Capítulo 26

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-Scott, Scott... que no estoy preparado, que voy a matar a alguien... que ya verás, que no quiero que mi padre me tenga que detener...

-Tranquilo, en caso de que pierdas control, será tu novio el que te detenga.

-¡JA! Muy gracioso... En serio, no me estás escuchando. ¡Que no estoy preparado!

-Te escucho muy bien, Stiles.

-Bien, ¿y qué piensas hacer al respecto?

Scott se levantó del banco del vestuario y tras acomodarse la coraza, se puso el casco tranquilamente. Se agachó de nuevo y cogió el casco de Stiles, para estampárselo en el pecho.

-Ponte las protecciones y a jugar.

-¡¡SCOTT!!

-Stiles, soy tu alfa, tu mejor amigo y tu capitán, así que... -dijo encarándole y poniendo sus ojos rojos. -prepárate y a entrenar. -terminó con voz gutural antes de salir al campo.

-Y yo terminaré comprando chuches para perro y así enseñarte buenos modales, alfa engreído. -murmuró Stiles mientras se ponía las protecciones a regañadientes.

El entrenamiento comenzó tenso: Stiles no quería acercarse demasiado a sus compañeros para evitar perder el control y Finstock le gritaba por ser demasiado poco agresivo, por lo que el jaguar terminó por encararse al entrenador, pero Scott logró pararle a tiempo de que llegara a convertirse por completo y, tras volver a imponerse como alfa, las cosas fueron mejorando. Stiles placó, regateó y marcó con una habilidad increíble que hizo que a Finstock se le saltaran los ojos de las cuencas y vitoreara al jugador que segundos antes insultaba y maldecía.

Así que, dos horas después, se duchaba en el vestuario, deseando salir de allí e ir a dormitar a algún lugar recóndito, bajo la luz de los últimos rayos de sol. Se despidió de Scott con un bostezo y se subió a su jeep rumbo a su casa. Abrió la nevera, calentó un tupper de macarrones y trepó a lo alto del tejado para comer y echarse una siesta.

Cuando ya se había acomodado, escuchó el coche patrulla de su padre acercarse y, cuando sintió la puerta cerrarse, reptó por su ventana para ir a visitar al sheriff.

-¿Qué has hecho hoy?

-He ido a clase. -dijo bostezando. -Y al parecer estoy en el equipo de Lacrosse, así que entrené y me vine a casa.

-¿Lacrosse? ¿No decías que no estabas preparado?

-Parece que sí lo estoy... y lo hago genial. -dijo sonriendo y sacando las garras para mirar aún más sonriente a su padre. -Esto es mejor que los esteroides.

Su padre, en cambio, se rió contagiado por el buen humor de su hijo y se sentó a la mesa para tomarse el café que se había preparado. Stiles se sentó delante de él, cruzó los brazos sobre la mesa y se recostó sobre ellos.

-Entonces has superado el jet-lag.

-Eso parece. -dijo bostezando desde su escondite. -Esto es un ataque de sueño transitorio.

Su padre asintió conforme, relajándose sobre su silla... hasta que Stiles se levantó de un salto y casi le produjo un infarto. Tras asegurarse de que el pulso de su padre volvía a la normalidad, subió las escaleras corriendo y volvió a bajar con un paquete en sus manos.

-¡Regalo de Londres! -dijo sonriente al ver la cara estupefacta de su padre.

-Esto me va gustando más... -sonrió el padre cogiendo el regalo.

El sheriff abrió el paquetito y se encontró una cartera de piel marrón con su nombre grabado en una esquina, al lado del Big Ben. El padre sonrió agradecido y le dio un abrazo a su hijo.

Yaguareté·Abà IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora