Un amor prohibido.

Capítulo 18.

Cuando Luisa llegó al bar de la última vez, Adam estaba sentado en una de las mesas. El bar estaba vacío, y solo estaba la figura del camarero; el grupo de moteros que tan bien le había caído la última vez no estaban allí, Luisa los echó de menos, pero estaba contenta por ver a Adam de nuevo. ¡Vaya! Esos pensamientos debía eliminarlos de su cabeza, por muy difícil que le pareciera.
Luisa fue a donde estaba Adam, y saludó decidida, pero con timidez a la vez. ¿Qué era lo que le provocaba Adam?
- ¡Hola! Estoy lista para empezar. —Esto lo dijo dudando de sí misma, pues en verdad estaba muerta de miedo, pero quería parecer fuerte frente a él, quería impresionarle—.
-  Vaya, vaya, así que la chica es puntual... No me esperaba menos de ti. Espero que hayas comido bien, porque lo de hoy va a ser fuerte y muy duro.
¿Por qué narices todo parecía tener doble sentido cuando se trataba de una conversación entre ellos? Esto enrojeció a Luisa como siempre; Adam lo notó pero pareció obviarlo.
- Bien, has de saber que lo que te voy a enseñar es defensa personal. Como te dije, la historia de nuestro "mundo" han de enseñártela los otros maestros, a los que yo llamo "los sabiondos", pero no le digas eso o se enfadarán —Rió ante su última ocurrencia—; bueno, sinceramente no tienes cuerpo de luchadora, no está mal —guiñó el ojo—, pero tendré que enseñarte mucho.
- Estoy aquí para aprender, tranquilo, y aunque no lo creas, soy bastante fuerte —Luisa sacó brazo, pero no quedo para nada el efecto que ella quería causar, puesto que Adam se rió ante ese gesto—.
- Chica graciosa, me gusta... Bueno, sal afuera, ¿ves el descampado de al lado? Lucharemos allí. No hay problema por John, el camarero, es amigo mío, así que no dirá nada.
Ambos salieron, dispuestos a... ¿Pelear? Luisa no quería que Adam le hiciera daño, ella era una enclenque a pesar de todo. Estaba segura que no se lo haría, pero, ¿no todo vale en el amor y la guerra?