Cuando muera, no quiero una cama de tierra.
Tampoco un arreglo de flores con un mensaje que obvio ya no podré leer.
No quiero vestirme de gala ni una sola lágrima encima mío.
Me he muerto por tanto inhalar el humo de la desdicha.
Tenerte me hacía mal.
Olerte me encogía.
Mirarte me condenaba.Y ahora que nunca más lo haré, puedo sentir por fin el nirvana atravesándome los huesos.
No, no he visto la luz al final del túnel.
Es más, me sumergía en la más espesa oscuridad, expulsada del punto brilloso que son tus ojos.Me agrietaba la piel y de mi cuerpo se desprendían millones de ilusiones, a merced de todo, alejada completamente de ti.
Temía no volver a saborearte, pero mi boca se había secado y mis últimos respiros ya se fueron.
Estaba muriendo de tantos cortes que me hacían las memorias rotas.
Por aquellos dulces y venenosos besos, me preguntaba cuando me empezaría a descomponer.
A podrir de la boca a la punta del pies.
Como polillas atoradas salían todas las palabras que nunca te dije.
Detrás de mí, vestido de negro, legañoso y triste.
Moría por darte todo lo que me faltaba.
Mueca triste, ahora me extrañas.
Te amaba demasiado, pero era tan habitual amarte, era común morderte y luego verte sangrar, tan típico compartir un cigarrillo, tan sincero oírte gritarme.
Se me iba la vida por habértela regalado, por todas las veces que me respiraba el agua de tus ojos, de tanto ocultarte las emociones, tenía que desintegrarme.
Tenía que volver a ganarme las alas, rotas y sin plumas.
Rogaban por volver a volar.
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Sigo Sintiendo
ПоэзияQuítame estos sentimientos de la cabeza, hazlos desaparecer. Así cómo hiciste con todo. Mis lágrimas. Vivo encerraba en latidos, hazlos desaparecer.