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Ya estamos frente a la puerta de mi casa. Nos dirijimos una mirada que significa un claro adiós, hasta que el tiempo diga. Me duele tener que dejar las cosas asi... Duele mucho.
Aturdida, no se me ocurre otra cosa que decir, de la que darme cuenta.

- Mis llaves.

Con los ojos brillantes a causa de las lágrimas que aún no se han decidido a deslizar por mi rostro, pálido por la tensión de la despedida, extiendo el brazo para coger las llaves.

- Gracias. - Intento parecer fuerte, pero mi esfuerzo es en vano, ya que mi voz dolorosa me delata.

Sin decir nada más, sin prolongar la despedida, así que resulte menos doloroso, al menos por hoy, abro la puerta. Mi torpeza sale a la luz al tropezarme con el felpudo de la entrada.

- No olvides no caerte al subir las escaleras, Mery.

Sonrío a la vez que las lagrimas deslizan, ahora sí, por mi rostro, llevándose el poco maquillaje que ocultaba mi palidez.

- Y, ¿Ahora estás llorando? Venga... Aún quedan dos dias para que te vayas...

Me seco las lágrimas pasandome mi mano helada por el rostro. No soy capaz de decir otra cosa. Con la voz apagada, contesto:

- Sí.

No quiero besarle, no puedo ahora.

- Supongo que irás a despedirte. Pasate por mi casa.

- Ni lo dudes. Sonrío, aunque no tenga pinta de feliz...

Entro por fin. El veranos es muy aburrido cuando no tienes nada que hacer, y aquí se da mi caso...
Es bonito saber que alguien te quiere tanto... Pero es yan triste... Separarse...

Así que voy a ver a Lydia, la vecina, y mi amiga de 18, y a despedirme de ella.

A Un Beso De Tí. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora