Pasaron un par de minutos después del último beso. Nerea aún estaba desconectada de la realidad, sobreviviendo bajo un techo junto a Michael, con la comida enlatada y suspiros que se daban por la noche, acariciando sus manos y el cabello que se resbalaba sobre la almohada. Teniendo aún la timidez bañando sus ojos, por el simple hecho de haber entregado algo preciado justamente a Jackson, el policía encubierto. Se pasaban hasta la media noche hablando, sin mirarse a los ojos aunque la débil luz de la luna entrara por la ventana, enredándose los dedos e intercambiando el calor que se podían dar, puesto que el viento helado ya comenzaba a invadir las paredes de la casa.
Nerea esperaba que pudieran salir con vida, porque presentía que la comida se terminaría en cualquier momento.
Michael se tensó cuando el sonido llegó de la mesa de noche. La radio daba ruidos débiles, anunciando una esperanza perdida, porque todo estaba siendo a la suerte. El miedo le recorrió las venas de las manos, casi escuchaba la sangre correr junto al palpitar en su pecho. Pensaba que aquello que estuvo reflexionando unas noches antes sería necesario. Precisamente, esa era la idea que le carcomía las entrañas. En caso de que quisieran matarla...
—Aquí Michael.
Contestó, con la voz hecha un débil hilo enrojecido. Apretó la radio contra sus dedos, esperando la respuesta de quienquiera que estuviera tras la línea.
—Deyna.
Hubo un silencio sepulcral. Michael se mordió los labios, esperando la respuesta que le partiría el corazón en mil pedazos.
—Deben regresar —continuó la mujer firmemente—, es hora de la ejecución, Michael.
Iban a matarla. Realmente querían asesinarle, cortar su respiración hasta que se debilitara...
—Ella está muerta.
Deyna pareció sorprendida, con los nervios en punta. Se escuchó un suspiro que le vació el vientre.
—Entonces regresa a Nueva York, ya sabemos dónde están los dos intergrantes. Estamos a punto de emboscarlos.
—Vale.
Sonó un pitido, que indicaba la desconexión. Los ojos de Bennett brillaron bajo la sombría luz exterior, sintiendo el aura lúgubre chocar con sus dedos en tensión. Nerea sabía que mintió para bien, para su bien. Entonces se le llenaron los ojos de lágrimas cuando se lanzó a sus brazos debilitados porque su miedo estaba cumpliéndose.
Con la gargana ofuscada casi por completo, Michael se obligó a pronunciarle una sola palabra, que explicaba todo lo que ella debía hacer.
—Corre...
Bennett sollozó y se aferró a sus hombros, con las palmas de las manos transpirando y los ojos nublados. Estaban diciéndose un adiós deprimente, hablándose con el cuerpo y suplicando quedarse uno junto al otro. Pero así no podría ser, porque iban a matarla y sería una total destrucción hacia el alma de Michael, verla morir bajo una inyección poderosa que desactivaría su conocimiento. Ya no lo reconocería en sus últimos momentos. Una trágica historia, de dos amantes que bien podrían ser psicópatas y agentes de policía encubiertos. Ahora, ambos estaban fingiendo que estaban muertos. Pero Nerea no podría ser vista, por el resto de sus días.
Cuando terminó de preparar la mochila, la colgó a sus hombros. Apretó la mandíbula y se obligó a no llorar por segunda vez en el día. Bennett dejó la casa por la mañana, después de haber hecho el amor por segunda vez, después de dedicarse el beso último, con palabras que ya ni siquiera cobraban el sentido. Porque ya no se verían.
Nerea hizo lo que Michael le pidió y a través del bosque, corrió.
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Ella es mi Libertad × [Michael Jackson]
Fanfiction•Tan cerca de la libertad y tan lejos de la felicidad. Michael no conocía la magia, no sabía lo que era sentirse satisfecho en un mundo tan terminado y deprimente. Tan injusto y lúgubre, deseoso de terminar la vida. Se entregó como un policía encub...