Capítulo 4

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Alice acababa de despertar, para sus sorpresa, todabvia estaban en el avión, se fijo por la ventanilla la cuál estaba cerrada claro.
Pero aún así podían verse las nubes, hermosamente blancas, puras, sin ningún rastro de gris o negro, nada que pudiera indicar una tormenta.
Él cielo arriba era de un color profundo, como sí de otro océano sé tratase.
Pues su color azul, no era propio de un cíelo que se veía desde el suelo, verlo desde un avión era como estar volando invertidamente.
Si las nubes hubieran tomado una forma un poco más tenue, Alice habria jurado que se encontraban volando sobre el mismo oceano.
Solo que de cabeza.
Todo fuera del avión era hermoso.
Incluso dentro también lo era.
Ésos asientos de tela, comodos y haciendo juego con todo lo demas.
A colores gris, blanco y azul.
Las asafatas, tan bellas, había una rubia explicandoles por tercera vez a los pasajeros, como usar una mascarilla en caso de que el avión sufra de turbulencia.
También, había una morena, que pasaba con un carrito lleno de alimentos de diferente tipo.
Claro, los postres hata arriba.
A Alice se le hizo agua la boca cuando vío un pedazo de pastel de moras.
Tan solo su olor, fino y dulce, la envolvía en un paseo por las delicias que tenía ese carrito; no lo dudo ni un segundo mas y levantó la mano, como si estuviera en la escuela y tubiera que levantar la mano para poder hablar o decir una respuesta.
De inmediato la chica morena se dirigió hacía Alice.
Era muy bella, con cabello negro y ojos oscuros, y una piel tersa y bien cuidada.
— Buenas tardes, soy Cecil, ¿gusta comprar algo?— Dijo amablemente la asafata.
Alice asintió.
— ¿Me podría dar esa rebanada de pastel de moras?— Cecil le sonrió y le paso el pedazo de pastel.
— Aquí tiene, son siete dolares.— Era algo extraño que tuviera que comprar el pastel, pero aún así se moría de hambre.
Alice pagó educadamente la cantidad exacta.
Y enseguida la amable asafata siguio con su caminó.
Alice iba a ofrecerles a Max y Kim.
Pero tanto uno cómo él otro estaban en un profundo sueño.
Alice se encogió de hombros y comenzó a comerlo.

Efectivamente, estaba mas que delicioso, nunca se habría imaginado que un pastel podría saber así.
Tomó otro trozo con él tenedor y se lo llevó a la boca.
«Dios, sabe tan bien!!»
Penso la chica mientras se deleitaba con ese pastel.
Miro a la ventanilla y observó una vez mas el imponente cielo.
Esta vez era de un hermoso color lavanda, pues ya estaba anocheciendo, y si algo era más hermoso que eso, Alice tenía que verlo, pues nada se comparaba con una puesta de Sol viéndola desde un avión.
Las nubes comenzaban a esparcirse y daban al cielo un tono aún más oscuro, pareciendo totalmente infinito.
Alice deseó por un momento estar ahí, fuera, y ver aquella puesta de sol tan hermosa.

Sin haberlo notado, Alice se había terminado su pastel.
Volteó hacía el frente y vio que su madre estaba teniendo una conversación con los tipos que se habían sentado al lado dé ella.
Quizá los conocía o simplemente se habían hecho amigos tan rapido qué aveces a Alice le asustaba eso.

Marisse volteó a ver a su hija, y de inmediato se sorprendió.
Ella los observaba detenidamente.
Entonces Marisse le sonrió a su hija.
— Oh! Alice, perdón por no presentártelos antes, pero esque estabas dormida y... Bueno, ellos son Baxter y Ronald Crawler, son viejos amigos de tu...— Marisse no pudo terminar la palabra.
Y se giró en silencio.
Y los sujetos hicieron lo contrarío y se giraron hacía la chica.
— Es un placer señorita Alice, yo soy Baxter.— Dijo el chico rubio, era sumamente hermoso, por así decirlo.
Tenía unos rasgos sincelados, y una ligera barba rubia le cubría la barbilla.
Sus ojos eran de color gris, casí tan claros que se podian perder y parecer blancos de no ser por el contorno mas marcado alrededor de la pupila.
—Soy Ronald, estoy encantado de conocerla.— Ahora saludo el otro chico, tambien dé rasgos hermosos.
De cabello y ojos oscuros.
Con una piel bronceada y una barba algo espesa.
Ambos le sonreían y Alice por un momento se sintió incómodo, y algo triste por la reacción de su madre.
—Veo que tu hermano y tu amiga están disfrutando el vuelo, pero no tanto como tu, verdad?— Dijo Baxter, y Alice solamente sonrió.
— La verdad es que las puestas de sol  son mas bellas aquí en un avion que abajo en el suelo.— Esta vez fue la chica quién hablo.
Ronald hecho una carcajada.
— Claro que sí, estoy de acuerdo contigo; y también, creo que México es una buena elección.— A Alice se le hizo un nudo en la garganta.
— Si.— Solto.
Y de inmediato se quedo callada.
Ambos hombres se miraron y sé encogieron de hombros, justo después, sé giraron e intentaron hablar con Marisse.

La chica volteo a ver el cielo.
Ya era solo un conjunto de negro y puntos plata.
Estrellas por todos lados, era hermoso, sin duda un gran espectáculo.
Sintió lastima de Max y Kimberly por que se estaban perdiendo ese divino paisaje.
Entonces, a Alice se le ocurrió algo.
De inmediato saco de una pequeña mochila que tenía, un cuaderno y unos lápices de colores.
Ella sabía dibujar, pero también le gustaba tocar el piano, el piano de la madre de Kim.
Simplemente sonaba hermoso.
Y con ese pensamiento, comenzo a dibujar aquel bello paisaje.

Quedaba poco para que llegaran al aeropuerto de la ciudad de Guadalajara.
El cuál tenía por nombre "Aeropuerto internacional de Guadalajara Miguel Hidalgo y Costilla."
Era al que siempre llegaban, cuando venían a México de vacaciones.
Pero sólo era de vacaciones, ésta vez, era para quedarse haya.
Totalmente lejos de su hogar.
Suspiro y dejo los lapices y los regreso a la mochila al igual que el cuaderno.
Se cruzó de brazos y se dispuso a dormir para tratar de hacer pasar él tiempo.

Sin embargo no podía, se sentía inquieta, no quizo perder mas tiempo y miro por cuarta o quinta vez por la ventana.
Nada sucedía.
O bueno, aparte de un gran ave que volaba en él cielo, la observó detenidamente, sus alas eran de un color puramente blanco, quizá incluso mas que el mismo color.
Pero cual fue su sorpresa que de envez de garras o algo así, tenía píes, de envez de plumas en su torso, tenía una camiseta blanca.
Y de envez de una cabeza de ave.
Tenía una cabeza humana.

Arcángel 1: FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora