13▼"No iré tan lejos"

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Cayeron. Un beso tras otro, con las respiraciones agitadas y el sonido de la noche más allá de la ventana; y con una especie de vacío en el corazón, Michael se había dejado enredar por Lisa Presley. Se estremecía con cada beso que le daba, pero no sentía absolutamente nada. Lo único de lo que se podía percatar era de sus respiraciones apegadas, de su gran deseo que no estar allí, con ella. Aquel día, el atardecer había pasado más lento que de costumbre, pues se quedó con ella, charlando simplemente. No dejaba de pensar que Lisa sólo sentía por él una muy fuerte atracción sexual. Por supuesto, eso le intimidó hasta lo más profundo del alma, sólo una vez en su vida lo experimentó... pero no fue agradable porque no pudo hacerlo. Era demasiado inocente en aquel tiempo. Pero el dolor aún no desaparecía. Entonces se dio la sorpresa de que su camiseta de botones que antes estaba arremangada hasta los codos había desaparecido, junto al vestido nocturno que Lisa se había puesto. Entonces se sintió asustado, pero no se detuvo. 

¿Lo haría?

Por supuesto que no, aquello no sería para nada sincero. Lo intentó por un mes entero, desde que le pidió una oportunidad pero no había pasado absolutamente nada con él, tampoco en su mente. Lisa seguía siendo... Lisa. 

En ninguna de sus noches dejaba de pensar en quién era la mujer de la que le habló. Dijo que no quería que estuviera relacionado con ella ¡¿Quién demonios es?!, pensaba con aire de fastidio. No podía quedarse con la duda, se quedaba recostado en la cama, a las tres de la madrugada con una copa de vino en la mano, parecía que su vida no tenía algún sentido porque de todas formas tenía que atrapar a los sueltos delincuentes que se habían escabullido debajo de la alfombra. Porque todo el peso de su trabajo estaba sobre Michael y todo era tan agobiante. Absolutamente se negaba al suicidio, porque no lograría nada con eso. Él sólo quería su libertad. 

Aunque en todo el mes no vio a Nerea, sentía que debía mirarla de nuevo. Toda la noche, el tintineo de las esposas resonaba en el interior de sus aposentos, tal vez pensando o durmiendo tan profundamente que nada le afectaba demasiado. Un par de veces —más bien, millones— quiso ir con ella. Pero no podía, porque Lisa siempre estaba tras él. O en el cuartel donde justamente la asesina se encontraba, después se besuqueaban un par de horas y se iba, pero Michael estaba tan cansado. Rastreaban a los Criminales, estaban aquí y allá, agitando sus rabos para después esconderse en algún otro continente. Simplemente era algo que lo tenía agitado desde el alba hasta que la luna se escondía. Estaba comenzando a cansarse y desear que terminara. 

Incluso había soñado con su pasado, de nuevo. Pero ahora se alzaba sobre el escenario donde ocurrió su peor pesadilla, con las rodillas temblorosas y las manos sudorosas. Con el rostro ligeramente ruborizado mientras se decidía a cantar cada una de las notas que le marcaban, siempre había soñado con realizar notas altas, irse a vivir lejos. Pero no ocurrió nada de eso. Porque todos comenzaban a reír, como si fuera el sirviente que decide hacer comedia por un poco de dinero. 

Entonces pensó que aquel niño al que llamaban "Jacko" estaría decepcionado del hombre que ahora supuestamente estaba muerto.

El calor de su cuerpo permaneció en el margen normal, porque estaba sólo pensando. Aunque Lisa estaba bastante preparada para el acto, no podía dejarse hacerlo. Porque sería como aprovecharse de ella y Michael nunca tuvo aquel sentimiento, estaba tan fuera de él mismo que se sobresaltó cuando lo pensó. Escuchó el gemido del viento exterior que estaba presente allá afuera, junto a las hojas de los árboles que no paraban de cantar sus silbidos, y miró la manera en que la noche entraba de forma sorda por una de las ventanas. 

Michael detuvo sus movimientos de forma brusca, dejó de moverse mientras la mujer le miraba de manera confundida. 

—¿Por qué te detienes? 

Lisa sólo recibió una incómoda mirada de parte de Jackson. Fue entonces que Michael dejó de sentir el peso de la mujer sobre él, porque se había retirado y tomó asiento a su lado en la cama. Ella dio un suspiro, mientras Michael se dedicaba a bajar la mirada; era un pena que no la amara de la misma manera. Él estaba teniendo gusto por alguien, que le atraía, claramente. 

Era Bennett. 

Tomó su camiseta, que estaba ya marcada de distintas líneas a lo largo de la tela color negro. Entre las sábanas se colocó la prenda, y mientras se dedicaba a abrochar los botones, sentía cómo el viento del horizonte le indicaba que había hecho algo bien, aún usando la torpeza.









Ella es mi Libertad × [Michael Jackson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora