A esta parte de la historia.

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Tus labios.

Morados por el frío, manchados de mi aliento, derretidos de mi caricias.

Tus ojos.

Fijos, sospechosos, llenos de tu odio por la vida.
Y todo eso me encanta.

Ambos crecimos detrás de esta dimensión.
Nos hilamos y enredamos con el pasado y perdimos de a poco el futuro.

Necesitabas un respiro de la realidad e inhalaste el aroma de mi veneno.
Desmenbraste mis sentimientos, torciste mi tronco, te uniste al club.

El club de vagabundos e indeseados.

Eres ariscos, olvidadizo y sádico.
Te divierte mis ojos rojos y cantas mis penas.
Abrazas lo que soy y te interesas por la sangre que desfogo.

No deberías, pero no tengo ganas de discutir.

¿Cuántos poemas te escribiré?
¿Cuándo dejarás de ser mi inspiración?

Nunca, te lo aseguro, aunque dejes de sostenerme de las manos cuando cruzo la calle, un adiós temprano no te prometo.

Soy terca, debes de acostumbrarte.

Me dices tantas cosas que no olvido.
Cómo la vez que me gritaste que dejara de decir "Te amo", que lo desgasto, que dejaría de ser especial para ti, para mi.

Pero aún lo dudo, que mientras no me de cuenta, dejarás de amarme, me abandonarás.

Pero no lo haces.

Me dijiste que las rosas son engañosas y que eras malo con las palabras, pero me hablas tan bonito y tan falso que lo creo, no te preocupes, soy una tumba.

Me hablaste pegado a los labios, susurraste alabanzas a un roto destino que llegas a manipular mi mente.

Mis manos, mis ojos, las palabras.

Eres de mal carácter, te irritas y lo escondes, eres cariñoso y arañas al acariciar.

Duermes como un niño, sueñas como un psicópata.

No, no eres un pedazo de mi corazón.

Eres la cuerda que me hace perder la conciencia.

Y lo siento.

No tengo nombre para esta parte de la historia.

Sigo SintiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora