Capítulo 12.

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Alice despertó unos minutos más tarde, gracias a que él chico rubio le estaba haciendo inhalar la botella de alcohol.
Comenzo a moveese en el sillón hasta que abrió los ojos perpleja.
— Que... Qué pasó?— Todos los demas se voltearon a ver.
La mirada azul de Ronald parecía algo preocupada.
Los ojos ambarinos de Kimberly, algo preocupados.
Los de Baxter, azules y totalmente neutros.
Y Max, com una mirada de horror y culpa.
Dracco simplemente la miraba divertido, observando sus ojos y probablemente sus labios.

Se sonrojo al instante y se sentó.
— Que pasó?— Nadie podía hablar.
O más bien, nadie le quería explicar lo qe había pasado.
— Escucha Alice, necesito que lo que te vayamos a decir, lo tomes con calma, es malo provocarle un Zumm dos veces a la misma persona en un día.— Alice no tenía ni idea de lo que estaba pasando.
Ni de lo que hablaba.
Pero finalmente asintió.
Dracco se levanto y enseguida Ronald fue quien se acerco a ella.
— Mira Alice, empezare por decirte qué somos... Nosotros somos Arcángels, bueno, Baxter es un Elfo pero es un gran guerrero; Bien, los Arcángels somos una raza de humanos con sangre de ángel, podriamos ser comparados con Nefilim, pero estos son hijos de angeles caídos, en cambió, nosotros tenemos sangre pura.
»Un verdadero Arcángel llamado, Raphael, vertió su sangre junto con la del ángel Azrael para poder crearnos.
Somos guerreros, y nos encargamos de proteger a los mortales, humanos, cómo quieras llamarles.— Alice estaba más tranquila ahora.
— Entonces... Ustedes nos protegen a nosotros?— Ronald negó con la cabeza.
— No Alice, nosotros, todos los presentes en esta sala, protegemos a los mortales.— Alice se levantó rápidamente.
— Entonces estás diciendo qué... Que yo... Y Max...— Alice negó con la cabeza.
— Asi es... Ustedes son Arcángels crei que ya lo sabías.— Dijo Baxter un poco, nervioso, pero solo un poco.
— Alice espero que lo entiendas.— Esta vez fue Max.
Quién no había hablado hasta ese momento.
— No lo se... Yo... Necesito aire.— Salió corriendo y abrió la puerta que tenía gravado un ángel.
La atraveso y la cerro detras de ella, con un coro de «Alice» llamadola.

Bajo los escalones pesadamente.
Estaba totalmente confundida, cansada y quiza molesta con su hermano.
Por haberselo ocultado y por qué el también lo era.
Y entonces, bajando las escaleras, sucedió aquel efecto, y ahora parecía estarlas subiendo.
Se detuvo en seco ante esa impresión.
Pero después agito la cabeza y siguió subiendo hasta llegar a la puerta.
La abrió y salió hacía el pasillo de la capilla.
Miro hacia atrás, ahí estaba la puerta, no había desaparecido.

Pensó al instante en escapar hacía su casa.
Pues la luz del sol atravesaba los hermosos ventanales.
Pero después recordo lo que le había dicho baxter al padre la noche pasada.
"Padre, dos demonios Entomofobos nos estaban siguiendo, hemos matado a ambos, pero había aún más. Debería reforzar la catedral con un Gladiatus los demonios no se detienen con un simple Prismatic".

Quiza los demonios seguían ahí afuera, no quería encontrarse otra vez con ese monstruo con forma de insecto.
Era simplemente asqueroso de tan solo pensarlo.
Un joven con una tunica blanca y roja iba pasando por ahí.
Con una copa de plata en una mano y con una pequeña charola en la otra.
— Disculpe, la misa de nueve empezara en unos intantes, si...— Alice penso que sí el padre sabía lo de los Arcángels seguramente ese chico también.
— Vengo de ver a los Arcángels, y quiziera tomar un poco de aire.— El chico, de unos trece años, con cabello castaño y unos bonitos ojos cafes le sonrió.
— Oh! En ese caso, podría subir a una de las torres, subiendo las escaleras, los ventanales de ahí pueden abrirse y podría tomar un buen respiro.— Alice asintió.
— Gracias.— El chico continuó su camino.
De inmediato comenzo a subir esas escaleras, solo esperaba que no cambiaran de posición cómo lo hacían las qué iban al Santuario.

Y efectivamente no fue así.
Subió la escaleras.
Estar caminando por la catedral era como pasear por un castillo del siglo XV, con adornos en blanco y dorado, candelabros dorados colgando del techo.
Santos por donde se podía ver, un órgano, quiza para las misas.
Y claro todo era sumamente amplió.
Y mas aquella torre en la que estaba.
Era mas el campanario que una sala cualquiera.
Pero dé todos modos podía ver la ciudad desde ahí.
Se sintió más calmada.
Sin ningún sonido que la perturbara mas que el de la ciudad.
Autos pasando, las voces de las personas, algunos gritando, cantando o simplemente conversando.
El ruido que hacían las palomas al vatir sus alas.
«Alas» Penso la chica.
Y se acerco al borde de la ventana.
Era algo alto.
Y sin duda moriria al caer.
— Si estas pensando en arrojarte al suelo, no te lo recomendaría.— Alice se giro.
Dracco estaba parado ahí, justo por donde había entrado ella.
— Los mortales se darían cuenta de que el suelo se haría mas daño que tú.— Alice se apoyo en el borde de la ventana para poder verlo a los ojos.
Tan profundos y risueños, como una tarde de verano, los arboles tan verdes como sus ojos.
O quiza parecidos a un río, verdes e imponentes.
— Sabes, parece que te conozco desde hace años.— Alice sintió un leve rubor en las mejillas pero de inmediato lo aparto.
— Bueno... Y, por que no... Podría arrojarme y volar.— Dracco sonrio diverrido.
— Por qué simplemente no puedes, no tienes el entrenamiento suficiente para hacerlo.— La chica se giró hacía la ventana, la cual carecia de esta.
Miro la ciudad.
— No lo entiendo, hace apenas ayer, yo y Kim fuimos a un club a divertirnos, y ahora, simplemente estoy metida en un asunto... Mágico hasta él cuello.— Dracco se rió ligeramente.
Y se acerco a ella.
— No es mágico, es solo... La verdad.— levanto los brazos y los dejó caer.
Alice notó cómo se le tensaron los musculos al chico.
Su camisa estaba un poco pegada a su cuerpo.
Y sobre todo le resaltaban el pecho amplio y los brazos gruesos.
— Bien, solo ven con nosotros quieres?
Y después de esto, el chico se marchó por dónde vino.
Alice miro una vez mas la ciudad y siguió al chico.
— Esta bien, lo aseptare, sólo, necesitó comprender un poco toda la situación.
Dracco se giró para verla.
— Solamente tienes que saber que nos gusta matar demonios, aunque también matamos a mas monstruos, Trolls, Ogros, Basiliscos, Nagas, Rocks y mas cosas cómo esas.— Alice se quedó un poco confundida por todo eso.

Había escuchado hablar de esos monstruos pero nunca creyo que fueran reales.
No se podía imaginar cómo es que en realidad eran.

Siguieron bajando los escalones hasta que llegaron a esa sala ya conocida.
— Vamos al santiario, ahí te explicaremos todo con detalle y lo qué debes hacer, quiza un poco de entrenamiento te sirva de algo.— Alice asintió ligeramente.
Y fueron directo al santuario.

Entraron por la puerta tallada, donde todos los estaban esperando.
— Ya estas mejor.— Preguntó su amiga Kimberly.
— Am, si, pero una pregunta... Tú también eres...
— Si, un Arcángel.— la interrumpió enseguida.
— Oh!— Fue lo único que dijo.
Todos sé quedaron mirando en un silencio incómodo.
Ronald tomó uno de sus rizados cabellos oscuros.
Y comenzo a juguetear con el.

— Bien, por que no, ya que estamos todos calmados, no le explicamos a Alice todo y lo que hara.— Sugirió Baxter.
Todos suspiraron al mismo tiempo y después se rieron.
Alice también.
No pudo evitarlo.
— Bien, bien, pero, mamá sabe algo de todo esto?— Todos la voltearon a ver y justos dijieron un "no" tan fuerte.
— Hagas lo que hagas no le digas nada a tu madre.— Dijo Ronald, el que más hablaba y por lo tanto Alice supuso que debería de ser el lider.
— Pero por que?— Max se acercó a su hermana.
— Mamá no sabe nada de esto, y si lo sabría, nos mataría sabes.— Alice quizo protestar algo, pero, al final no dijo nada.
— Bien, cómo ya sabrás, necesitas entrenamiento, así que, por que no comenzamos a entrenar, así sabremos que es lo que más dominas.— Ronald fue a una estantería que estaba frente a la gran mesa (la que no era el comedor).
Tomo un libro algo grueso, encuadernado en cuero azul pálido, ligeramente deteriorado.
Se lo puso a Alice en las manos.
— Este es el libro de Hechizos, antiguo libro usado para encantar o proteger, incluso se usan para atacar, estúdialo bien, de principio a fin.— Alice lo tomó con sierto miedo.
Pero al final se puso firme.
— Muy bien, empezemos él entrenamiento.

Arcángel 1: FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora