16▼"Solos... en Madrid"

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Jackson mantuvo la espalda rígida en cuanto sintió el avión despegar. Tenía algo sobre la cabeza, una cosa que le preocupaba más que su hermana... no sabía si era la misma Nerea la que le estaba causando aquello. La asesina notó que Michael no sonrió desde que salieron solos en la camioneta. Sí, los dos agentes y hermanos se habían quedado en el cuartel para esperar más noticias porque el trabajo aguardaría mientras regresaban; por órdenes de Jackson, claro. Lo que Nerea no podía entender era la razón de sus decisiones. Si tan preocupado estaba por lo que ella podía hacer, ¿por qué no llevó a alguien más con ellos? eso descartaba sus sospechas. 

Habían salido por la noche, cuando la luna estaba en lo más alto del cielo, en donde las sombras podían camuflarse y golpearlos por las espaldas como dos animales indefensos. Pero eso no era muy posible, porque ninguno de los dos era débil de forma física. Tal vez mentalmente sí, y Nerea se incluía, ya que nadie podía conocerla de forma profunda. Supo que estaban cerca de su destino, porque las horas de la madrugada ya se acercaban; contando el cambio de horario... en Madrid. La hermana de Jackson fue llevada desde Vermont hasta España. Los traficantes eran unos enfermos sin ubicación, parecía que el mar y sus limitaciones no existían para ellos. 

  —Vamos a rescatarla. 

La voz de Nerea cortó los pensamientos de Jackson mientras miraba a través de la ventana con un gesto de preocupación. Pero aquello tocó su límite cuando escuchó aquella frase, la joven a veces tenía ciertas reacciones en él que ni siquiera conocía. Al escuchar sus palabras le miró rápidamente, tenía bastantes ánimos y le sobrarían las fuerzas para darle la libertad que se merecía... pero no podía. 

  —Gracias. 

Agradeció Michael, con la voz baja y ronca que solía susurrar en momentos donde tenía cierta debilidad por el mundo y las situaciones. Con una palabra, Nerea comenzó a pensar que estaba gustando de él. Era un pensamiento atrevido, que mantendría si lo seguía mirando de aquella forma y se quedaba con Jackson hasta altas horas de la noche, donde sus rizos brillaban y parecían más obscuros que de costumbre.  Sólo pudo percatarse del momento en que su semblante volvió a cambiar, como si hubiera recordado algo malo. 

  —Jackson, prometo no irme. No quise venir para escapar. 

  —Lo sé. 

Al parecer, su ánimo cambió ligeramente cuando le respondió en tono despreocupado. Michael podía ser tan extraño... con una mirada hacia afuera, calculó que la tarde cayó sobre aquella ciudad de España, porque el sol se alzaba poco a poco ante la muralla del cielo en lo más alto de la cumbre de ventiscas. Fue entonces que miró la manera en que su mano quiso arrastrarse hacia la de su acompañante; hasta ella se asustó por aquel movimiento. La retiró con rapidez antes de llegar a los largos dedos color bronce que portaban las grandes manos de Jackson. Eso era algo que le gustaba de él. Se dedicó a mirarle el cabello que tenía atado en una coleta baja, se le veía bastante bien puesto que su cara y su cuerpo eran adecuados para aquel peinado. Entonces se preguntó por qué se dejaba crecer el cabello un poco más debajo de los hombros. Los caireles bajaban en sus sienes, por las patillas y se alborotaban sobre su cabeza. Pensó que podría enredaros miles de veces en sus dedos. 

Apartó aquel pensamiento de su mente cuando escuchó el altavoz y la firmeza de las palabras en la bocina situada en un rincón del avión. Indicaba que estarían aterrizando en unos cuantos minutos. Michael miraba indiferente hacia la ventana, sus ojos eran como su piel; de un tono color bronce pero con una especial obscuridad. No era fácil describirlos porque llegaban casi a un color negro sin olvidar el marrón que se escurría en sus iris.

   —No me mires de esa forma. 

Habló él, con cierto tono divertido escondido entre los labios. Nerea ni siquiera se había percatado de lo que estaba haciendo. 

   —Yo no te miraba. 

   —Sí, seguro. 

Buena jugada, pensó. Michael había regresado aquella respuesta que le envió cuando supo que estuvo con una mujer. Nerea no entendía lo que le ocurría. Decidió despojarse de aquel pensamiento, porque no le haría bien pensar en tener algo con Jackson. Sería loco involucrarse con el agente que la persiguió durante mucho tiempo hasta que la capturó, que por una coincidencia él precisamente fue su primera pareja de baile. Ahora está con él, sin ningún medio de seguridad, en Madrid para rescatar a su hermana menor secuestrada por un traficante. En su vida nunca estuvo involucrada la palabra normalidad; más bien, era como si ella misma fuera en contra de la corriente. Hubo un silencio dentro del avión, sólo se podía apreciar el sonido de la máquina aterrizando rápidamente sobre el asfalto marcado con luces amarillentas que resaltaban con un resplandor de tono chillón. 

Finalmente habían llegado a Madrid, ahora quedaba la acción que les esperaba detrás de las puertas de algún edificio... o un mercado negro.










Ella es mi Libertad × [Michael Jackson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora