El color de tu ausencia

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Caminando entre las sombras
fingiendo una locura
me visitan las alondras
al encuentro con la luna.

Yo sé que ya no me nombras
que se ha secado el rocío
en tus labios como el lirio
como pétalos de rosa.

Pero inerte aún suspiras
el templo no está en escombros
y desde el cielo me miras
en el mundo no estoy solo.

Desde el día que partiste
en la barca de los sueños
en cada estrella te miro
y suplico tu regreso.

La ilusión nunca madura
la esperanza no florece
la confianza, la locura
que conmigo amanece.

Como el brillo de tus ojos
en mi pecho un diamante
me llena el corazón de abrojos
si me faltas un instante.

Como el sacro juramento
que tatuado está en mi mente
de amarte toda mi vida
amarte eternamente.

Salí de aquel pueblo tan cerca del cielo, amatista y perfumado de jazmín, el olor de la hierba, la calma del cerro, las vertientes, el vendaval, el aguacero, todo quedaba atrás. No se apartaba de mi mente: "Ya se enterará de algún modo cómo le dicen por ahí", un apodo más, siempre los he tenido y por docenas, podría presumir de ser el campeón del sobrenombre y nunca me ha molestado, el último me puso el taxista, se refería a mí como el donante, en mi vida ha sido una constante.
Cansado de deambular donde me lleven los caminos, las cosas que he vivido, han sido disimuladas respuestas a lo que nunca había preguntado, destellos de luz, tal vez debía guipar vendado los ojos, activar otros sentidos, deberíamos hacerlo todos, estamos en un espacio donde las imágenes y acontecimientos nos pueden engañar de la mano de los interesados en sacar provecho de todo, hasta de la fatalidad, hay quienes lo hacen, increíble, pero desde las sombras manejan un falso equilibrio, son el centro del sistema, sólo ellos saben cuándo y cómo cambiar el orden establecido.
La frágil voluntad del ser humano, mientras siga durmiendo, soñando en una realidad virtual, seguro que tiene libertad de decidir, tendrá el color del ámbar con la sentencia prematura del miedo a la muerte.

Como un verderón alegre, camino a vendimiar en el libro de la sabiduría, cada mañana despertaba, chorros de luz en cada hoja son los momentos vividos, donde sentí la presencia de Dios, sin una palabra, en un sordo silencio, como armando un rompecabezas iba obteniendo una respuesta, me faltaban y me faltan muchas letras y no sé de cuántas estará compuesta.
Las flores del Jordán con su delicado aroma como la caricia de un recién nacido en el pecho de su madre, me llevaron a volar con las abejas, estaba hipnotizado por el arcano de la relación entre ellas, la armonía las atrapaba en un nivel vibratorio superior, en una dimensión indescriptible, mantralizando una sinfonía para lograr el contacto, en el cual recibirían el misticismo de su cálido color y la virtud de sanación mágica, milagrosa existencia.
Las abejas daban vueltas, mi cabeza, mi cuerpo, estaba lleno de ellas, no me hacían falta alas, como el espíritu de un tornado volaba, a ratos vivía una fantasía de una ventana dimensional o un agujero negro, a la velocidad de la luz por un espiral estaba en otro lugar, nadando en un líquido espeso dentro de un topacio, quería salir, el calor y la falta de oxígeno me desesperaba, giraba a todos lados, no había salida, estaba en un nido de ojos. Todo el enjambre me miraba, una parecía la reina y no tenía alas "como el rey de las estampas, siempre en el mismo lugar si no lo trasladan", en medio de la miel mi situación era amarga, sin esperanza, empecé a sudar, cada gota el rostro me quemaba, me deshidrataba, mis labios secos, se partían, empecé a delirar. Un desierto atravesaba sin una gota de agua, se dilataban mis ojos, me desmayaba, en un estado entre la vida y la nada flotaba, era liviano como la seda y mi vida en ella caminaba aferrándome al regreso por la ruta de las hadas, desprendiéndome del beso de un aguijón que como espada regó el sutil veneno, que me mantuvo febril ocho horas en la cama.
En este laberinto donde entramos, cuando nacemos inconscientemente todos buscamos una salida, pero está comprimida entre la vida y la muerte, la verdad y la mentira, la pasividad y la ira, todo en un solo huerto, donde puedes escardar, convirtiéndole en un templo, una puerta abierta encontrar, liberarte para siempre, como un mago escapar, sin ser visto por la gente.
Aunque mi mundo sea precario, un limitado diccionario, no busco nada urgente, todo llegará a tiempo, como el frio invierno, el otoño, el verano y se irá la primavera marchitando en la pradera como cada año.
Como la sagrada muestra en la patena es el fruto limpio, una mirada transparente, una acción humilde, un beso en la frente, una caricia, en el frío un abrigo, del hambre el manso trigo que convertido en pan te invita a la mesa.
No le niegues al mendigo los sarmientos ni el vino, puede ser tu único amigo, el inicio del camino, la luz al final de la noche, la estrella que no se esconde, donde reina las tinieblas él se hizo hombre.
La fortaleza de todos los ángeles tiene el filo de su espada, la verdad y la razón, su poder es la palabra.
"Una palabra dicha en mal momento es como música en momentos de duelo, pero los azotes y las sabias reprensiones convienen en cualquier momento."
(Sirácides 22-6)

Bitácora Preludio Al Sonido De La Última TrompetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora