Capítulo 32

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Stiles llegó a casa después de las clases y el entrenamiento de Lacrosse y fue directamente a la nevera a por algo de beber. Por fin era viernes y al día siguiente no tendría que madrugar. Subió las escaleras a saltitos mientras canturreaba e iba directamente a su ordenador para volver a piratear la red de la comisaría de Oregón y ver los avances. En poco más de un día, ya había pirateado el firewall unas cincuenta veces... y las que quedaban por delante.

Vale, sí. Tan sólo había pasado un día desde que Derek se había ido y una red de comercio de drogas no era nada comparado con lo que ya había superado el lobo, pero... ¿acaso era un delito preocuparse por su novio?

-Lo que es delito es piratear la red de los policías... -se dijo a sí mismo con una sonrisa.

Entre trago y trago de su refresco, Stiles revisó todos y cada uno de los avances. No eran muchos, pero teniendo en cuenta que Derek y Parrish no llevaban ni dos días allí, habían hecho una gran investigación. Al parecer, Derek había localizado "con la ayuda de Sniffles" a uno de los camellos que había proporcionado la novedosa droga y, según los archivos y documentos, había ido a registrar su casa con la ayuda de una de las patrullas del sheriff Oak y de Parrish hacía unas horas.

Stiles se apoyó contra su respaldo y suspiró, deseando estar allí con el lobo para poder ayudarlo como lo había hecho en otras ocasiones, pero el sonido de su móvil lo sacó de su ensimismamiento.

-Hola, querida pelirroja.

-¿Sigues espiando las hazañas de tu novio?

-Ya me conoces. -rió Stiles, escuchando también la risa de Lydia al otro lado del teléfono.

-Entonces supongo que no querrás ir de compras conmigo.

-Pues... estoy bastante cansado. -dijo sinceramente, estirando todos los músculos de la espalda. -Y tengo que hacer el trabajo de químicas.

-De acuerdo... si es por el trabajo, te lo permito. -rió la pelirroja. -Pero no te pases el día hackeando la comisaría de Oregón o te acabarán pillando.

-Claro que también podría ir de compras contigo y tú me dejas tu trabajo...

-Ni lo sueñes. -espetó orgullosa Lydia. -Que tengas buena tarde haciendo el trabajo.

-Disfrutas viéndome sufrir. -rió Stiles.

-La duda ofende. Un beso, gatito.

Stiles rodó los ojos y bufó con una media sonrisa antes de decidir coger los apuntes de química y releerlos desde su lugar preferido de su casa: el tejado. Tras un rápido vistazo al expediente del caso de Oregón, salió por la ventana para disfrutar de los últimos rayos de sol.

Cuando hubo leído todos los apuntes dos veces, Stiles ya tenía una idea clara del trabajo que quería hacer: una maqueta que comparara los compuestos químicos de la adrenalina y la epinefrina. Para la maqueta, necesitaría algunos materiales que no tenía en casa, pero que serían fáciles de comprar. Miró su reloj y vio que aún podría llegar a las tiendas y lo podría hacer esa misma noche. De un salto entró en su cuarto y cogió las llaves de su coche para marchar a toda prisa hacia el centro de la ciudad.

En menos de media hora, ya tenía todo lo necesario para su trabajo de químicas en el asiento del copiloto y se dirigió a su casa para ponerse manos a la obra con su maqueta. La verdad es que se moría de ganas por empezar el trabajo. Por alguna razón, la elección del tema le atraía tanto que no le importaría perderse unas cuantas horas de sueño.

Stiles frunció el ceño mientras aparcaba. Había cuatro coches patrulla a las puertas de su casa. Paró el motor y agudizó su sentido del oído para escuchar qué pasaba en su interior.

Yaguareté·Abà IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora