las consecuencias de salvarnos.

Estaba literalmente entre la espada y la pared. Y eso me aterro. Me aterraba la idea de morir de la misma forma que mi tía abuela. Pero si no me arriesgaba moriría de todos modos. Y de una manera dramática.

Mire a Livius atentamente ¿el sería capaz de hacerme daño si supiera de mis poderes? Las posibilidades eran muy altas, después de todo ¿Qué soy yo para él? Nada. Una intrusa, una extraña, una desconocida. Él me había mandado traer por el capricho de Livi no por el mismo.

El me miro interrogante. Pero no dijo nada más. No porque no haya querido, claro que no. Él estaba dispuesto a interrogarme en ese mismo instante pero simplemente cayo sin conocimiento sobre mí. Lo mire asustada ¿estaba muerto? Con dificultad lo aparte de mí para poder incorporarme, cuando lo hice tome su pulso. Suspire aliviada, solo estaba dormido. Pero... ¿Por qué?

Levante la cabeza buscando a alguno de los sirvientes para que me ayudaran a mover a Livius, ya que por mí misma no podría. Es una masa de músculos mucho más alta que yo. Fruncí el ceño al darme cuenta que el barco estaba en silencio, no se escuchaban los pasos de los marineros y de ninguno de los sirvientes. Mi corazón comenzó a acelerarse ¿Qué sucedía? Me levante con la intención e investigar qué es lo que estaba pasando. Le di una mirada rápida a Livius y camine hacia la proa donde supuse estaban los demás. Al llegar solo vi una escena impactante y aterradora, más aterradora que impactante. Todos estaban en el piso como si estuvieran muertos, pero para mí alivio el suave movimiento de sus pechos me indicaba que se encontraban dormidos, como Livius...

—Pero que tenemos aquí...— una voz conocida resonó en el silencio. Busque con la mirada al culpable y no me sorprendió encontrar a Leónidas, pues su voz —como la de Livi —es inolvidable-. —¡la princesa de la lluvia! — se burló—tranquila, tranquila— dijo levantando los brazos, no me había dado cuenta que lo estaba mirando con enfado hasta que hablo.

—¿Tu hiciste esto?— sabía que no hacía falta confirmar, pero aun así lo hice.

—Así es— dijo, como si fuera lo mar normal del mundo. Pudimos haber estado hablando de las velas del barco y él me hubiera contestado igual. Me enojaba el hecho de que se viera tan calmado en esta situación y tan despreocupado por haber dejado a la tripulación inconsciente.

—¿Qué haces aquí?— gruñí.

—¡Vaya! ¿Así me agradeces después de que me tome la molestia de venir a salvarles el trasero a ti y a Livius?—fingió indignación.

—¿Salvarnos? ¡Dejaste inconscientes a todos en el barco!— le reclame.

—No, no, no— dijo mientras negaba con la cabeza y con el pulgar al mismo tiempo— ¿Qué querías que hiciera? ¿Qué todos vieran que un dios vino a rescatarlos? ¡Vamos! Pensé que eras más inteligente— estreche los ojos ante sus últimas palabras— No me compares contigo.

Levante una ceja — ¿Qué dijiste?— mis mejillas ardieron de coraje ¡Ese tipo me acababa de llamar tonta! Es tan odioso como Livius. O tal vez más...

— ¡No lo niegues! Sé que tenías planeado revelar tu secreto. — Me dijo mientras que me apuntaba con un dedo. Me encogí de hombros ante su acusación.

—No es tu problema. — repuse. Y era verdad, realmente no deseaba hacerlo, pero no tenía opción si es que quería que saliéramos de aquí con vida.

—Tienes razón. No lo es. — su semblante era pensativo. Frunció el ceño y negó con la cabeza.

—¿Entonces? ¿Cómo nos ayudaras con la tormenta?— dije mientras miraba el cielo lleno de nubes negras, ni la luna se podía encontrar en ese mar de nubes.

—Ya ayude lo suficiente— dijo mirando un punto en específico del cielo. —Es tu turno de hacer algo. — hizo una mueca de disgusto sin despegar la mirada del cielo. Se miraba serio y disgustado y parecía que dirigía todo su disgusto hacia el cielo.

— ¿Qué quieres decir con eso?— me cruce de brazos esperando su respuesta.

—Eres más lenta de lo que aparentas, te dije que es tu turno de hacer algo. Yo ya interferí lo suficiente en el mundo humano en este momento, es tu responsabilidad detener la tormenta. — Miro a las personas que se encontraban dormidos en el piso— pero por lo menos no correrás el peligro de ser vista por estos humanos.

La figura de Leónidas comenzó a verse traslucida. —Hasta pronto, princesa de la lluvia. — se despidió y momentos después desapareció.

—Gracias, idiota.— murmure al aire, con una pequeña sonrisa.

(...)

—Vuelve a explicarlo desde el principio— dijo Livius con los brazos cruzados y con los ojos cerrados, tenía una expresión de "denme paciencia para no asesinar a nadie" —Dices que... todos en el barco estuvieron dormidos cerca de una hora y mientras que nadie en el barco estaba despierto por arte de magia nos salvamos de la tormenta.

—Así es, su majestad— decía un hombre robusto que se encontraba arrodillado enfrente de Livius, tenía el semblante angustiado. Y sabía por qué. El pobre capitán tenía que informarle del hecho que todos en el barco cayeron dormidos y nadie supo que paso en esa hora donde todo estuvieron dormidos, pero cuando despertaron la tormenta ya había pasado.

Si no hubiera estado despierta y haber sido yo la que detuviera la tormenta a decir verdad tampoco le hubiera creído. Se escuchaba muy absurdo.

—V-vamos Livius, el capitán no tiene la culpa. — intente tranquilizarlo un poco, porque parecía estar a poco de perder la paciencia.

—Tú te callas. — me regaño y yo no pude decir nada más que asentir. ¡Ah! ¡Qué frustrante! Tal vez debí de aprovechar la oportunidad y haberlo echado por la borda. Sí, eso debí de hacer. —cuando lleguemos al puerto hare que revisen todos los suministros del barco, alguien debió de haber introducido alguna clase de somnífero, tal vez intentaban robar algún objeto o atentar mi vida. Aunque si ese fuera el caso yo no estaría aquí.— dijo pensativo—¡Niel!— llamo al mayordomo que se encontraba en una esquina de la habitación en total silencio.

— ¿Si, su majestad?— respondió seriamente.

—Haz un inventario de todas las cosas de mi camarote y de las cámaras principales, avísame si falta algún documento o alguna joya.— ordeno.

—Como desee.— hizo una reverencia y salió de la cabina del capitán donde nos encontrábamos Livius, el capitán y yo.

—Tú también puedes retirarte. — creí que me decía a mí, pero note el rumbo de su mirada y me di cuenta que hablaba del capitán. Este también hizo una reverencia y se marchó.

—Creo que yo también me retirare a mi camarote— dije intentando escapar del pesado ambiente de la cabina.

— ¿Qué estas escondiendo?— me detuvo.

Oh, oh.

CONTINUARA...

Muy pronto, sigan leyendo, doble actualización por el retraso. 

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