Capítulo 23

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Tras dos escalas y un total de dieciocho horas de viaje, Stiles pasó por los sensores antimetales del aeropuerto de Londres. Había un montón de gente esperando a los recién llegados y tras unos segundos rastreando para encontrar a su tío abuelo Dmitri, por fin localizó a un sexagenario sonriente, con un cartel que tenía escrito "Stilinski" y unos globos de colores atados en su muñeca. Cuando sus miradas coincidieron, se dibujó una sonrisa en los labios de ambos. Stiles cogió su maleta y el maletín de su portátil y corrió al encuentro del hombre, que le abrazó cariñosamente.

-¡Vaya cómo has crecido! -exclamó el hombre. -Aún me acuerdo cuando tenía que auparte para abrazarte...

-Mi padre, que me alimenta bien. -rió Stiles.

-Vendrás agotado. -dijo Dmitri cogiendo la maleta de Stiles para comenzar a caminar hacia la salida.

-Vengo más hambriento que cansado. -comentó el joven de buen humor. -He dormido durante casi todo el tiempo.

-Eso es bueno, así evitarás el jet lag. -sonrió el tío. -Y hoy tengo la tarde libre, así que podremos ver algo de Londres, ¿te apetece?

-No lo dudes. -asintió sonriente.

-Y tenemos que ponernos al día. Hace tanto que no te veía... -dijo volviendo a mirar a su sobrino. -Demonios, estás igual que Claudia. Tienes la misma sonrisa... -exclamó volviendo a abrazarle.

Stiles sonrió, halagado y realmente contento del reencuentro con su tío abuelo. Subieron en su coche y Stiles pasó bastantes apuros. En Reino Unido conducen al revés, y aunque eso ya lo sabía, no pudo evitar sufrir mini-infartos cuando veía que entraban en las rotondas por el sentido contrario (al menos desde su perspectiva). Ya le parecía raro ir de copiloto en el sitio en el que normalmente se sentaba el conductor... todo era raro.

Su tío se reía constantemente, viendo las expresiones de Stiles, tan sorprendido ante todo, tan expresivo en lo que decía.

Tardaron casi una hora en llegar a la casa de su tío, en una urbanización a las afueras de Londres. Llegaron y metieron el equipaje en el cuarto que Dmitri dijo que sería suyo todo el tiempo que necesitara. Le enseñó el resto de la casa, terminando por la cocina, donde calentó el guiso que había preparado ya por la mañana.

Se sentaron a la mesa y, mientras el tío servía agua, cogió el móvil para avisar a su padre, a Derek y a los demás, de que ya estaba en la casa de su tío. Allí, en California, serían las cinco de la mañana, pero ya lo verían cuando despertaran.

-Y bien, -comenzó su tío cuando Stiles dejó el móvil en el bolsillo del pantalón -con lo guapo que estás, supongo que ya habrás roto algún que otro corazón.

-¿Qué? ¿Yo? -rió Stiles. -Yo soy más al que le rompen el corazón.

-No me lo creo. ¿Entonces a quien avisas con tanta urgencia?

-A mi padre. -rió el joven. -Bueno y... ¿te acuerdas de mi amigo Scott?

-¿Ese amigo tuyo tan revoltoso? ¿El moreno con el que llevabas a cabo todas tus trastadas?

-El mismo. -rió Stiles. -Pues a él.

-¿Seguis siendo amigos?

-Bueno... ya hemos pasado el nivel de ser "mejores amigos ". -asintió tomando una cucharada del guiso. -¡Está buenísimo!

-¡Pues sí que tienes hambre! -rió Dmitri. -No soy muy hábil en la cocina... y si esto te parece buenísimo... me temo que estás famélico.

-No, no, de verdad... Esta rico. -asintió Stiles llevándose otra cucharada a la boca.

Yaguareté·Abà IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora