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- Niccolo... ¿Por qué...?

- Me he tropezado con la puta maleta de allí, y me he dado en la mesa.

- Buena caida, y, a propósito, esa puta maleta, es mi maleta.

- Ah. Pues es muy puta.

- Y tú muy terco.

- Lo sé.

Sonrío a mi madre, que me está mirando desde la escalera, intentando desvelar la expresión de mi cara.

- ¿Has cogido tus cosas de aseo?

Reviso la bolsa de aseo. Me doy cuenta de que también he metido el tinte cereza que me dejó Lydia.

- Sí.

- Venga, come algo.

- Comeré otra vez de madrugada, antes de irnos, o en el aeropuerto.

- Vale, tú misma.

Llegadas ya las 2 de la mañana, decido comer en el coche. Así que echo comida suficiente y de sobra para el desayuno.
No tengo hambre, pero necesito comer, porque mi madre lo dice.

- Cariño, coge la maleta tuya y la de tu hermano, y mételas en el coche.
- susurra mi madre.

Cojo las maletas de las asas y las voy subiendo al maletero.

- Falta la tuya. - dice Niccolo.

Cuando todas las maletas están subidas, mi madre se sube en el coche.

Ya es hora de despedirme de todo aquello que quiero. Miro el móvil, por si Iván ha dicho algo.

Pero, no iba a decir nada a estas horas...

Mi madre arranca el coche...

Media hora después, ya espamos frente a los aparcamientos del aeropuerto.

Mi madre arregla los papeles y le deja el coche al hombre que hay en la puerta. Tardan un buen rato, hasta que entramos.

Cogemos las maletas, y buscamos nuestra terminal.

A Un Beso De Tí. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora