29▼"Insomnio"

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   Michael caminaba inquieto, sin capacidad de dormir a través de la habitación. Mirando al suelo, con sus dedos moviéndose entre sí, intentando reemplazar los de ella. Pero era tan inútil como abrazar la almohada para imaginarla a su lado. Hacía dos días que regresó a Nueva York, completamente solo, irreconocible y con una lúgubre aura que no sólo era actuada, porque al ya no tenerla a su lado, era como si en realidad hubiera muerto. Como si fuera cierto que se ahogó, suicidándose después de saber que Christy no se salvó.

   Oh, Christy.

   Afortunadamente los compañeros de su cuartel lo entendieron, aunque no era costumbre sentarse a consolar la pérdida de su único ser en el mundo. Simplemente siguieron el trabajo, buscando el lugar exacto en que esas ratas de alcantarilla estaban escondiéndose. Michael miraba sin gesto alguno las pantallas, miles de cuadrados azules y puntos rojos que no tomaban sentido, ya no estaba tras la asesina Nerea Bennett, le costaba entenderlo. Dormía solo, dando vueltas su cabeza y giraba el cuerpo inquietamente sobre las sábanas. Se le hacía el lugar demasiado frío, sin su cuerpo al lado, sin su cuello posando en su nariz o sus brazos rodeando su cuerpo sin una prenda que les estorbara el contacto. Cómo le extrañaba.

   Por la mañana se dirigía al cuartel junto a Deyna y su hermano, buscaban todo el día hasta que los ojos le escocían y su estómago se revolvía. Michael volvió a los hoyos en la pared, hechos con las navajas, cuchillas tan plateadas que podrían enterrarse exquisitamente en su garganta. Pero no tenía un gran valor para llegar al suicidio. Sería darse por vencido, pero no iba a detenerse, en algún momento se levantaría, más fuerte que nunca con el propósito de encontrarla. Eso era lo que más deseaba. Lisa Marie le miraba seguido, sentada al otro lado de la habitación, pero no había expresión allí dentro.

   Trabajaban juntos a partir de aquel momento, porque la habían cambiado de cuartel, porque los ayudaría a terminar la misión. Era una estrella capturando criminales, en especial hombres. Jackson bajaba la mirada, sólo observaba la pantalla de vez en cuando, pero siempre estaba escuchando y sintiéndose más solo que nunca.

   En Nueva York se conservaban los días nublados, como si la lluvia fuera a llegar, pero ni siquiera daba señales de existir. El viento era helado por las noches, porque estaba hecho un ovillo en la cama, con su guardia puesta siempre a nuevas noticias que podrían llegar en ese instante. No dormía de la mejor manera, aunque los demás tampoco lo hacían. Todos estaban deseosos de escapar de aquel infierno, que estaba a punto de terminar. Michael miraba hacia los lados, creyendo que estaría ahí, pero la soledad le dolía y le apuñalaba el pecho. No sabía qué haría sin ella.

   ¿Se enamoraría?, ¿Tendría una nueva vida?, ¿Nueva identidad?

   Se acurrucó en la cama después de darle tantas vueltas al asunto. Tal vez pasaban de las tres de la mañana, con el insomnio cargado sobre las bolsas moradas que se estaban formando en sus ojos. Tenía el estómago revuelto, un ácido le recorría la garganta y después le picoteaba la lengua. Entonces la puerta sonó con urgencia.

   Ya estaban listos para la captura.

Ella es mi Libertad × [Michael Jackson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora