Capitulo 16: El viaje .- Llegada

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Ojos azules El viaje parte 3.- La llegada

— ¿Qué estas escondiendo?— me detuvo.

Me volví sobre mis pies y contemple su rostro sereno, sin embargo su mirada era de pura sospecha. Los pelos de mi nuca se erizaron al escucharlo repetir esas palabras.
—¿Qué estas escondiendo, Nike?

—¿De qué hablas?— puse mi mejor cara de inocencia y le conteste. Vi como sus ojos se estrechaban hasta convertirse en dos finas líneas. Me di cuenta que había cometido un grave error en fingir inocencia. Porque él se dio cuenta de que yo escondía algo. No me pregunto si escondía algo, el me pregunto que escondía.

—Sabes perfectamente de que hablo, no te hagas la inocente.— dijo mientras daba pequeños pero consecutivos pasos hacia mí. Sus ojos no apartaban la mirada de los míos y por un momento me sentí como una presa bajo la mirada de cazador. Eche esos pensamientos de mi cabeza y fingí que no entendía.

—No sé de qué me hablas— me apresure a dar la vuelta sobre mis pies para salir del escrutinio de su vista y de la habitación. Mi mano estaba sobre el pomo de la puerta, pero antes de siquiera de girarlo su mano se apodero de la mía y me dio vuelta para quedar frente a él, o mejor dicho frente a su pecho ya que Livius me sacaba una cabeza. Tuve que inclinar la cabeza hacia tras para poder mirar su rostro que se encontraba levemente agachado para poder ver mis ojos. Nunca me había molestado mi estatura, pero en este momento hubiera deseado ser más alta que Livius, porque sinceramente me sentía acorralada en más de un sentido.

—No intentes escapar— susurro. Aunque fue solo un susurro los bellos en mi piel se erizaron a su máximo, entonces fui consciente de la cercanía de nuestros cuerpos y en vez de sentirme incomoda yo me sentía nerviosa. <<Deja de pensar cosas idiotas, Nike, concéntrate>> me reclamo mi subconsciente, que hasta este momento no sabía que existía. Hice una mueca de disgusto mentalmente. Buen momento para aparecer. Pensé que con sarcasmo.

La sensación de la mano de Livius sobre la mía me despertó de mi ensoñación. Me estaba apretando fuertemente la mano que antes había sostenido el pomo de la puerta.

—Suéltame— forcejee pero todo intento fue inútil, Livius era una dura roca que no se movía.

—No hasta que me contestes, antes de despertar escuche una canción— me tense ante sus palabras ¿Él lo había escuchado? — una mujer la cantaba, una mujer que sospechosamente tiene una voz parecida a la tuya. Abrí los ojos y pude observar el cielo, que tenía formas inusuales. Esa mujer estaba controlando el cielo con su voz. Entones dime, Nike. ¿Tú eras esa mujer?— su voz era amenazante exigiendo una respuesta, claro, una respuesta que yo no podría darle.

—Estabas alucinando, no puedo creer que mezcles tus fantasías con la realidad y me da asco pensar que hayas pensado que esa mujer era yo— lo sentí tensarse y endurecer su mandíbula, sus manos apretaron mis brazos con excesiva fuerza. Sabía que me había pasado un poco con mis palabras, pero si no lo hacia el terminaría por descubrirlo todo, y no quería desaprovechar la oportunidad que Leónidas me había dado. —Me estás haciendo daño, Livius— me queje cuando la presión en mis brazos fue más de la que podía soportar. Su agarre se suavizo un poco pero me seguía teniendo firmemente sujetada.

— ¿Asco?— mascullo. Sus ojos reflejaban coraje y algo más... algo como repulsión, pero no se sentía que yo fuera el objetivo de esta, aunque eso pareciere. — Tú no sabes lo que es el verdadero asco— escupió cada palabra con odio.

El corazón se me estrujo al ver tanta desolación en sus ojos que por un momento me arrepentí de mis palabras.

De súbito me soltó y me hizo a un lado, abrió la puerta donde antes yo estaba recargada y me dirigió una última mirada antes de salir. Las palabras que había dicho en ese momento hicieron eco en la habitación.

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