12▼"Esto es muy estúpido"

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El señor Jackson se veía incómodo con aquella conversación, que más bien era una pregunta que se formuló de manera involuntaria y... él comenzó a balbucear. Nerea observó fugazmente el libro de descansaba a su lado, parecía tener vida y estaba cómodo sobre la sábana grisácea que cubría su cama. Miró cómo Michael se limpiaba los restos de labial utilizando el dorso de la mano, casi hasta llegar a la camiseta y le envió una mirada apenada, además se había ruborizado. Había tanto que no le conocía. La asesina puso los ojos en blanco, todo aquello era tan estúpido. Era como una de las escenas de una telenovela transmitida a medianoche, para esos cursis que se sientan sobre la cama y se besan mientras los protagonistas tienen sexo. Que asco. 

  —¿Para qué apenarse, Jackson?

Nerea alzó una de sus obscuras cejas sin dejar de mirarle. Michael se quedó sin palabras, últimamente andaba por la vida de una forma tan torpe que le avergonzaba. Y mucho. 

—Lo siento. Es que ella está enamorada de mi. 

¿Quién estaba enamorada de él? y ¿por qué demonios llegó esa pregunta a su mente?

  —Seguro que sí.

Respondió fríamente mientras cogía el libro de nuevo y lo abrió en a página donde, desgraciadamente no podía salir. Pero seguían siendo letras sin sentido, porque estaba distraída. 

—¡He! ¿qué sucede? me tratas muy mal de pronto. 

Nerea rodó los ojos, de nuevo. 

—Soy una prisionera, no tu doctora corazón. 

Michael había reído. Esa chica sí que era graciosa cuando se enojaba. Idiota, pensó Nerea. Y de nuevo ubicó las palabras El largo vestíbulo se extendió... no había logrado salir de ahí en cuanto empezó a pensar y pensar, hundiéndose lentamente hasta ya no tener noción de la realidad. Parecía que caía en un hoyo lleno de colores, tantos hoyos dentro de otro, mundos diferentes y... Jackson. ¡¿Por qué siempre tiene que ser él?!, pensaba furiosa.

Podría ser cualquier hombre que conociera. Por ejemplo, Brandon; aunque le dieran escalofríos de sólo pensar una relación con ese imbécil. Pero tenía que ser el gran Michael, justamente la persona que odiaba y no sabía la exacta razón para hacerlo, tal vez debería restar importancia a todo aquello que le pasaba por la mente. Voy a terminar como una jodida loca, pensó. Así que mejor se tranquilizó. Michael seguía de pie, pero Nerea se alarmó cuando le vio acercarse dando zancadas hasta donde ella se encontraba. 

Por el rabillo del ojo notó que echó una mirada al libro, a todas las letras impresas que aún no había leído por culpa suya precisamente. Entonces sus ambarinos ojos recorrieron el texto con rapidez hasta llegar a sus manos que estaban aferradas a las esposas, notó que aquello le hacía ver más peligrosa aún. Le encantaba el peligro. Michael no estaba seguro de lo que estaba pensando, presentía que aquella pequeña rendija en el fondo de su subconsciente que dejaría salir todo aquello que le inspiraba Nerea Bennett estaba abriéndose, poco a poco. Como una bomba que estaba en proceso de estallar.

  —¿Necesitas algo? 

Escuchó lo que la asesina había preguntado con indiferencia. Se puso a su altura para poder mirar mejor su rostro que seguramente estaba enfadado; eso le hacía reír. 

—Seguro que sí. 

Alegó en tono burlón. No duró su broma por mucho tiempo, porque Bennett le había dado un buen golpe en el estómago; con el libro. Tomó su barriga con ambas manos, jadeando. Mientras, ella se dedicaba a reanudar su lectura; odiaba cuando era demasiado fría. 

—¡Eso... no me dolió! 

Michael escuchó su risa. Un sonoro vaivén de graves y agudas notas, era como una canción. Pero, ¡por Dios! hablas así sobre Nerea Bennett, pensó sorprendido. Se despojó de cualquier pensamiento que pudiera gobernar sobre su cabeza en ese momento, no entendía por qué era tan difícil estar cerca de ella, sólo estaba seguro de que había algo que no quería dejar salir. No sabía con exactitud qué era.


  









Ella es mi Libertad × [Michael Jackson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora