Tortura.

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Te esperaré.

Con mi mano en el pecho sintiendo como sigo viva y con el olor a guardado de mi almohada.
Y con el hecho de haber llorado recordando tus besos.
Ojalá nunca escuches mis gritos.

Gritos que me dejan sin aire y se vuelven mi única salida.


Sé que no debería llorar, que es tonto, que ya no estás y este no es el puto fin del mundo, tal vez duelen las heridas que me dejaste y que no cicatrizaron, todo eso, con el techo garabateado de mensajes suicidas, es estúpido.

Esto no era un final, sino el comienzo de la tortura.
















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