Un amor prohibido.

Capítulo 22.

¿Adam trabajaba en la pizzería? ¿Pero qué clase de broma era esta?
Tanto Luisa como Susan no pudieron aguantar la risa mientras Adam las miraba "con deprecio".
- Son 20 $. —Dijo éste con sequedad—.
- Por verte a ti de pizzero las 24 horas pagaría hasta millones si hiciera falta... —Reía sin parar Susan—.
Luisa miraba extrañada a Adam. ¿Pero no era protector de ella? ¿Qué hacía trabajando en una pizzería?
- Esto... Adam... ¿Podemos hablar? En privado —esto último lo dijo mirando a Susan—.
- Emm... Sí... Voy a buscar el dinero... —Dijo guiñándole un ojo a su amiga—.
- ¿Pero qué narices haces aquí Adam? ¿Por qué trabajas de pizzero ahora? ¿No se supone que tú no trabajas aquí y tienes "otro trabajo"? —No quería que Susan se enterara de toda la verdad—.
- Escúchame Luisa, tenemos poco tiempo antes de que venga Susan con el dinero, así que te lo voy a decir lo más rápido y claro posible: hay demonios vigilándote, no sé por qué, pero estás en peligro, así que esta noche a medianoche tendrás que venir conmigo. Es muy importante para mí que no te pase nada... Bueno, y para todo el mundo. —Se había dado cuenta de lo que había dicho, y quiso mejorarlo, pero ya era tarde, esas palabras habían provocado en Luisa un gran sentimiento de alegría—.
Pero aún así, Luisa tenía mucho miedo. ¿Demonios vigilándola? ¿Cómo se habían dado cuenta de quién era ella? Temía por su vida, y por la de Adam. Todo eso tenía mala pinta y parece que iba a acabar en pelea, y ella sabía solo lo básico que Adam le había enseñado aquella tarde.
- Tranquila, no te va a pasar nada, me tienes a mí, ¿sabes? El mejor protector me llaman... —Adam hizo reír a Luisa porque sabía que tenía miedo—. Ahora tengo que irme, pero ya sabes, a medianoche te espero en el jardín de tu casa, y vendrás a dormir conmigo.
Eso puso roja a Luisa. ¿Dormir con él? No estaba mentalmente preparada. Bueno, tenía ganas, pero... ¿De qué se preocupaba? Si ella no iba a hacer nada con él, por desgracia...
Susan llego y vio a estos muy callados.
- ¿Qué pasa? ¿Es que se ha muerto alguien?
"No, pero yo seguro que sí" —pensó Luisa—.
- Bu-bueno, adiós Adam... —Dijo ella rápidamente—.
- Pero espera... Tenemos que pagar la pizza tía... —Recalcó Susan—.
- Invita la casa. —Adam guiñó un ojo a Luisa—.
- Vaaaale... ¡¿Qué ha sido eso?! Tienes que explicarme muchas cosas tía. —Gritó alegremente Susan—.