BITACORA IV

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Sin que lo buscara, sin que lo invitara, sin el mínimo esfuerzo como las luciérnagas se prenden por las noches, una a una, entraban en mi mente las ideas, las preguntas, imágenes, recuerdos de sueños y mentalismos. Quise ponerlas en orden; suavemente cerré mis ojos respirando profundo, no quería que me interrumpiera nada, nadie, ningún sonido, ni ¡el pestañar de los ácaros! desviará mi atención, porque estaba siendo visitado en mi interior, en lo intangible, hasta para el pensamiento, ahí donde el silencio es insoportable, incomprendida la belleza, donde a lo mejor como un diamante es la respuesta.  Eso creo…
Aunque ese paisaje distante, hermoso, que sólo le abraza el sol y le besa la luna, se muestra lleno de colores, de trinos y vuelo de aves en absoluta libertad para ser observado, su interior es luctuoso, desde el primer día que aquel puso sus pies a integrarse a su armonía y equilibrio,  sólo faltaba él.
Con una vanidad genitiva, ¡la naturaleza y yo, un solo elemento entre los elementos! con una seguridad inverosímil. Encender la candela porque no acepta la primera caricia del frío viento que sopla por la tarde, era el preludio a la infección que pronto sería crónica y con un diagnóstico de irreversible, bajo el consuelo de la declaratoria romántica de: zona de protección, cuando hasta para los ojos de los que por naturaleza son depredadores se muestra lúgubre, los riachuelos que parecían chorros de  plata puliendo las ásperas piedras que con el paso del tiempo por su blancura daban la apariencia del más fino marfil, gota a gota, como una lamentación de muerte con ausencia de lágrimas, van quedando .
Por eso, mucho cuidado, tu interior no puede ser tocado, el santuario de la luz, la verdad, a tiempo se abrirá cuando estés preparado.
No había logrado canalizar una sola idea, una sola pregunta, peor aún, procesar la información que pude obtener de mis locas emociones, mientras mi mente divagaba en blanco y el hormigueo en mis pies me mantenía en el mismo ángulo, mi estado tenía un vértice desde donde yo miraba, mi inconsciencia estaba activa, la conciencia, apacible dormía esperando el beso del  ángel  que la despertara. ¡Amanecía!
Camina contigo dentro de ti, encuentra ese cuerpo celeste una forma de vivir consiente, esa luz te hará feliz, manteniéndote vivo cerca de una respuesta.  
Muchos afirman que Dios existe y otros que no, ambos están en el mismo plano sin poder probar nada, mientras sus tesis sean vacías como sus afanes estériles  en el espacio donde dejaron de caminar.
El perfume no existe sin la presencia del sentido del olfato.
Lo que creas o no creas no es lo importante, lo que dejes de hacer o puedes hacer, pondrá sobre el tablero tus limitaciones o potencialidades, tus virtudes o tus defectos, lo que puedes compartir con el mundo, sólo eso mostrará el rostro de lo existente.
No me detendré en el minúsculo plano de un punto de vista, de asegurar o negar algo, tampoco perderé mi vida dándole importancia a los planos dimensionales existentes o no. Tanto derroche de energía en la negación y afirmación de existencia de vida en otros planetas del universo, multiversos, aún más allá, mundos paralelos.
Al punto del agotamiento ¿hay o no vida? Nos olvidamos de la nuestra,  indiferentes a la agonía de la tierra, ¡no te extrañe! El dueño de todas las respuestas, “exploramos otros mundos y sus posibilidades de vida ante el inevitable fin de nuestro planeta”, observa las razones: Inconscientemente estamos hablando de las civilizadas langostas que cuando acaben con todo, seguirán su peregrinar por el universo repitiendo lo que en su naturaleza sería su nueva identidad.
No me detendré, caminaré descalzo sobre las piedras, disfrutaré desnudo del sol, la lluvia y el viento, ahora soy, existí siempre, existiré aunque mi cuerpo esté ausente, el manantial de agua viva está cerca, lo buscaré, el tiempo es eterno, mi sed va en aumento, sobre mi energía renovada si no llego, él saldrá a mi encuentro.
Todo lo creado es perfecto en armonía y sincronía total, nuestra vida es como un triángulo equilátero dentro del cual podemos conquistar y dominar todo, lográndolo crearíamos un escudo de protección infranqueable. En el universo, dueños absolutos de nuestro propio universo, fácil, pero lo complicamos porque desde el vértice que estemos, siempre miramos hacia afuera, donde está el falso dolor, la falsa felicidad y el poder que ambicionamos: cimentado en el odio, la mentira, envidia, avaricia y arrogancia por conquistar el mundo en donde hemos sido desarmados por la esclavina vanidad, garantizándonos ser el único ejemplo de la criatura más débil de todo lo creado.
Quizá de eso estamos seguros, por eso reaccionamos con tanta violencia, acorazándonos frente al amor con una falsa identidad, mostrándonos fuertes ante los que creemos débiles, nuestra fortaleza, “la inteligencia”, brillante diferencia entre el hombre y el animal, que inocente bebe agua donde alguna vez fue el paraíso, de la fuente azul que refleja su rostro, lo único que besa con transparencia  y destella la imagen en sus ojos.
La nobleza a sus espaldas, con una gran sonrisa  se desliza sutilmente, se detiene, maravillado observa a la criatura por la mira del rifle, a un paso de alcanzar la gloria, de realizar la hazaña, atrapar la mosca en su telaraña. No quedará más que eso en su memoria: ¿Inteligencia, fortaleza? que nos separa de la sociedad de los animales, o tan sólo somos formas de vida distintas, con el mismo valor en las entrañas de la naturaleza, donde no es tal la fortaleza, ante su espíritu arrasador y es efímera la inteligencia en la comprensión de Dios.
Miremos hacia adentro, cuidemos el perímetro, centímetro a centímetro en nuestro corazón, donde brotan los deseos que debilitan nuestra mente, nos traiciona y nos apresa en un negro socavón, en una esclavitud permanente ante los ojos de la gente, que no mira como error, sino como la evidencia que no tiene otra sentencia, que la prisión en sus ojos, que siempre estarán curiosos, como  insigne acusador. 
La luz del entendimiento tiene su cimiento en el espíritu de Dios, que reconoce la diferencia con su sola existencia y es parte de la esencia de la evolución, de la estrella en nuestra naturaleza, que escalón por escalón nos llevará en ascenso a un nivel superior, mas allá de la inteligencia que se doblega y le hace reverencia a la presencia de la carne sin control (pasión).

Bitácora Preludio Al Sonido De La Última TrompetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora